Diario de León

Cada día su afán

RELIGIÓN | El signo del pesebre

El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración». Así comienza la carta que el papa Francisco ha firmado el día 1 de enero en la gruta de Greccio, donde san Francisco, en la Navidad del año 1223, hizo representar el nacimiento de Jesús.

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Publicado por
José Román Flecha
León

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En un tiempo en que tantas veces hablamos de una nueva evangelización, el Papa advierte que «la representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría». 

En un momento en que vemos a los niños abstraídos por un teléfono, el Papa nos dice que poner el nacimiento es una ocasión estupenda para encender su imaginación y favorecer la colaboración y la oración de toda la familia. 

Tras aludir al origen evangélico del pesebre, recuerda un texto en el que san Agustín hace una ingeniosa contraposición. Jesús fue acostado en un pesebre, donde se coloca el alimento para los animales, y así anuncia que se convertiría él mismo en alimento para todos nosotros.

El Papa se pregunta por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve. Y nos responde que en el belén percibimos la ternura de Dios, el valor de la vida y la fraternidad que nos ofrece Jesús, el amigo fiel y siempre cercano. 

La preparación del pesebre en nuestras casas es una invitación a «sentir», a «tocar» la pobreza del Hijo de Dios. Es «una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo… Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados».

La noche estrellada, presente en los belenes, nos recuerda la oscuridad que a veces nos lleva a hacernos las grandes preguntas sobre nuestra vida. «Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento».

A veces, en lugar de un pobre portal, los belenes sitúan el nacimiento de Jesús entre las ruinas de un palacio. Es como el signo de la humanidad caída, y la señal de que Jesús es la novedad que devuelve a nuestra vida y al mundo su esplendor original.

El Papa nos ofrece una sencilla meditación sobre las montañas, los riachuelos y las diversas figuras que colocamos en el nacimiento. Evidentemente el centro se encuentra en María, José y el Niño Jesús. Pero tienen su valor las imágenes de los pastores y los Reyes Magos. Y hasta las figuras populares de lavanderas, herreros o panaderos. 

 Francisco nos exhorta a colocar el nacimiento en nuestra casa y en la escuela, en los hospitales y en las cárceles, en las calles y en las plazas. No olvidemos que el misterio de la Navidad es el acontecimiento de nuestra salvación. Y la luz que enciende nuestra esperanza.

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