Diario de León

Bebés prematuros

Guerreros leoneses con poco más de medio kilo de vida

Prematuros. 136 bebés nacieron el año pasado en el Hospital de León antes de tiempo. Ninguno superó los 2500 gramos, pero nueve de ellos no alcanzaron ni siquiera el kilo de vida. Cinco familias cuentan en este reportaje la experiencia de cuidar a un prematuro en la UCI de neonatos. Entre ellos está Joel, que nació a las 24 semanas con 650 gramos de peso.

TAMARA, MADRE DE HUGO, Y ELENA, MADRE DE UNAI

TAMARA, MADRE DE HUGO, Y ELENA, MADRE DE UNAI

León

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Dieciséis bebés nacieron en el Hospital de León en 2020 con un peso inferior a 1500 gramos y nueve de ellos ni siquiera alcanzaron el kilo. El 10% de los bebés nacen de forma prematura antes de la semana 37 de gestación, que es el tiempo que deberían permanecer en el útero materno para que todos sus órganos alcancen la madurez necesaria. «Estos bebés son muy frágiles y vulnerables, pero los cuidados antes del parto y los avances en la Neonatología han reducido de forma importante la mortalidad y las secuelas graves», explica la pediatra del Hospital de León, Leticia Castañón. El 95 % de los bebés prematuros de más de 28 semanas sobreviven sin secuelas graves y los que nacen por debajo de esa edad gestacional, los llamados prematuros extremo, la supervivencia se sitúa alrededor del 65%, mientras que es muy baja antes de la semana 23 ó 24.

Joel, 24 semanas y 620 gramos

SONIA Y ADRIÁN, PADRES DE JOEL
«Lo pude coger al mes de nacer. Eran 32 centímetros llenos de cables y tubos. Estaba deseando llevarlo a casa. Fue muy duro, pero de momento todo está bien»

A las 24 semanas de gestación, con un peso de 620 gramos y con una longitud de 32 centímetros, nació Joel. «Es un milagro», aseguran su madre, Sonia García, y su padre, Adrián Montoya. Una semana después de nacer pesaba 520 gramos, apenas medio kilo de vida a la que Joel se agarró con fuerza para salir adelante. «En la revisión de las 22 semanas me dijeron que todo estaba bien, pero en la semana 24 empecé a tener dolores que ni me imaginé que pudieran ser contracciones. Cuando llegué a Urgencias venía con cuatro centímetros de dilatación. Aguanté 16 horas más, estaba bien colocado y quería salir. No hizo falta ni reanimarle. Le pusieron oxígeno horas después. Estuvo 111 días ingresado en la uci neonatal. Ahora tiene cuatro meses y medio y pesa 3.500 gramos. Fue duro, pero el personal del Hospital de León nos ayudó mucho. Es una unidad espectacular, tanto médicos, enfermeras, auxiliares, todos».

En la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales los bebés reciben la atención especial que requieren sus necesidades especiales. «Permanecen en incubadora con una monitorización estrecha durante un tiempo variable y con una serie de intervenciones hasta que su organismo pueda funcionar por sí solo. Suelen precisar ventilación mecánica ya que sus pulmones son inmaduros y pueden tener problemas para respirar, así como soporte cardíacos los primeros días de vida», explica la pediatra Leticia Castañón. «También tienen mayor riesgo de contraer infecciones, por lo que necesitan antibióticos con mucha frecuencia, y transfusiones de sangre por anemia. Por su inmadurez digestiva y la ausencia de reflujo de succión, necesitan recibir nutrición por vía parental a través de un catéter en una vena y alimentación por sonda».

Esta inmadurez del bebé prematuro a veces provoca lesiones intestinales graves como la esterocolitis necrotizante, que puede requerir cirugía para su tratamiento, aunque los que se alimentan con leche materna tienen menor riesgo.

 

Hugo, 26 semanas, 820 gramos

JOHANA Y JUAN, PADRES DE HUGO
«Gracias a las madres que donan su leche y nos ayudan en esta labor tan grande con nuestros hijos, y gracias a todos los profesionales sanitarios»

Hugo nació el 15 de enero a las 26 semanas y cuatro días de gestación. A los dos días de su nacimiento sufrió una obstrucción intestinal que le ha obligado a pasar tres veces por el quirófano del cirujano pediátrico. El nacimiento prematuro de Hugo también puso en peligro la salud de su madre, Johana Moreno, que sufrió varias hemorragias y tuvieron que extirparle el útero y el riñón, además de sufrir trombos en el pulmón y las piernas. «Lo que más me preocupaba es que no generaba la leche suficiente y yo quería ofrecer a mi hijo lactancia materna porque era lo mejor para él». Johana llora al recordar esos momentos. «Quiero recordar aquí a la pediatra Silvia Rodríguez, que me apoyó y me ayudó muchísimo, y agradecer a todos los cirujanos pediátricos y al personal del Hospital de León todo lo que han hecho por mi y por mi hijo». Hugo se alimentó durante un tiempo con leche materna donada por otras madres. «Gracias a Silvia y a la Liga de la Leche he vuelto a relactar, he recuperado la producción de leche que es lo más grande que tenemos las madres. Yo tengo otros tres hijos y siempre decía que la lactancia es un rollo, pero hay que pasar por un momento como éste para valorarlo más. Estoy muy agradecida a las madres que donan su leche y nos ayudan en esta labor tan grande».

