Diario de León

El camarero leonés que atendió a más famosos

«A Fidel Castro le gustaba el tinto Rioja, del bueno, y un helado ecológico»

Cuando salió de Fresno de la Vega, Javier Fernández de Paz nunca pensó que se jubilaría en el Hotel Conde Luna Barceló y, mucho menos, que Fidel Castro sería cliente habitual

Javier Fernández de Paz con Massiel en Marbella. DL

Javier Fernández de Paz con Massiel en Marbella. DL

León

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«Marché de León con 16 años, me fui con el permiso paterno para poder trabajar». Así comienza la historia como camarero de Javier Fernández de Paz, que se ha jubilado a los 65 años con una vida laboral de Guinness. No sólo porque ha trabajado en más de 25 empresas y porque tiene más de 45 años cotizados, sobre todo por la colección de personajes de proyección mundial a los que ha servido en Marbella, La Habana y León.

Entre estas tres ciudades se desenvuelve la peripecia de un muchacho nacido en Fresno de la Vega al que no le iban bien los estudios de maestría industrial y un día se presentó en el PPO (Promoción Profesional Obrera, el paro de la época de Franco) en busca de una oportunidad laboral.

—¿Qué quieres, camarero o cocinero?

El gerente del PPO, el señor Villalobos, que era de su pueblo le dio a elegir entre dos salidas muy demandadas por el incipiente negocio del turismo en aquella época. Javier eligió camarero y salió rumbo a Marbella para entrar como alumno del hotel escuela Bellamar. «Fueron muchísimos leoneses, más de 5.000, al hotel escuela, que era un centro nacional, porque el gerente del PPO, el Inem de antiguamente, iba de vacaciones al hotel escuela».

A partir de ahí, «siempre estuve en sitios buenos», dice con orgullo. El hotel Los Monteros, de cinco estrellas, en Marbella, fue uno de sus primeros destinos en la Costa del Sol. Allí conoció a Adnan Kashogui, el famoso traficante de armas, cuando se codeaba con el rey emérito y Jaime de Mora y Aragón administraba sus intereses en España.

Vacaciones chinas

"De los cinco pesidentes que ha tenido China en 70 años he atendido a tres; iban quince días a Cuba"

Recuerda el yate del magnate atracado en Puerto Banús, en el que celebró el 50 cumpleaños. «Se llamaba Nabila, igual que su hija, que entonces tendría unos 14 años, paseando perseguida por una criada que llevaba en brazos un cachorro de León «para que jugara con él». A Javier le habían advertido que después de la siesta, Kashogui siempre pedía un Dry Martini. El camarero solo tenía que prepararle los ingredientes porque él mismo se lo preparaba. La sorpresa fue que Kashogui se despertó y pidió una Perrier. «Yo no sabía lo que era, fui a la nevera, miré y le serví la botella de esta marca de agua francesa».

Dodi Al Fayed, cuñado de Kashogui, que sería novio de Diana de Gales cuando esta falleció en accidente de tráfico en el verano de 1997, era otro de los clientes habituales de la Costa del Sol. «por entonces era novio de Brook Shields...». «Estuve quince días dándole el desayuno a Franz Beckenbauer, un jugador de fútbol que ahora es el presidente de honor del Bayern de Munich», relata sobre la etapa marbellí en el hotel Los Monteros. «Entonces yo no era aficionado al fútbol, me regaló unas botas y se las regalé a un amigo... Ahora valdrían una pasta», dice sin llegar a lamentarse. Jean Paul Belmondo, Víctor Manuel, Sara Montiel... La lista se alarga con las personajes con los que tuvo que demostrar su pericia profesional está relacionada con el Caribe y con los años que trabajó en el Hotel Nacional, el más prestigioso de la isla y uno de los diez mejores hoteles del mundo. Trabajó, muy a gusto, a las órdenes de Toni Martínez que era un general. «Era un hotel en el que, como mínimo, había un personaje famoso todos los días». Trabajaba para una empresa española, Gaitur Caribe y durante una temperada vivía en el hotel Presidente.

Un amigo de lujo

"Carlos Cano iba de visita a México y a la vuelta paraba en La Habana a tomar café conmigo"

Fidel Castro fue uno de los clientes más habituales pues acudía a encuentros con jefes de estado o Gobierno como Daniel Ortega, referente de la revolución sandinista y presidente de Nicaragua; amigos como el escritor Gabriel García Márquez o actores que han rodado películas en Cuba como fueron Robert Redford, «que era amigo del comandante», y Steven Spielberg, que puso dos condiciones para hospedarse: «No tener que usar el ascensor y que no hubiera cucarachas».

«Gabriel García Márquez que era íntimo amigo de Fidel, llegó a decir que el comandante no quería perder ni las escupidas...», El escritor usó esta expresión en una larga jornada de pesca en la que Castro no quería parar porque el acompañante le ganaba a peces: «No le digas que tienes más que pesca que él porque si no estamos aquí hasta mañana».

A Fidel le sirvió «de todo, pero le gustaba el tinto Rioja, del bueno, y en casa tenía una persona que le hacía helado natural con miel en vez de azúcar helado ecológico. Su mujer, Dalia del Valle, me mandó esa persona y me enseñó a hacer ese mismo helado en el hotel», relata.

