Diario de León

Memoria histórica

¿Dónde están los fusilados de Villadangos?

Enterrados como desconocidos. Más de 50 personas paseadas tras el golpe militar de 1936 —hace hoy 84 años— en el monte de Villadangos, donde ahora florece un próspero polígono industrial, siguen desaparecidas. Las familias y la ARMH piden ayuda al pueblo para averiguar el lugar del enterramiento.

León

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Santos Francisco era herrador en Mansilla de las Mulas, Tomás Toral era maestro de Villaornate (nacido en Valderas), Epifanio González era carpintero y hermano del alcalde constitucional de Mansilla de la Mulas... Desde hace casi 84 años están desaparecidos. Fueron ejecutados extrajudicialmente, ‘paseados’ en Villadangos, tras el golpe de Estado de 1936.

Cuentan que los sacaron del campo de concentración de San Marcos, a donde había sido conducidos, y los asesinaron en el monte llamado Campazas donde hoy se asienta el próspero polígono industrial. No son los únicos. Más de 50 personas figuran enterradas como «desconocidos» en el cementerio de Villadangos en las fechas posteriores al golpe militar.

Ochenta y seis años después hay familias que aún no se han rendido a pesar de que cada vez que se pregunta en Villadangos por este asunto es como darse de bruces contra un muro. Un hombre que camina a media mañana por la senda paralela al camposanto señala, sin dudarlo, que el lugar del enterramiento de los fusilados está en el límite del cementerio viejo con el nuevo. En el costado occidental.

Tomás Toral. DL

Santos Francisco. DL

Registro de defunción de un desconocido y partida de Tomás Toral Casado. DL

La misma indicación recibió la periodista leonesa Olga Rodríguez Francisco, que ha visto buscar a los desaparecidos de guerras como las de Irak o Afganistán, pero después de un año largo de pesquisas no logra dar con el paradero de su bisabuelo en Villadangos. Santos Francisco dejó viuda y siete hijos. El mayor huyó a Asturias, participó en la batalla de Mazuco y estuvo preso en un campo de concentración en Celorio.

Del bisabuelo de Olga no queda más rastro que una anotación registral en su partida de nacimiento en que en un margen tiene anotado que «murió el 19 de octubre de 1936 en la carretera de Villadangos y cercanías de este pueblo». También el recuerdo de la hebilla de un cinturón chamuscada que su bisabuela relató y se ha transmitido en casa de los Francisco de generación en generación.

De Epifanio González figura en el Registro Civil de Mansilla de las Mulas que «falleció en 1936 en el monte de Villadangos», sin precisar más detalles. Los espacios del día, la hora y las causas están en blanco. Está expedida en 1954.

En noviembre de 1937, la viuda de Tomás Toral Casado obtuvo una partida de defunción del maestro, a quien sacaron de la escuela delante de los niños en octubre de 1936. Y dice textualmente que falleció en Villadangos el día diez y siete de octubre de 1936 a causa de un traumatismo craneal.

En el Registro Civil de Villadangos se cuentan por decenas las partidas de defunción sin nombre en el periodo de septiembre de 1936 en adelante. En un listado elaborado por Miguel García Bañales, investigador de la memoria histórica, son numerosas las anotaciones de defunciones por «traumatismo craneal» en el monte de Villadangos en las mismas fechas.

Sin embargo, los terribles sucesos parecen haber desaparecido de la memoria colectiva. Susanna Toral, nieta de Tomás Toral, quiso conocer el lugar donde yace su abuelo cuando pasó por Villadangos en 2006 mientras hacía el Camino de Santiago. «Quería llevarle unas flores. Entré en un bar y pregunté. Me gritaron que allí no se hablaba de eso», relata. Catorce años después aún le escuece. «Es como de ciencia ficción que después de 80 años no se sepa dónde están. Sólo pido que alguien con un poco de ética salga y cuente lo que sepa y si se pueden sacar, bien; si no se puede, que al menos lo sepamos». Un reloj que su mujer le había regalado cuando se casaron sirvió para identificarle, según la memoria familiar.

«Ha caído como una losa de cemento porque dicen que muertos allí no hubo. Como eran ‘importados’ es como si no fuera con el pueblo», afirma Pilar González, sobrina de Epifanio, quien ha emprendido la búsqueda de su tío porque «sé que mi padre intentó salvarle tanto a él como al otro hermano, Isidro, que era el alcalde y que fue ejecutado en Puente Castro tras un consejo de guerra», explica.

«Arrestaron a mucha gente en Mansilla de la Mulas. Los llevaron al campo de concentración de San Marcos, pero su nombre desaparece de la causa en la que estaba», explica Olga Rodríguez sobre la desparición de su bisabuelo Santos.

Su abuelo, que era el mayor de los siete hermanos y tenía 17 años, «enseguida supo que estaba en Villadangos». En la memoria familiar quedó la idea de que fue un cura quien se ocupó de guardar objetos de los paseados para ayudar a identificarlos. «Pedimos ayuda para poder encontrarlos», señala Pilar González. Después de 86 años va siendo hora dice de que «se pueda abrir la losa que tenemos en nuestra mente».

En un día como hoy, aniversario del golpe de Estado, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica recuerda que son más de 100.000 las personas desaparecidas en España.

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