Diario de León

Edificios con aires de pocos amigos

Los leoneses han invertido 10,6 millones de euros en ocho años para sanear sus casas. Obras para evitar el deterioro de viviendas y vecinos. El 17% de los edificios tienen problemas de ‘salud’ y el 30% de los trabajadores sufren dolencias por estar en ambientes tóxicos.

Jaquecas y fatiga, síntomas en los trabajadores o inquilinos. EFE

Jaquecas y fatiga, síntomas en los trabajadores o inquilinos. EFE

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carmen tapia | león

La contaminación, las humedades y la escasez de luz natural de los edificios afectan a la calidad de vida de los vecinos y usuarios. El 17% de los edificios tienen algún problema relacionado con la falta de luz, ruidos producidos en el exterior o contaminación, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística del año 2014. Los propietarios de 1.500 edificios de la capital han invertido 10,6 millones de euros desde el año 2008 para ‘sanear’ sus casas tras las deficiencias detectadas por las inspecciones. Un dinero gastado «para prevenir» males mayores, como asegura a este periódico Miguel Chaguaceda, arquitecto municipal encargado de las Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE).

Las enfermedades que pueden sufrir los inmuebles tienen un impacto directo sobre la salud de sus inquilino. Lo más habitual es la falta de ventilación, que provoca olores, humedad y acumulación de polvo. Esto se traduce en problemas respiratorios, de piel, jaquecas, catarros, estornudos, fatigas y alergias.

La dificultad de encontrar estadísticas sobre edificios enfermos y sus consecuencias sobre la salud de los inquilinos lleva a la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental, Anecpla, a reclamar un modelo integral de sanidad ambiental para generar edificios saludables. «La salud de los edificios engloba una serie de parámetros que implican el control de los elementos e instalaciones de riesgo como la calidad del aire, el control de plagas, la legionella, limpieza y desinfección e incluso el control sanitario de piscinas o jardines», asegura desde Anecpla. La asociación cree necesario que el sector evoluciones a una gestión integral de la sanidad ambiental que implemente los procedimientos necesarios para la prevención y el control de los riesgos sanitario-ambientales en los edificios.

Sindicatos, profesionales y arquitectos reconocen la ausencia de estadísticas que analicen de forma global la contaminación de los ambientes provocadas por edificios enfermos.

El síndrome del edificio enfermo (SEE), definido por la OMS en 1982, es un conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire interior en espacios cerrados, fundamentalmente oficinas. que provocan una mayor incidencia de enfermedades. Según el Observatorio DKV Salud y Medio Ambiente 2015, hasta un 30% de los edificios de oficinas pueden tener problemas importantes. Hay estudios que estiman que entre el 10 y el 30% de los ocupantes de edificios sufre efectos sobre su salud que están, o se perciben, relacionados con una calidad del aire interior deficiente.

El arquitecto municipal, Miguel Chaguaceda, rebaja la incidencia de los ‘males’ que afectan a los edificios. «Con el desarrollo de los planes generales en los años 80 las condiciones que se imponen a la construcción de edificios se han incrementado. Cada vez hay menos edificios en la ciudad, aunque sí es posible que en los pueblos pueda haber una mayor incidencia porque la evolución de las viviendas no estaba controlada. Pero con el planeamiento actual exigimos mucho más y los edificios son saludables. No sólo los de nueva construcción sino que aplicamos las mismas normas cuando se hacen reformas». Chaguaceda sostiene que la mayoría de los edificios administrativos de León son ‘saludables’. Algunos son viviendas que se han reformado para oficinas o consultas. Actualmente hay mucha normativa sobre calefacciones , alumbrados.. para que los edificios sean saludables».

La normativa por la que se rigen los arquitectos es el Código Técnico de la Edificación, del año 2006, que contiene una sección en la que se especifica la calidad del aire del interior de los edificios.

«La ciudad sostenible es la ciudad más compacta», sostiene Chaguaceda. «Este modelo americano de urbanización y chalé alejado de la ciudad genera una carga económica para la ciudad, problemas de tráfico, mantenimiento de servicios, es un modelo malo de mantener. Las redes de funcionamiento de ciudad compacta ahorran y permiten hacer entornos más paseables».

Según la OMS, la población de las ciudades pasa entre el 80 y el 90% de su tiempo en espacios cerrados, cuyo ambiente está contaminado en mayor o menor grado, lo que puede ocasionar graves problemas para la salud. «En la actualidad existen suficientes indicios de que en escuelas, hospitales, residencias de ancianos, centros comerciales y áreas de oficina coexisten bacterias, virus, ácaros y partículas capaces de alterar la calidad del ambiente interior y originar efectos nocivos en la salud de las personas, especialmente en los grupos más vulnerables como niños y ancianos», aseguran desde la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental.

Aunque ningún edificio debe considerarse, en la práctica de entrada un edificio enfermo, la OMS señala algunas características comunes y suele darse con más frecuencia entre los ocupantes de edificios ventilación mecánica generalmente común a todo el edificio o amplio sectores con recirculación parcial del aire; localización de las tomas de renovación de aire en lugares inadecuados o usan intercambiadores de calor que transfieren los contaminantes desde el aire de retorno al de suministro; construcción de mala calidad; superficies interiores (paredes, suelos, etc.) recubiertas con material textil; hermeticidad y falta de ventanas practicables; ahorro energético y ambiente térmico homogéneo que penalicen en exceso la ventilación. El estudio realizado por el Observatorio DKV Salud y Medio Ambiente 2015, constata que también puede afectar a los ocupantes de edificios ventilados de forma natural. «En definitiva, un mal diseño del edificio, con ventilación y climatización mal diseñada, instalada, gestionada o mantenida, materiales y construcción de mala calidad y mobiliario de altas emisiones», concluye el informe.

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