Diario de León

NICOLÁS CASTELLANOS misionero. FUNDADOR DE LA OENEGÉ HOMBRES NUEVOS

«El populismo no rinde; siempre es más corrupto»

Nicolás Castellanos recibe hoy en el Casino el Garbanzo de Plata como reconocimiento a su labor al frente de la fundación Hombres Nuevos, un proyecto que, desde 1991 ha salvado la vida a miles de niños de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia.

El padre Nicolás Castellanos, el misionero que puso en marcha la fundación Hombres Nuevos en Bolivia. R. GARCÍA

El padre Nicolás Castellanos, el misionero que puso en marcha la fundación Hombres Nuevos en Bolivia. R. GARCÍA

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CRISTINA FANJUL | LEÓN

Nicolás Castellanos se muestra ilusionado ante la concesión del Garbanzo de Plata, un reconocimiento a su labor solidaria en Bolivia. «Me siento muy agradecido por dos cosas. Primero, porque soy profundamente leonés y me hace ilusión saber que conmigo no funciona eso de que ‘nadie es profeta en su tierra’. Además, hay una razón sentimental. Con este reconocimiento quiero rendir homenaje a mi hermano, un psiquiatra muy reconocido que falleció en accidente de tráfico».

—¿Cómo ha cambiado España desde que usted la abandonó para ponerse al frente del proyecto Hombres Nuevos?

—Hay un cambio sustancial. Hace 23 años que me fui de España y las cosas han cambiado mucho. La corrupción se ha convertido en un problema fundamental que mina el país. Fíjese. Sin ir más lejos, un político de la Comunidad Valenciana se quedó con seis millones de euros que tenían que destinarse a ayuda al desarrollo, a Hombres Nuevos, entre otras oenegés. Eso no puede ser. Hay que luchar contra la falta de voluntad de la sociedad frente a este problema.

—¿Qué cree que deben hacer los partidos?

—A los partidos políticos les pido que eviten la confrontación. Es importante trabajar por el bienestar común de los ciudadanos y ser honesto, acabar con este panorama oscuro a través del rearme moral y la vuelta a los valores del Evangelio.

—¿Qué pautas seguiría usted para modificar la fisionomía política actual?

—Creo profundamente en una economía socializada, una economía social, con responsabilidad empresarial y no enfocada al disfrute de unos pocos.

—¿A qué se refiere con economía socializada?

—Pues quiero decir que la economía no tiene que ser la dictadura de unos pocos, sino que debe ir orientada a buscar una justicia mayor. En estos momentos hay una desigualdad irritante, que está destruyendo la clase media, una clase que resulta fundamental para que un país prospere.

—¿Encuentra paralelismos entre España y Bolivia?

—En absoluto. La diferencia es abismal. En Bolivia hay un 30% de ricos y un 70% de pobres, y no más, no hay clase media. En Hombres Nuevos, con apenas 150.000 euros acabamos de crear una escuela de Primaria para 800 alumnos. Nuestra función en Bolivia es reducir la brecha social. Tenemos cien escuelas y cada día damos de comer a 400 niños y todo eso lo hacemos cuatro personas que dedicamos todos los recursos al desarrollo de los más necesitados. La educación es una de las cuestiones más relevantes para acabar con la desigualdad y forjar el desarrollo de la riqueza de un país. Un país sin educación de calidad y en valores nunca saldrá de la miseria.

—¿Qué le parece la repetición de elecciones en España?

—Pues no lo entiendo, la verdad. No entiendo que a estas alturas los partidos estén a la pelea en lugar de trabajar por el bien de la mayoría.

—Y ¿qué opinión le merece un partido como Podemos?

—Yo no quiero meterme en política, pero tenemos experiencia en el populismo y tengo que decirle que no rinde. Son más corruptos que los partidos tradicionales. La corrupción del gobierno de Evo Morales ha sido terrible. Aprobó un fondo para los indígenas y se ha ido a los bolsillos de los políticos. En fin, qué quiere que le diga, que hay que ser pragmáticos y buscar juntos una solución.

—¿Cuál es la imagen de Morales después de once años en el poder?

—Quería presentarse a un cuarto mandato, pero la población ha votado en contra, y eso que la educación ha empeorado mucho durante estos años, pero la gente ya no se deja engañar.

—Y, en medio de todo esto, de repente llega un papa que rompe moldes...

—Yo al papa le veo fenomenal. Este año presenté el libro El espíritu sopla desde el sur. Las reformas de Francisco, en el que me refiero a todos los cambios que ha introducido el papa en la Iglesia, unas reformas que en esencia consisten en regresar al Evangelio, al camino marcado por Cristo. La obra de Francisco está teniendo una incidencia asombrosamente fuerte. Su documento sobre la pobreza, por ejemplo, es fundamental para comprender el mensaje liberador de Cristo.

—Me imagino que el hecho de que sea un papa que ha nacido y vivido en Hispanoamérica, que conoce la miseria de primera mano, resulta fundamental para entender la nueva Iglesia.

—Desde luego que resulta importante. Proceder de América Latina y comprender la situación que allí se vive te da otra visión de la vida basada en la opción por los pobres. En Bolivia, por ejemplo, mueren catorce mil niños al año por dolencias perfectamente evitables. El papa Francisco, desde el primer día, ha hecho una llamada universal a la fraternidad, reclamando políticas de liberación para los más pobres. Yo siempre recuerdo que, cuando aún era el cardenal Bergoglio, Francisco tuvo un rol fundamental en la confección del Documento Final de Aparecida, durante la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que tuvo lugar en mayo 2007, junto al santuario de Aparecida, en Brasil. En él, el eje central es el valor de la vida en todo su sentido: una vida digna, con trabajo, con casa, con posibilidad de estudio; tiene que ser una vida que tenga toda la dignidad que la persona humana requiere.

—Y ¿qué le parecen las voces que le acusan de peronista?

—El pensamiento de Francisco viene del Concilio Vaticano II, que nos marcó que la Iglesia tenía que optar por los pobres porque optar por ellos es hacerlo por Jesús. Es fácil hablar desde el aburguesamiento. Jesús admitía a todos, pero por delante de todos estaban los pobres y Francisco sabe lo que es la pobreza.

—¿Cree que la Iglesia ha vuelto a la senda del Evangelio?

—La Iglesia ha tenido momentos luminosos, como el Concilio Vaticano II, pero después no ha estado a la altura. Creo que ha sido una iglesia inculturada, con poco diálogo con la sociedad de hoy.

—Y ¿qué piensa de los nuevos retos sociales, como el apoyo a los homosexuales o el uso de preservativos?

—Es necesario aplicar el Evangelio a la realidad actual, buscar las necesidades de la sociedad y plegarse a ellas. El Papa ya dijo que él no era nadie para juzgar a los demás. No podemos seguir en un discurso anclado en la Edad Media. Hay que dar solución a los problemas reales de la gente.

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