Diario de León

Proyecto Hombre

La drogadicción no alarma, pero el consumo aumenta

La drogadicción es un mal social que sigue presente y cuya edad de inicio es cada vez menor. En la provincia de León, hay 82 menores que participan en el programa ‘Índícale’ de Proyecto Hombre para  frenar su adicción a las drogas duras. 

El presidente de la asociación Proyecto Hombre en León y en el Bierzo, Jorge Peña, relata la situación social en la provincia. MARCIANO PÉREZ.

El presidente de la asociación Proyecto Hombre en León y en el Bierzo, Jorge Peña, relata la situación social en la provincia. MARCIANO PÉREZ.

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Lorena Peña | León
León

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Cerca de 160 personas en León y 119 en el Bierzo acudieron el año pasado a la entidad de Proyecto Hombre buscando información sobre cómo solucionar un problema de adicción. Sin embargo, 626 familias se inscribieron en los programas que ofrece para combatir este mal que llegó a su culmen en la década de los 80. Actualmente hay 300 personas en terapia familiar que demandan información para saber cómo actuar ante una recaída en la adicción de sus allegados.

«Hacerse un porro delante de la gente o pasear por la calle y respirar una brisa de cannabis ya no es un escándalo social como hace décadas», asegura el presidente de la asociación Proyecto Hombre de León y el Bierzo, Jorge Peña.

El consumo del cannabis se ha normalizado hasta tal punto de que, al no existir cierto rechazo social contra los consumidores de drogas duras y haber perdido el miedo a su ingesta, deriva en un incrementado del consumo en los últimos años al mismo tiempo que la edad de inicio se adelanta. Tal es así que la entidad, en colaboración con el Plan

Municipal Sobre Drogas y Otras Sustancias del Ayuntamiento de León, consideró imprescindible la creación del programa Índicale que desempeña una intervención educativa-terapéutica en adolescentes en el que participan 82 menores de los cuales 59 son hombres y 23 mujeres, el presente año.

Para los adultos, crearon un programa llamado Escápate centrado en el consumo de cannabis en el que participan 7 personas entre ellos 6 hombres y 1 mujer que superan los 50 años de edad. Estos usuarios llevan más de 30 años fumando marihuana y han tomado la decisión de acabar con este hábito porque «se han dado cuenta de que han perdido cosas en su vida», cuenta el presidente. «Es curioso porque cuando van a terapia indican que quieren dejar de fumar todos los ‘porros’ del día menos el de por la noche porque aseguran que les relaja para poder dormir», relata.

El presidente corrobora que «después de los primeros ‘porros’ llegan las paranoias» por lo que estos usuarios tienen que aprender a discernir la realidad de la ficción.

Corre el mito de que esta sustancia es «terapéutica y medicinal» entre los consumidores de marihuana y lo conciben como una «verdad absoluta». Sin embargo, dicha afirmación dista mucho de la realidad: esta droga depresora «hace que el cerebro no funcione bien», informa Peña.

«El consumo está ligado a la violencia», añade. Se convierte en su «forma de reaccionar ante las reprimendas para continuar con su hábito», asegura. En el caso del consumo en los adolescentes, la violencia «aparece de modo muy latente y prácticamente es lo único que ven los padres, quienes además tienen miedo», dice Jorge Peña. Por otro lado, muchas reclusos con problemas de adicción «acudían a las terapias de la entidad con una orden de alejamiento bien de sus familias o de su pareja».

Por otro lado, es muy frecuente encontrarse con consumidores con una patología dual en tanto que tienen problemas psiquiátricos a la vez que consumen. En este caso, lo más recomendable es que las personas en cuestión acudan a la comunidad terapéutica o internen en otras entidades especializadas en su casuística.

 Alarma
Cada año fallecen en la provincia una media de dos o tres personas a causa de sobredosis

La solución que el presidente establece ante esta disyuntiva es la terapia grupal «cuando un igual que él, teniendo el mismo problema, le dice ‘tú eres un violento’, eso les conmueve porque no pueden echar balones fuera», relata Peña.

En estas reuniones, les enseñan a cómo controlar los momentos de ira y a conocerse a sí mismos para comprender de dónde viene su falta de autocontrol y remediarlo. Además, tratan de concienciar a los usuarios de que «hay un error si tomas una sustancia para estar todo el rato alegre porque el mundo no es así. Es sacrificio, sufrimiento, momentos de aburrimiento y dolor y hay que saberlo manejar», cuenta el director. «El organismo crea sustancias para tener momentos de satisfacción, pero las drogas lo enmascaran» quitando la felicidad real de por vida, añade.

