Diario de León

Gestación subrogada: la maternidad altruista

Una legislación que proteja al bebé, que permita que tenga los mismos derechos de cualquier niño y defienda el bienestar de la madre gestante. Es la reivindicación de cientos de familias españolas que no pueden concebir y que ponen todas sus esperanzas en esta posibilidad. Desde la asociación ‘Son Nuestros Hijos’ reclaman una normativa que ponga fin al limbo legal y aseguran que miles de niños españoles viven gracias a esta técnica. .

Elena y Bernardo esperan la llegada de sus gemelos, Teo y Ava, el mes próximo. MARCIANO PÉREZ

Elena y Bernardo esperan la llegada de sus gemelos, Teo y Ava, el mes próximo. MARCIANO PÉREZ

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cristina fanjul | león

«Las personas que recurrimos a la gestación subrogada venimos de un camino largo, muy duro, lleno de frustraciones y decepciones, de un gran agotamiento físico y mental y aun así nos seguimos levantando y luchando por nuestros sueños. Y por ello, te puedo asegurar que nuestros hijos son los más queridos, amados, deseados y esperados, en su vida no va a caber ningún sentimiento de abandono ni carencia emocional porque sus padres, nosotros, les queremos y estamos con ellos desde mucho antes de nacer».

Después de un largo camino que dura ya diez años los hijos de Bernardo y Elena llegarán a sus vidas el mes que viene.

El dolor no te hace mejor persona, pero si perseveras, si no te importa acumular tanta aflicción para conseguir lo que quieres, tienes aprobada la mitad de la asignatura de la vida. Teo y Ava no nacerán del vientre de Elena, pero Elena es su madre. Sin embargo, cuando los pequeños lleguen a España, tendrá que esperar para que le reconozcan su derecho. Las leyes, de momento, les dan la espalda.

La historia de Elena es la de una irreductible. La lucha a la que ha tenido que hacer frente desde muy joven le ha ayudado. Un cáncer de ovarios antes de llegar a la treintena comenzó a ponerle barreras para fecundar. Aún así, nunca abandonó la esperanza. «Tenía 28 cuando mi marido y yo comenzamos a consultar a los especialistas de reproducción asistida, pero la vida volvió a golpearme y otro cáncer me arrebató esta posibilidad para siempre», lamenta Elena.

Sin embargo, sus ganas de ser madre no la pararon ni siquiera entonces y recurrieron a la adopción. Se inscribieron en las listas pero la enfermedad, que la obligará a requerir tratamiento de por vida, hizo que la aseguraran que el informe de idoneidad sería probablemente desfavorable. «Se me cayó el mundo a los pies. Podíamos intentarlo, pero ¿Íbamos a esperar seis u ocho años para que me dijeran si resultábamos aptos?», lamenta.

La suerte y el tiempo se pusieron de su lado cuando ya no lo esperaban y Bernardo y Elena comenzaron a oír hablar de la posibilidad de concebir un hijo en el vientre de otra mujer. «Rastreando internet dimos con la asociación por la gestación subrogada en España y con la entidad ‘Son nuestros hijos’. Nos ayudaron mucho, nos abrieron los ojos a una realidad en la que no habíamos pensado», destacan.

Feria de gestación subrogada

A través de sus páginas de facebook acudieron a una charla en León impartida por Aurora González, secretaria de la asociación por la gestación subrogada en España. «Asistimos y al terminar la exposición nos acercamos a hablar con ella». A partir de ahí Bernardo y Elena ya no se detuvieron, contactaron con una abogada especialista, Ana Miramontes, que les aportó tranquilidad y seguridad en el proceso, concertaron entrevistas con varias agencias, decidieron seguir su instinto y su corazón y siempre fueron de la mano de Cecilia Pinto Quijano y su agencia, Soñando Juntos, que les aporto la cercanía, confianza y comprensión que necesitaban, mientras se esforzaban en conseguir la financiación necesaria para llevarlo a cabo con el apoyo de su familia y amigos.