«La leche materna es el mejor alimento que puede recibir un bebé», destaca Leticia Castañón. El suministro de leche humana donada procede del Banco de Leche Materna de Castilla y León, centralizado en el Hospital Río Ortega de Valladolid, desde donde se distribuye etiquetada y conservada a los hospitales receptores de la Comunidad que lo soliciten a través de un pedido. Desde el comienzo de la pandemia hasta ahora han recibido leche materna donada 25 recién nacidos en León, la mayoría prematuros menores de 32 semanas o 1.500 gramos al nacer, lo que representa un volumen de 24 litros de leche. «La leche del banco se reserva para los grandes prematuros hasta que su madre tenga suficiente leche, y también para recién nacidos con patologías graves como cardiopatías congénitas o asfixia severa en el parto, pacientes sometidos a cirugía gastrointestinal o tras enfermedades digestivas», asegura la pediatra. Para los prematuros y los bebés con bajo peso, que tienen un intestino inmaduro, la leche humana es más digestiva y se tolera mejor. Previene la enterocolitis necrotizante, mejora su sistema inmune, les protege frente a las infecciones y contribuye a su maduración.

Hugo, 27 semanas y 555 gramos

ANDREA Y SU HIJO HUGO
«En marzo, en el confinamiento, me hacían ecografías cada dos días. Daba vueltas a la cabeza y buscaba en Internet, que es lo que no hay que hacer»

La actividad de la unidad se mantuvo, con restricciones, durante los peores meses de la pandemia. Hugo, el hijo de Andrea García, nació el 23 de abril a las 27 semanas de gestación, peso 555 gramos y midió 31 centímetros. Los médicos se dieron cuenta de que algo no iba bien en una revisión ginecológica a las 20 semanas de embarazo. «Las arterias uterinas ya no trasladaban suficiente oxígeno ni alimento», cuenta su madre. «Me dijeron que había que esperar porque si nacía no tenía posibilidades de salir adelante». En los meses de confinamiento estricto, Andrea se desplazaba al Hospital para someterse a una ecografía cada dos días. «Encerrados en casa, consultaba en Internet, que es lo que no hay que hacer, y le daba vueltas a la cabeza todo el día». A las 26 semanas la ingresaron y a las 27 le practicaron una cesárea de urgencia por sufrimiento fetal. Me pusieron sulfato de magnesio, para la maduración cerebral y me practicaron la cesárea. Estuvo tres meses y medio en la incubadora y salió con 2.140 gramos de peso». Debido a confinamiento y las restricciones de visitas durante la pandemia, se turnaba con su marido para estar con su hijo. «Al principio lo pasé fatal, tuvo varias complicaciones. estuvo a punto de perder una pierna, pero al final, con la medicación, ha salido adelante y, de momento, está todo perfecto. Al ser un CIR (crecimiento intrauterino restringido) ni miran los percentiles, porque en su caso se guían por su edad corregida. Ahora está perfecto, es un guindilla».

Leo, 27 semanas y 1.015 gramos

TAMARA, MADRE DE LEO, Y ELENA, MADRE DE UNAI
Los hijos de Tamara y Elena siguen ingresados. Los dos están bien. Posan con las camisetas que ha diseñado el grupo para visibilizar a los prematuros

Leo sigue ingresado en la uci neonatal. Su madre, Tamara Pastrana, posa con las camisetas que el grupo de whatsapp de madres y padres de bebés prematuros han creado en León para compartir información y darse apoyo mutuo como familias de bebés guerreros que salen adelante agarrándose con fuerza a la vida. En el momento del reportaje Leo llevaba 50 días ingresado, pero siempre ha estado estable, aunque ha necesitado oxígeno. También se benefició hasta las seis semanas de vida de la leche materna donada. «Lo peor es cuando me dieron el alta y tuve que irme sin bebé y sin barriga. Fue durísimo».

Unai, 30 semanas y 1.200 gramos

Unai ha dejado la uci y está en planta. Nació el 1 de abril a las 30 semanas de gestación y pesó 1.200 gramos. Su madre, Elena Parra, posa también con la camiseta de los guerreros. «Está bastante bien. Siempre he sido optimista. Sólo me dio el bajón cuando tuvo una infección en la sangre, pero nunca he dudado de que mi hijo va a seguir estupendamente».

Las posibilidades de que un bebé sobreviva sin secuelas graves depende de las circunstancias que hayan provocado el parto prematuro, de los problemas durante la hospitalización, del peso y de la edad gestacional. «Los bebés que nacen antes de las 24 semanas tienen mayores posibilidades de desarrollar discapacidades como parálisis cerebral, ceguera o sordera», asegura la pediatra Leticia Castañón. «A partir de las 28 semanas, la incidencia de secuelas graves disminuye considerablemente. Apenas una o dos semanas pueden marcar una gran diferencia en la maduración del niño, y en su supervivencia y la probabilidad de secuelas».

Un prematuro extremo de menos de 28 semanas está ingresado al menos tres meses. Salen de la incubadora con la estabilidad respiratoria y los 2 kilos de peso.

La uci neonatal de León, hace una semana. CEDIDA POR EL HOSPITAL DE LEÓN

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