Diario de León

Cementerio

«Enterré a más de diez de covid sin un solo familiar»

La Bañeza es la zona con más mortalidad por el virus en León y Miguel Ángel Cifuentes Pérez el enterrador que se ha enfrentado a la pandemia en el centenario cementerio de la ciudad La voz que respondía al responso del cura en entierros sin un solo familiar

JESÚS F. SALVADORES

JESÚS F. SALVADORES

León

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La Bañeza es la zona de León con una mayor tasa de mortalidad por covid-19 con 139 personas fallecidas con o por coronavirus, el 1,09% del total de personas con tarjeta sanitaria. En Castilla y León sólo tienen una tasa superior las zonas básicas de salud de Sacramenia (1,65%), en Segovia y Pedrosilo el Ralo, en Salamanca (1,23%).

Miguel Ángel Cifuentes Pérez obtuvo la plaza de enterrador en enero y el 21 de marzo estaba dando sepultura a la primera persona que falleció por covid en La Bañeza. El último cadáver que llegó víctima del virus espera desde hace 15 días a que un familiar, en aislamiento por el virus, pueda salir de casa para la despedida.

«Al principio fueron muchos nervios. Chor, el de la funeraria, me decía: ‘Tenemos aquí el bicho’ y me puse a buscar mascarillas». Ya tenía algunas de FP3 por la experiencia desagradable de una exhumación.

Ante la escasez de material de protección se aprovisionó de trajes que usaban en jardines y de lo que encontró en la ferretería más cercana. Y así fue burlando al virus en una zona de alto riesgo. «Era una burrada. Hasta cinco entierros al día tuvimos el 3 de abril; el 4, tres más una exhumación y el 5 cuatro entierros y dos exhumaciones».

El deber, con humor

«Soy el enterrador, no soy la muerte. El de la guadaña es otro», responde a sus amigos

Personas que morían en casa y a las tres horas y media eran enterradas, como una vecina de Jiménez de Jamuz. Durante aquellos días estaba autorizado enterrar sin que transcurrieran las 24 horas de rigor. Poco a poco, los nervios dieron paso a la normalización de unos entierros atípicos y doblemente desgarradores.

«Enterré a más de diez de covid sin un solo familiar. Era yo el que contestaba al cura» en los responsos al pie de las tumbas. Fue la única despedida que recibieron algunas de las personas víctimas de la enfermedad. Familias en que en menos de quince días perdieron al padre y a la madre y que no podían moverse de casa o estaban lejos.

Miguel Ángel Cifuentes Pérez ha vivido el drama del covid a los pies de muchos panteones. En el cementerio de La Bañeza enterraron a unas 26 personas víctimas del covid y de otras tantas se llevaron las cenizas.

Con todo, el entierro en el que peor lo ha pasado desde que se metió en el oficio fue el de un niño de dos años. «Pensaba en mis hijos, que son pequeños», confiesa. Tuvo que hacer un esfuerzo para «salir del bucle y pensar que estaba trabajando». Fue en enero. Casi recién estrenado.

El buen humor también le ha salvado. «Yo no soy la muerte, soy el enterrador. El de la guadaña es otro», les dice a sus amigos cuando ponen excusas o le dicen directamente, «no quedes conmigo».

Más cremaciones

Las cremaciones aumentaron en todas partes, como certifica Lucio Gabriel de la funeraria y tanatorio Vázquez de La Bañeza, que llegó a triplicar su actividad mensual. La pandemia, admite, «nos pilló con el pie cambiado. La carga de trabajo les ha obligado a desdoblarse, extremar las precauciones y buscar material de protección cuando más escaseaba en el mercado. «Fue horrible, ojalá no vuelva a suceder».

El protocolo de manejo de cadáveres del Ministerio de Sanidad del 26 de mayo, sigue en vigor sólo para pacientes con covid. Desde marzo hasta esa fecha, el protocolo fue igual para todos los cadáveres. Había que recogerlos en bolsa, llevarlos a la sede y desinfectarlos y luego volver a meterlos en otra bolsa estanca, que se precinta con velcro.

En la zona de La Bañeza y los pueblos de alrededor no hubo problemas, pero en Madrid, donde también tiene sede, «hubo cadáveres que tuvieron que esperar hasta 17 días» porque no estaba preparada la tumba o nicho. «Allí son funcionarios». El único incidente que vivió en León fue por la ‘desaparición’ de un cadáver que tenían asignado y nunca encontraron. Se lo había llevado otra empresa, denuncia.

En el conjunto de la comarca bañezana las muertes del covid ascienden a 218 si se suman las 79 de La Bañeza II, la zona básica de salud de su área rural de influencia, lo que supone una cuarta parte de la mortalidad registrada en la provincia por la pandemia.

En León capital, con una población muy superior, el número de defunciones por covid es de 288 en las siete zonas básicas de salud que comprende, y eso que algunas incluyen zonas rurales como son Armunia, Eras de Renueva y José Aguado II. Las tasas van desde los 1,09 de La Bañeza a los 0,06 casos por 1.000 tarjetas de una zona básica de salud como La Palomera.

El perfil de las víctimas

La mortalidad por covid en la provincia alcanzó ayer las 1.047 defunciones, según los datos que publica la Junta de Castilla y León en el portal de Transparencia. Por edades y sexo, la tasa más alta la presentan los hombres mayores de 80 años —20,82%— aunque en número son las más las mujeres de esta edad fallecidas, un total de 432 sobre 360 hombres. En el tramo de 70 a 79 años, la tasa de mortalidad de los hombres duplica a la de mujeres.

En este caso, también en número son el doble. Han muerto 111 varones y 54 mujeres de esta edad. En el tramo de 60 a 69 años, han muerto con o por covid 48 hombres y 10 mujeres; 15 hombres y 8 mujeres tenían de 50 a 59 años. De 40 a 49 años han muerto tres hombres y dos mujeres y una mujer entre 20 y 29 años es la persona más joven que ha muerto por covid en la provincia desde el inicio de la pandemia.

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