Diario de León

Un homenaje a los misioneros leoneses

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L. Peña Freire

La localidad de Mansilla de las Mulas acogió ayer a veinte misioneros y misioneras leoneses que se encontraban en ese momento en España con motivo del trigésimo primer aniversario del Día del Misionero. La Diócesis de León aprovechó el momento para rendir homenaje al trabajo de los 444 misioneros y misioneras de León, de los cuales 78 ya se encuentran en su lugar de origen (según explica la delegada diocesana de Misiones, sor Begoña Escudero), que se encomendaron en la tarea de pregonar la palabra de Jesús en 51 territorios donde era desconocida.

La celebración comenzó a las diez de la mañana con la preceptiva recepción de los participantes y con un rezo de .

A continuación, los misioneros fueron recibidos y saludados al alcalde de Mansilla de las Mulas, Miguel Ángel Gago, al arcipreste y párroco, Domingo del Blanco, y al obispo de León, Julián López.

Tres mujeres no quisieron perder la oportunidad para traer a la memoria general a un misionero y a una misionera, ambos leoneses, que dedicaron su vida a proclamar la Buena Nueva.

La profesora Covadonga Maraña habló del franciscano fray Bernardino de Sahagún, que acudió a México para ayudar al pueblo indígena de lengua náhuatl y las religiosas de las Agustinas Misioneras, Lourdes y Montse, conmemoraron la muerte de sor Esther Paniagua, asesinada en Argel durante una misión y quien ha sido recientemente beatificada.

Finalmente, la mañana se cerró con una Eucaristía en la Ermita de la Virgen de Gracia, para dar paso a una comida de fraternidad seguida de unos bailes tradicionales.

Testimonio

«Cada noche celebrábamos haber regresado a casa; conocimos el precio de la vida», cuenta Lourdes a este periódico. La hermana agustina relataba también que durante el tiempo que permaneció en Argel la duda matutina de cada día era si regresaría a casa tras salir a «llevar al mundo el amor y compartir la felicidad» como fiel seguidora de Jesús.

Recuerda que en ningún momento el temor se apoderó de ella porque, como bien dice, los misioneros y las misioneras «queremos ser seguidores de Jesús y por eso no tenemos miedo a la muerte».

«Somos portadores del Reino de Dios entre los más débiles», recordó Lourdes al auditorio.

Cuando finalizó su misión como enfermera misionera en el país del norte de África, tomó la decisión de continuar porque había logrado cambiar la forma en la que los argelinos concebían a los extranjeros. «Al principio se dirigían a mí con malas palabras, pero con el paso del tiempo eso cambió», cuenta la misionera.

Algunos musulmanes consideraban que los misioneros «ensuciaban la tierra del islam», dice la misionera. Tal fue así que la hermana agustina cuenta emocionada cómo el 20 de octubre de 1994 salía con sus otras tres compañeras de misión a celebrar el Domund cuando dos de sus compañeras fueron asesinadas.

Lourdes relata que habían tomado las medidas de seguridad recomendadas por la embajada que consistían en no salir en grupo. «Si matan a dos, que no maten a cuatro», dice. Pero unos «terroristas» estaban esperándolas.

Las dos leonesas, María Jesús Rodríguez y Lourdes Miguélez, salvaron su vida porque unos jóvenes las resguardaron en su casa. En cambio, la leonesa Esther Paniagua Alonso y la burgalesa Caridad Álvarez Martín no corrieron la misma suerte. «Las hermanas se vieron afectadas por los tiros» y fallecieron, refiere.

Para la misionera, la vida de estas dos mujeres «fue la ofrenda por amor al pueblo y al reino de Dios antes de ir a la Eucaristía, la cual nunca se celebró».

La hermana Montse, recalca que la presencia de los misioneros es muy significativa en los lugares a los que acuden porque «la mirada de las personas a los pueblos a los que vamos hacia nosotros es de esperanza» y subraya que «el mérito no es de los misioneros» sino de las personas de allí.

Montse recuerda cómo, tras la muerte de las dos hermanas, un periodista argelino publicó una crónica sobre el suceso en el que sentenciaba el asesinato. Un mes más tarde, «él también fue asesinado», apunta la misionera.

Estadísticas

El instrumento oficial de la Iglesia católica que atiende a las grandes necesidades con las que se encuentran los misioneros en su labor de evangelización por todo el mundo, las Obras Misionales Pontificias (OMP), y que depende de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, asegura que hay en total 12.000 misioneros españoles de los que el 54% son mujeres y el 46% son varones.

Actualmente, según la OMP hay 1.109 territorios de misión en los que la Iglesia comienza a dar sus primeros coletazos.

Los misioneros y las misioneras españolas, se encuentran repartidos en 132 países en los 5 continentes.

En América es donde se encuentran la mayoría de estos portadores de la Buena Nueva (el 55% del total), seguida de Europa en donde se ubica un 30,15% de los misioneros. En África hay un 9,55%, en Asia un 5% y en Oceanía, un 0.3%.

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