Diario de León

Laura Lechuga | Investigadora del CSIC

«España necesita fabricar tecnología y no depender tanto del sector servicios»

marciano pérez

La investigadora del CSIC, Laura Lechuga. MARCIANO PÉREZ

León

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La investigadora del CSIC, Laura Lechuga, una de las más prestigiosas científicas de España, habló ayer en León del papel de las científicas en la nanotecnología. De ascendencia leonesa —su familia materna es de Santa María del Páramo, localidad que visita con asiduidad—ofreció ayer una conferencia en la Facultad de Biológicas de la Universidad de León, organizado por la Unidad de Igualdad, para abordar el papel de las científicas en la nanotecnología, campo en el que es experta y por cuyos avances a logrado tres de los premios más prestigiosos, como el Premio Rey Jaume I, Premio Nacional de Investigación Juan de la Cierva y Premio Ada Byron. Es profesora titular del Csic y jefa del Grupo de Nanobiosensores y Aplicaciones Bioanalíticas del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología en Barcelona y en el Centro de Investigación Biomédica en Red.

—¿El nanodiagnóstico es ya un presente o todavía forma parte del futuro?

—Hemos visto que durante la pandemia todo el diagnóstico estaba centralizado en los laboratorios y en los hospitales y eso ha sido un problema, no sólo para manejar la pandemia con las PCR, sino por la cantidad de enfermedades como el cáncer que se han dejado de diagnosticar precisamente por el colapso sanitario y los confinamientos estrictos. Yo me dedico a desarrollar nanotecnología, herramientas que te permiten hacer un diagnóstico a partir de una gota de sangre, de orina, una lágrima... un método que puede hacerlo un médico de cabecera o en casa para que, dependiendo de la patología, no tengas que ir al hospital.

—Su conferencia es ‘El papel de las científicas en la nanotecnología para la salud’. ¿Cuál es ese papel actualmente?

—Pondría el ejemplo de las vacunas contra el coronavirus. El éxito de las vacunas ARN mensajero (Pfizer y Moderna) se lo debemos al trabajo de las científicas, que parece que no existimos. Precisamente con esta pandemia ha quedado claro que gracias a las mujeres científicas existen las vacunas. La vacuna de Astra Zaneca también la ha liderado una mujer científica. Y mi propia experiencia como científica. Soy la primera mujer en recibir premios que han sido vetados a muchas mujeres hasta ahora. Las mujeres estamos aquí y valemos igual, y a veces más, que nuestros compañeros, y eso hay que ponerlo en valor. Las mujeres científicas tenemos un gran talento que se está perdiendo por culpa de una estructura muy patriarcal.

— ‘Una científica saltando vallas’, como muy gráficamente describe usted en su libro. Si pudiera resumir, ¿qué perfil de compañeros y de jefes se ha encontrado que han intentado frenar el desarrollo de su labor científica?

—Es siempre el mismo. Hay una educación en el sentido de que es el hombre el que tiene que figurar y la mujer tiene que estar en segundo plano. Los compañeros o jefes intentan figurar ellos y que tú hagas el trabajo, que permanezcas en un segundo plano. Si no aceptas eso, entonces vienen los problemas e intentan desprestigiarte. Si no destacas no pasa nada, pero en cuanto empiezas a destacar y a competir con ellos intentan siempre que estés por debajo y que trabajes para ellos, te dan consejos de cómo tienes que hacer las cosas, como si ellos fueran mejores que tú. Es una constante que le pasa a todas las mujeres, no sólo a las científicas. Seguramente en tu trabajo, en el periodismo pase lo mismo.

—¿Cómo consiguió avanzar en su carrera?

—Con mucho carácter, fuerza de voluntad y mucha confianza. Eso es lo que peor llevan las mujeres porque, por educación, no tienen esa confianza en sí mismas. Eso hace que ellas mismas se frenen, dudan. Eso un hombre nunca se lo plantea. Hay que trabajar mucho en la educación. Todos los hombres dicen que no son machistas, que educan por igual a sus hijos e hijas, pero si escarbas se ve que eso no es así. Además de la educación, hay que trabajar mucho en visibilizar los modelos, que es a lo que me dedico yo también, para demostrar que se llega y valiendo mucho más que los hombres que llegan porque tenemos que pelear mucho más saltando muchos obstáculos. En mis charlas explico lo que hago y cómo lo hago.

—¿Los avances en nanobiosensores y nanotecnología están ya en el mercado?

—Algunos sí. El caso más exitoso es el biosensor de glucosa, que ya utilizan las personas con diabetes, o los test de antígenos que hemos utilizado tanto en esta pandemia. Ahora trabajamos en dispositivos con los uno mismo pueda hacerse un análisis de sangre en su casa y detectar, por ejemplo, un proceso de cáncer. Sería ideal que en los casos de cáncer de colon, por ejemplo, no hiciera falta hacer una colonoscopia.

