Diario de León

Estudiar para cura en tiempos de pandemia

Los seminarios de León adaptan la formación a tiempos de confinamiento y distanciamiento físico, lo antagónico al ejercicio tradicional de su función, muy en contacto con las personas. Han aprendido a consolar a las familias rotas y ausentes en los funerales y a acercarse a los fieles a través de las tecnologías. El virus se ha cobrado la vida de más de una veintena de sacerdotes de la Diócesis de León.

Horas de estudio en la biblioteca del Redemptoris Mater. MARCIANO PÉREZ

Horas de estudio en la biblioteca del Redemptoris Mater. MARCIANO PÉREZ

León

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«Busco una respuesta. Estoy valorando si esto que siento es una llamada o una ilusión». Víctor Moreno es de Villaornate. Tiene 22 años. Ha dejado el Ejército como soldado de Artillería en Burgos para estudiar en el Seminario Conciliar San Froilán de León. Es uno de los tres seminaristas del centro este curso, que cuenta también con dos diáconos, un alumno en ampliación de estudios y otro que es capellán en el Hospital.

Las vocaciones son pocas. Desde los 90, en los que se preparaban para sacerdotes una veintena de jóvenes, el número de estudiantes se ha estabilizado en los últimos diez años en la media docena. A la falta de llamadas, este año se suma la pandemia. «Estamos en un momento histórico en el que nuestra formación busca cada vez más responder a muchas preguntas, la Iglesia se hace con la realidad de las personas y llevar luz y esperanza a esta situación tan catastrófica», asegura el rector del centro, Rubén García. En la Diócesis de León han fallecido 26 sacerdotes, la mayoría de edad avanzada y por el virus, que entró con fuerza en las residencias en la primera ola y afectó también a los dos centros sociosanitarios que el Obispado tiene en León. La pandemia también se ha cobrado la vida de salesianos, monjas Benedictinas, Hijas de la Caridad... «A la falta de vocaciones desde hace diez años, se ha sumado esta pandemia y nos ha obligado a delegar a otros sacerdote más parroquias», explica el director del seminario, Rubén García.

El viernes se celebra el Día del Seminario, que recupera este año la celebración presencial en las parroquias, suspendidas el año pasado. Los laicos arriman el hombro en las parroquias para fortalecer un músculo debilitado por la falta de seminaristas. «Hay que potenciar más la presencia de laicos porque ayudan mucho. La Eucaristía sólo la puede oficiar el sacerdote pero hay otras tareas que se pueden delegar».

Entierros
«Fue muy duro celebrar entierros en los que había más sepultureros que familias»

El distanciamiento físico y el confinamiento impidió el contacto directo con los fieles. «Fue duro celebrar entierros con más sepultureros que familia, pero están ahí. No tenemos las respuestas para todo, pero los fieles encuentran en nosotros a alguien que está cerca de Dios, que tiene experiencia en el consuelo, dar una esperanza ante la muerte y el sufrimiento».

También en los seminarios ha prevalecido la imaginación. Las tecnologías les acercó al pueblo con iniciativas como las que puso en marcha el Ayuntamiento de San Emiliano al ofrecer talleres de wasap a las personas mayores para que los sacerdotes pudieran conectarse con ellos por videollamadas. «Esta situación de pandemia nos ha movido a una nueva pastoral más misionera. Antes estábamos más centrados en la Eucaristía, pero ahora es una nueva evangelización, más contacto con las personas que está solas, con los colegios, las cárceles. Ya estábamos presentes antes, pero de otra manera», asegura el seminarista colombiano Javier Eduardo Cortés. Cortés recibirá el sábado el rito de la admisión a órdenes «un momento de mucha alegría en estos tiempos de tanta tristeza».

En una de las clases en el Seminario de San Froilán. Marciano Pérez

José Ramón Gago estudia 2º de Filosofía. «Es la etapa discipular en la que clarifico mis ideas sobre mi verdadera vocación con la filosofía». Si acabar ordenándose sacerdotes, ejercerán su ministerio en la Diócesis de León. Eso es lo que les diferencia del otro seminario de León. En el Redemptoris Mater doce seminaristas se preparan para el sacerdocio. Este centro, dedicado al camino neocatecomunal, está dirigido por Manuel Flaker. «En el seminario tenemos veinte plazas, pero ahora hay 12 seminaristas. Este año por la pandemia no hemos podido celebrar la convivencia internacional anual que organizamos en Italia». En ese encuentro, los rectores de los 125 seminarios que gestionan los Kikos en todo el mundo, realiza un sorteo para la distribución de los seminaristas. «Antes, en sus países de origen se les hace un seguimiento vocacional porque, por estatutos tienen que estar dispuestos a ir destinados, como parte de la misión, a cualquier país del mundo. Yo estuve cinco años en Colombia», destaca Flaker.

En el Seminario Redemptoris Mater, con Flaker en el centro. MARCIANO PÉREZ

Pero la «llamada» exige pruebas como la obediencia, el celibato, la renuncia a enamorarse y ha gestionar la dureza de un discernimiento, un proceso que puede durar siete años. «Aunque crean que tienen vocación, no todos están preparados. A veces es el propio seminarista el que se da cuenta, otras veces es el formador». El 40% de los que entran en los seminarios abandona por diferentes motivos». Flaker asegura que «no es un campo fácil» para un joven de la sociedad actual. «Es muy difícil que mantengan ese deseo con el que llegan, no hay un aliciente humano en el exterior. O tienen mucha fe o no aguantan. Antes el cura era alguien importante en los pueblos, como un capitán general. Tenía el reconocimiento de los fieles. Ahora es distinto. Varios de los seminaristas que tenemos tienen carreras universitarias y una media de 30 años. Vienen porque buscan un cambio radical, algo verdadero. No quieren abandonar todo lo que ya conocen por algo que se quede a medias tintas».

Pero la falta de vocaciones en un problema para la Iglesia, que impulsa la presencia de laicos en un nuevo Ministerio de Lectorado y Acolitado, en el que caben hombres y mujeres. La Diócesis de León acaba de organizar un curso de formación de ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, el que han participado 49 personas, de las que 31 son mujeres.

El acolitado y el lectorado son la actualización de las antiguas «órdenes menores» que recibían sólo los candidatos al sacerdocio. El lector es el encargado de leer la palabra de Dios e instruye a los fieles para recibir los sacramentos.

El acólito ayuda al diácono y al sacerdote en el altar. Puede distribuir la comunión y a la oración.

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