Diario de León

«Empecé con diez años a guardar ovejas y fui a Extremadura»

FERNANDO OTERO

FERNANDO OTERO

León

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Candy Morán es uno de los pastores trasterminantes leoneses que proveen de lana merina a la empresa Made in Slow. Este pastor de 50 años de edad, lleva cuarenta de oficio. Su escuela fue el monte. «Empecé con diez años, poco a poco hice mi rebaño y fui a Extremadura hasta que las circunstancias me lo impidieron», explica mientras hace el camino de vuelta desde los puertos de Caldas de Luna a Villafañe, donde pasará el otoño y el invierno. «Tengo vacas y las sigo bajando a Extremadura pero, desde el año 2000, con la brucelosis, nos lo pusieron difícil y dejé de bajar». Su esposa y cuatro hijos que bajaban desde septiembre hasta junio se trasladaron a León y ahora ya no se plantea volver a hacer el largo trayecto.

Candy Morán alaba que se intente hacer algo por el oficio que desempeña, «porque falta nos hace». Se queja de que la sociedad ya no es que no valore el oficio, «es que no nos aceptan». Lamenta que las corrientes animalistas no entiendan que los perros de trabajo «se tienen que manchar de barro» y tienen que dormir junto al ganado porque «tenemos la amenaza del lobo». «Los perros ladran y las ovejas ensucian», recuerda a la gente de ciudad, para la que sí ve necesaria una formación sobre la vida en el campo y el pastoreo. Morán se queja del alto coste que supone todo lo que les exigen. «No se gana nada». «Para la gente joven que quiera ponerse, lo veo complicado», advierte, aunque su único hijo varón, de 27 años, ya está al frente de una explotación propia.

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