—¿Esto es posible ya en los laboratorios, aunque no esté disponible todavía en el mercado?

—Sí. En los laboratorios ya es posible. En mi caso concreto, tenemos una línea de investigación de detección precoz de cáncer de pulmón, de ovario y de colon. Esto llevará todavía su tiempo. Lo ideal de esta tecnología es que permitirá que puedas hacerte la prueba en tu casa, como ocurre con el covid, y puedas saber en unos minutos si lo que tienes es una neumonía o una gripe. Eso sería lo ideal para no colapsar el sistema de salud.

—¿La telemedicina y el diagnóstico a distancia es la solución a la saturación sanitaria?

—Sí, lo veo bien. Con todos estos dispositivos transmitimos la señal vía inalámbrica al centro médico a una aplicación que se puede llevar en el móvil. La telemedicina será el futuro. Aunque algunas pruebas se pueden hacer en el domicilio, los resultados los tiene que interpretar un médico. En el futuro, los análisis se podrán hacer incluso en una farmacia o en casa, y esos datos se podrán transmitir a una base de datos para interpretar los resultados.

—¿Las empresas españolas están preparadas para afrontar estos cambios y fabricar estos dispositivos?

—En España esto no se hace. Todo se compra en otros países. Todos los biosensores de glucosa que usan los diabéticos vienen de fuera, prácticamente todos los test de antígenos y los serológicos vienen de fuera, aunque hay alguna empresa española que ha empezado a hacer algo. Mi trabajo consiste en crear los dispositivos completos. Esto es una de las cosas que hay que impulsar en España, la fabricación de la tecnología, porque ahora viene toda de otros países.

—¿En España hay políticas que apuesten por la fabricación de tecnología?

—El Gobierno, con todos los planes de recuperación europeos, está dedicando más financiación para I+D-i, pero el problema es que a la hora de comercializar o de fabricar tecnología tienen que ser las empresas las que den el paso, eso no lo podemos hacer los científicos ni lo puede hacer el Gobierno. El encaje entre lo que hacemos los científicos y lo que hacen las empresas es muy débil en España. Es lo que hay que mejorar, que haya empresas innovadoras que se dediquen a fabricar esta tecnología en el país. Lo que hablamos de reindustrializar el país. Aquí se ha derivado todo hacia el turismo y los servicios y cada vez tenemos menos empresas que hagan tecnología propia. En España se montan coches, pero la tecnología viene de fuera. De toda la tecnología que hay en los hospitales para hacer colonoscopias, resonancias, en los quirófanos, prácticamente todo viene de fuera, aquí no se fabrica nada. Si la pandemia hubiera ido a peor nadie nos hubiera vendido nada, todo se lo hubieran quedado otros países. Aquí no fabricamos nada. Es un grave problema que tenemos como país. Esto no quiere decir que, en un mundo globalizado, tengamos que fabricarlo todo, pero algo deberíamos hacer y no dedicarnos sólo al turismo.

—¿La guerra en Ucrania significará un retroceso mayor en el desarrollo tecnológico?

—Están por ver las consecuencias. En los planes de recuperación europeos hay un gran porcentaje de dinero dedicado a I+D-i, pero la pregunta es si esos resultados se van a trasladar después a productos, a empresas que comercialicen productos. Estoy segura de que la guerra va a afectar y volverán a bajar los presupuestos en I+D+i, como ha pasado en otras ocasiones.

—¿Por qué las empresas españolas no apuestan por la fabricación de tecnología sanitaria?

—Porque no se fían. Es más barato traer la tecnología de China. Las inversiones que se necesitan para fabricar aquí son muy altas y sale más barato comprarlo en China.

—¿La otra cara es que te convierte a España en dependiente de otros países y no se genera riqueza?

—Evidentemente. Es lo que ha pasado con los microchips, que se dejaron de fabricar hace tiempo aquí porque no salían a cuenta, y ahora no hay chips en ningún sitio y dependemos de Taiwan y de Corea, que producen el 70%. Si pasa algo en estos países se apaga el mundo.

—¿Cree que las empresas de León podrían apostar por esta tecnología sanitaria y tener futuro?

—Hay que recordar que aquí en León había empresas, como Antibióticos, líderes en el sector, y todo eso se ha ido dejando. En primer lugar, León es una zona con muy poco porcentaje de población y las personas que se forman aquí, el talento, se marcha a las grandes ciudades y fuera de España. Hay que tratar de invertir en el talento y que se queden. Lo más importante es una apuesta política. La política, la investigación y las empresas tienen que estar coordinados, y eso falta en España. Los políticos no creen en la I+D y no coordinan estos esfuerzos para que surjan empresas potentes.

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