«Una persona drogadicta o alcohólica lo va a ser toda su vida», manifiesta Jorge Peña. Una vez que aprenden a controlar estas situaciones se les da el alta. En algunos casos, «la infelicidad y la incapacidad de sobrellevar los problemas conduce al consumo de estupefacientes lo que a su vez desata más complicaciones como la violencia, la delincuencia o el maltrato», explica. Desde Proyecto Hombre, consideran necesario incluir dentro de la terapia un programa conductual.

Las recaídas no debe desesperar al paciente ya que según los expertos, son frecuentes y es parte del proceso de rehabilitación. «El problema aparece cuando no ponen de su parte y quedan cronificados dentro de su patología». Según los datos que baraja la entidad, el 40% de los usuarios que solicitan su ayuda no se rehabilitan.

Inicios

Las fiestas populares y los locales de ambiente son catalogados como un nido de drogas por lo que «una persona adicta a estas sustancias y que se encuentra en el programa de ayuda de Proyecto Hombre, no debe acudir a estos lugares al igual que un ludópata no debe entrar en una sala de juegos», según informan desde la entidad.

El ambiente veraniego es la época más propicia para tomar los primeros contactos con las drogas. «Al principio, el consumo es en un grupo como un aspecto lúdico y motivo de fiesta» en el que juega un rol importante la identidad grupal, informa Peña. La mayoría de los jóvenes conciben el jolgorio del fin de semana como un momento destinado al consumo de sustancias perjudiciales. En la provincia de León el alcohol junto con la cocaína son las más habituales en la gente más joven. Por ello, iniciaron el programa ambulatorio «Ícaro» para rehabilitar a los consumidores de cocaína. En él participa un total de 82 usuarios.

El perfil de ‘consumidores ocasionales’ acaba derivando en un abuso y posiblemente en una adicción que se instaura como un modo de vida en el que el adicto no tolera la frustración de la abstinencia.

Peña asegura que estamos en un momento social en el que la drogadicción es uno de los mayores problemas en España junto con la crisis económica, pero no se ve reflejado «porque la sociedad piensa que está resuelto». No obstante, cada año «mueren entre dos y tres personas al año en la provincia a causa de sobredosis», alega el presidente.

Perfiles

Según los datos recogidos por el Observatorio de Proyecto Hombre, publicado en el año 2018, las principales drogas consumidas en Castilla y León son la cocaína (26,6%), el alcohol (17,2%) y el cannabis (11,7%), mientras la heroína se sitúa en un 3,3%.

Existe una diferencia de género notoria respecto al consumo. El hombre accede rápidamente a las adicciones prohibidas y delinque mientras la mujer se acerca a las adicciones legales y suele rechazar las que se encuentran fuera de ley. Es común encontrar mujeres adictas a los ansiolíticos, a los antidepresivos, al alcohol o al tabaco. Por lo general, la mujer adulta con problemas conyugales de violencia de género caen en el alcoholismo como una vía de escape y de relajación. Incluso, fuman más. «Tienen en concepto de que la ilegalidad es más grave que la droga. Tal vez porque la sociedad actual es machista. Mientras un hombre que bebe siempre será un borrachín, una mujer alcohólica es una mala madre, una mala esposa,... Esa presión social puede conllevar a la prostitución», explica el presidente. Según él, el ingreso del sector femenino en la prisión es un factor para que se acerquen a las drogas «porque necesitan olvidar esa experiencia tan fuerte», subraya. En cambio, Peña asegura que cuentan con una ventaja respecto al hombre y es que «cuando les das una vida normalizada con nuevas oportunidades se recuperan mucho antes que el hombre por ese factor de protección vinculado a la mujer», señala.

La familia también es un factor clave en el proceso de rehabilitación. Es muy recomendable y casi obligatorio que todos los usuarios que ingresen en los programas de Proyecto Hombre vayan acompañados por alguien de su círculo más cercano que confirme la versión que ofrece el paciente. Al igual que los pacientes, ellos también reciben apoyo psicológico y unas pautas conductuales que les guíe en cómo cotejar este problema.

En el caso de los niños, los padres o los tutores legales son fundamentales para las terapias. En el caso de los adultos, la efectividad del programa es mayor en tanto en cuanto sustentan el contacto con la familia y mantienen su trabajo.

A veces, se da circunstancia de que el entorno del afectado zanja su ayuda. En ese momento, se propone al usuario ingresar en la comunidad terapéutica que en el caso de la provincia de León se encuentra en Ponferrada. El pasado año, 42 personas fueron internadas en estas instalaciones de las cuales 37 fueron hombres y 5 mujeres. A día de hoy, son 23 personas en la comunidad terapéutica.

Perfil de los admitidos a tratamiento en León

 

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