En el Hotel Nacional vivió el desenlace de la historia de Elían, «el niño más famoso del siglo XX», que se en una balsa a Miami con su madre. «La madre murió y a él le retuvo la familia en Miami, pero el padre le reclamaba desde Cuba». Aquello se convirtió en una crisis entre Estados Unidos y Cuba, «Muy poca gente sabe cómo se resolvió: al final los marines entraron en la casa de los familiares y lo trajeron a casa, pero la que se encargó de negociar todo eso fue la iglesia ortodoxa de Cuba. El comandante le prometió que rescataban al niño les hacía una iglesia nueva».

El papa ortodoxo Simeone I visitó Cuba y se hospedó en el hotel. «Venía con el hermano de la reina Sofía». De este acontecimiento guarda Javier una de las pocas fotos en las que Fidel aparece sin el uniforme, con traje y corbata. En otra foto se le ve con Delfín, el agente Otto, el que fuera guardaespaldas de Beckam, el futbolista británico que jugó en el Real Madrid. «Otto vendió la exclusiva a Tele 5 diciendo que se había liado con Ana Obregón... Es un cantamañanas y allí acompañaba a un gallego que vendía armas en Cuba».

El boxeador Mohamed Ali, más conocido como Cassuys Clay, Kevin Cotsner, Hugo Chaves —años más tarde presidente de Venezuela—, la esposa de Miterrand, y políticos cubanos que de primera fila como Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, y «Robertico Robaina», en su época de ministro de Asuntos Exteriores están en su memoria. Otro habitual era el famoso jugador de fútbol argentino Diego Armando Maradona: «Era un faltoso, muy buen futbolista, pero un faltoso», comenta.

Javier Fernández presume que «de los cinco presidentes que ha tenido China en 70 años he atendido a tres». «Los mandatarios de los países que estaban en la órbita comunista normalmente iban 15 días a Venezuela y 15 días a La Habana de vacaciones», aclara. Al actual presidente chino le conoció siendo ministro. Llevaban su séquito de cocina y «les tuvimos que poner agua caliente en todos los pisos porque están continuamente bebiendo y todas las noches cenaban sopa de nido de golondrina».

A Giorgio Armani, «que tenía una isla en el Caribe y a veces iba a La Habana con su pareja le tiré una foto que me pidió con Ornella Mutti», recuerda. Fue testigo de las carreras de la modelo Naomi Kampbell y a Kate Moss el hotel con ropa muy ligera, «iban en topless», ligando con Leonardo Di Caprio... Con las caras que han visto sus ojos se podrían llenar muchas revistas del corazón. Ahora le pesa no haber tirado más fotos. Como cuando Fraga fue a visitar, «él solo», el Hotel Nacional durante su viaje a Cuba en 1991. Otro personaje cercano fue Carlos Cano. «Iba a México y a la vuelta paraba en Cuba para tomar café conmigo... Su viuda y su hija vinieron a conocerme cuando murió y vinieron a tirar las cenizas. Y nunca me tiré una foto con él...». Sí la tiene con el más famoso de su pueblo, Jesús Calleja.

Aquel chico que salió tan joven de León se tomó la profesión muy en serio. Javier Fernández de Paz ha sido también formador de camareros. «He dado más de 150 cursos del Fondo Social Europeo en Granada, Marbella, Tenerife y otros sitios». Ahora podría seguir, pero por incompatibilidad con la pensión no es posible. Su diagnóstico de la profesión en la actualidad no es halagüeño. «Faltan profesionales, falta vocación, la gente no es amable...». Una situación que achaca en parte a que «pagan mal» y en muchos casos las horas de trabajo exceden a lo pactado en el contrato. En eso, cree, León tendría que mirar a Cataluña.

Javier Fernández de Paz destila bonhomía y sencillez por los cuatro costados. En Cuba era jefe de Alimentación y Bebidas y tenía a su cargo a 300 personas y cuando regresó a España y entró en el Conde Luna con un contrato relevo no le dolieron prendas en desempeñarse como simple camarero. «Soy un tipo que soy feliz haciendo lo que tenga que hacer», apostilla.

Si se le pregunta por su mejor jefe, no duda. Antonio Vázquez Cardeñosa y su hijo «son los mejores jefes que he tenido», asegura. Tiene mucho aprecio a esta familia que es propietaria del Hotel Conde Luna desde los años 90, ahora Conde Luna Barceló por el acuerdo con la cadena hotelera. «Cuando se casó su primera hija nos dio 800 euros a todos los trabajadores y los declaró; di muchos banquetes en su casa y nos pagaba muy bien». Además, siempre recordará que «además de los dos días libres fue él (Antonio Vázquez Cardeñosa) quien dijo que cogiéramos el domingo por la tarde porque había poco trabajo». En el Conde Luna estuvo 12 años, desde 2006 hasta 2018, cuando se acogió a una jubilación parcial que cumplió este año. Con los maitre tampoco tiene dudas: Fidel Nava y Javi Rueda, ahora en el Marcela. Como jefes de cocina destaca a dos: Amancio y el añorado Cidón.

En Cuba se casó con Gisela Pozo, una abogada que ahora trabaja en León, y allí nacieron sus dos hijos, Javi y Dani. Vinieron al mundo en los tiempos difíciles del periodo especial: «A la doctora Fifi, que era la de mi mujer, la cogimos de camino cuando íbamos al hospital. Hacía dedo para ir a trabajar». El hijo mayor ha heredado su vocación por la hostelería y se abre camino como cocinero. Javier Fernández de Paz disfruta de la vida en el pueblo, entre hortalizas y arreglando su casa para disfrutar de la jubilación. A veces cocina paella... como le enseñó Francisco Ortega, Ayo, de Verano Azul.

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