Diario de León

Genara y otras mujeres rescatadas de las fosas del franquismo en León

Dos maestras, una embarazada y su hijo de tres años y una activista de Unión Republicana de La Bañeza son las mujeres rescatadas de las fosas del franquismo en León por la ARMH. Ayer se confirmó el hallazgo de Genara en una tumba del cementerio de León.

Una voluntaria de la ARMH limpia los restos de la tumba aledaña a la de Genara, que resultó ser de un hombre. MARCIANO PÉREZ

Una voluntaria de la ARMH limpia los restos de la tumba aledaña a la de Genara, que resultó ser de un hombre. MARCIANO PÉREZ

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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A falta de las pruebas de ADN todo indica que los restos óseos de una mujer de mediana edad hallados en la tumba del cementerio en la que figuraba como enterrada Genara Fernández García se corresponden con la maestra de Cirujales fusilada en 1941 en Puente Castro.

Tenía 38 años y sólo quería ser maestra. Pero tuvo que ganarse la vida como taquillera del Cine Mary desde 1937 hasta su detención porque el régimen dictatorial le prohibió ejercer. «Para desempeñar cargos tiene aptitud, pero no es persona de confianza para el nuevo estado español», señala el informe que dieron de ella a los tres días de ser detenida en diciembre de 1939.

Genara se había examinado en las oposiciones de Magisterio de 1930 y uno de sus primeros destinos fue la escuela de niñas de Soto de Valdeón. Se sabe que también dio clase en Orallo y que en 1936 era la maestra de su pueblo natal, Cirujales, actual municipio de Riello.

En el verano de 1936 huyó a Asturias a las dos semanas de producirse el golpe de Franco, cuando las tropas nacionales tomaron la comarca de Omaña. Tildada como ‘La Pasionaria’ por sus enemigos falangistas, como consta en el expediente del consejo de guerra, estaba afiliada al Partido Comunista de España desde abril de 1936 y a la Atea, Asociación de Trabajadores de la Enseñanza, desde 1934.

En agosto de 1937 regresó a León después de intentar huir en un barco interceptado por las tropas nacionales. En la capital se encontró con Pilar Bobis, una antigua compañera de los exámenes de ingreso. Le comentó que andaba en busca de trabajo porque no podía ejercer su profesión y la amiga se ofreció a recomendarla como institutriz para sustituirla durante las vacaciones de verano. Después fue recomendada por el doctor Emilio Hurtado al dueño del cine Mary.

Hasta el 16 de diciembre de 1939 vendió entradas para numerosas películas. Hombres sin nombre fue el último título que repartió en aquellos billetes grises. Cuando a las 11.30 horas de la noche cerró la caja y salió de la minúscula habitación al otro lado de la ventanilla, no sabía que iba a empezar para ella una película con final trágico.

Los pasos de Genara se encaminaron, siguiendo el camino a casa, hacia la iglesia de San Marcelo. Allí depositó los «panfletos subversivos» que fueron la coartada del régimen para condenarla a muerte. Dos paquetes en los que se coló un papel con su nombre. Ni al guionista más imaginativo se le habría ocurrido. Pero fue esta la prueba, según el expediente del consejo de guerra, que favoreció su detención el día 17 de diciembre de 1939 y el encarcelamiento en la prisión provincial de León el 20 del mismo mes. Ella reconoció los hechos en la creencia de que podría salvarse.

En febrero de 1940 se celebró el consejo de guerra y fue condenada a muerte. No le valieron las peticiones de clemencia de los vecinos de Orallo, que enviaron una carta a favor de la reo. Pesaron todos los testimonios en su contra, incluido el del Ayuntamiento de Vegarienza que la encuadra en el Partido de Unión Republicana en el municipio «siendo miembro de la directiva con el cargo de tesorero y uno de los más activos propagandistas», precisa.

Y sigue el informe: «Se la conoce aquí con el apodo de la ‘Pasionaria’ por su afán de intervenir, chillar y propagar y ser acaso la única (no sé si había otra) mujer afiliada a partidos de izquierda», Se le atribuye amistad con Gordón Ordás y Rafael Álvarez. En otro informe se tacha su conducta de mala en lo policial, regular en la vida pública y lo mismo en la privada y muy mala en la religiosa: «Hace propaganda contra las ideas religiosas diciendo que todo eso era una farsa».

Todas las ‘pruebas’ la condenaban. Y Genara, después de un calvario penitenciario que la llevó desde León a Santa Cruz de Tenerife y de la isla a Valladolid en poco más de cinco meses, fue ejecutada en el campo de tiro de Puente Castro el 4 de abril de 1941.

La delegación noruega en el memorial de León. MARCIANO PÉREZ

Hoy se exhumarán sus restos en el cementerio de León que la ARMH someterá a un estudio antropológico completo y de ADN. La tumba que se abrió el viernes se corresponde con la de una mujer de mediana edad, más bien joven, mientras que la que se abrió ayer es de un hombre. «Ahora solo falta confirmar».

Genara Fernández García, una «mujer peligrosa» para el régimen dictatorial, es la última víctima del franquismo exhumada en provincia de León. Entre el centenar de personas que han sido rescatadas de cunetas y lugares olvidados de los cementerios, como es el caso de Genara, hay otras tres mujeres. La maestra de Burón María de los Desamparados Blanco, que fue paseada junto al maestro Eusebio González en el vecino pueblo de Lario en 1936. Sus restos fueron exhumados por la ARMH en 2009.

El caso de Jerónima Blanco, embarazada de 22 años y asesinada junto a su hijo de tres, rebasa las cuotas de crueldad. Los restos fueron encontrados en una vivienda de Flores del Sil en 2008. Fue paseada en el verano del 36 como represalia hacia su marido Isaac Cabo que se encontraba escondido en la zona del Pajariel.

Dicen que los cuerpos de la mujer y su hijo permanecieron tres días a la orilla de la carretera hasta que una familia de Toral de Merayo los enterró. Con el tiempo se construyó una vivienda y fue en el subsuelo del interior de la misma donde se pudieron exhumar tras una larga investigación de la ARMH.

En 2008 también fue exhumada la fosa de Izagre con los restos de diez personas represaliadas, entre ellos el de María Alonso Ruiz, de 22 años, que era presidenta de la Unión Republicana de La Bañeza. El undécimo había sido exhumado en los años 50 por una mujer y su hija, Gloria Begué, que llegaría a ser vicepresidenta del Tribunal Constitucional.

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