En mayo de este año acudían a la feria de gestación subrogada celebrada en Madrid. Querían, con ello, dar su apoyo y ayudar a aquellas personas que, como ellos, se encontraban perdidos. «Tuvimos que entrar por otra puerta, como si tuviéramos algo que esconder», lamenta Elena, que explica que el hotel en el que se celebraba el evento estaba tomado por una treintena de feministas que impedían el paso. «Gritaban enfurecidas ‘no somos vasijas, mi cuerpo no se vende’. Hicieron un poco de ruido, se hicieron la foto de turno para la prensa y se fueron», denuncia Elena, que reivindica la gestación subrogada y rechaza las críticas de una parte del feminismo: «Somos muchas las personas que recurrimos a esta técnica de reproducción y no solo los famosos que aparecen en los medios de comunicación. Nosotros lo tenemos más difícil porque tenemos que hipotecarnos durante muchos años para conseguir nuestro sueño y formar nuestra familia», subraya. Elena y Bernardo contradicen las acusaciones que algunos colectivos vierten sobre los procesos de gestación subrogada. «Nosotros nos informamos bien de las agencias, quisimos asegurarnos de que todo el proceso fuera claro y transparente desde el principio y garantizamos el bienestar para nuestra gestante, que fuera un acto libre y solidario y no algo meramente económico», subrayan.

De hecho, Elena cuenta emocionada que la madre les hizo saber que sus motivaciones eran emocionales. «La conocemos. Se llama Tea, una mujer encantadora de Georgia, con pareja y dos hijos, y estamos en contacto constante con ella», manifiestan. No ocultan que el proceso es caro pudiendo llegar a los 50 o 60.000 euros en países como Georgia, una cantidad, que irá a pagar los tratamientos médicos y una compensación económica a la mujer que, durante estos nueve meses, ha alimentado y cuidado a los hijos de la pareja leonesa. Ellos saben dónde va cada céntimo de ese dinero ya que Bernardo y Elena realizan personalmente todos los pagos tanto de clínicas, como de pruebas médicas, agencias y gestante. «Tea siempre me dice: ‘Elena, yo te he ayudado a ti, pero tú también a mí’. Hemos forjado una relación que nunca se romperá», dice. Añade que, como futura madre, está muy satisfecha de participar en el bienestar de esta «compañera de viaje», y proporcionarle todo lo que necesite para que el proceso sea lo más cómodo posible para ella, sus hijos y, por supuesto, seguro para su salud. «Creo que eso es lógico y nadie, absolutamente nadie está en condiciones de negarme eso o de decirme que no lo puedo hacer, porque todos lo haríamos por nuestra salud o la de los nuestros».

La pareja defiende la necesidad de avanzar en España del mismo modol que ya se ha hecho en otros países europeos, el último, Portugal. «Hay que normalizar el proceso, dar cabida a que tanto hombres como mujeres, solteros y casados que ansíen dar amor y cariño y formar una familia puedan hacerlo», defienden.

Asimismo, reivindican que nadie pueda interferir en la decisión y en la libertad de cientos de mujeres adultas y solidarias. «Las mujeres gestantes saben lo que es ser madre y entienden el dolor de otras mujeres que no lo pueden ser», aseguran. Asimismo, sostienen que lo hacen forma consciente y voluntaria. «Hay grandes personas en el mundo que ayudan a los demás, aunque haya muchos que no lo crean».

Ecografías

Elena y Bernardo ya han visto a sus pequeños. Estuvieron en Georgia para acompañar a Tea en la ecografía 4D de los bebés. «Fue un momento emocionante para todos», asegura Elena, que tuvo además la oportunidad de conocer y agradecer a la familia de Tea su compromiso vital con ellos. Sin embargo, las cosas seguirán siendo complicadas al llegar a España. Cuando nazcan los pequeños, Tea, aunque no es la madre de intención ni biológica, pero si la persona que da a luz, renunciará a favor del padre, de Bernardo, que llegará a España con sus hijos como padre, y como tal los inscribirá en el Registro Civil. No ocurrirá lo mismo con Elena, que se verá obligada a iniciar un proceso de adopción de sus hijos. No tendrá derecho a la baja por maternidad, no tendrá derecho alguno sobre sus hijos hasta que finalice el periodo de adopción, pero, después de todo, después de tanto camino, este problema es tan sólo una pequeña colina. «Hay cientos de personas en nuestra situación, muchas de ellas en León. El Gobierno no puede seguir mirando hacia otro lado»...

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