Diario de León

Homenaje a las 4.099 víctimas

La huella imborrable del Covid-19 en la viuda de un minero

El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, presidió ayer en Segovia el tributo a las personas fallecidas por Covid y a los profesionales en primera línea. Sara Doce, viuda de un minero leonés, entregó las flores

León

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Imborrables son para Sara Doce y su familia los días de marzo en los que el coronavirus se llevó a su marido en una sala del Hospital de León sin poder verle ni abrazarle. Imborrable el dolor de no poder velarle y ni siquiera asistir a su entierro. Ayer apartó ese dolor prolongado y «sin pensar en más» acompañó al presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, para depositar la ofrenda floral por todas las víctimas del Covid-19 en Segovia.

En el monumento erigido en el jardín de los Zuloaga quedó la huella del recuerdo de los mejores momentos vividos en más de 60 años de matrimonio. «Hay huellas imborrables y vuestro testimonio de vida permanecerá siempre en nuestra memoria», reza el texto grabado en la placa para la ocasión.

Eva Ferreira

«Quedarán grabadas en el corazón las miradas, los gestos de compañía y la palabra ‘gracias’»

«Me ha gustado mucho. Ha sido un acto muy sencillo», afirmó Sara Doce El texto aparece en la placa descubierta ayer en los jardines de Zuloaga de Segovia durante el acto de homenaje a las 4.099 víctimas mortales del Covid-19 en Castilla y León (hasta ayer, según datos de la Junta) y y que ha servido también de reconocimiento y gratitud a los trabajadores de todos los sectores que se enfrentan a diario contra esta pandemia, desde los sanitarios y los profesionales de los servicios sociales, a las fuerzas de seguridad o los agricultores y ganaderos.

Manuel Pereira Montoiro es una de las 716 víctimas leonesas del Covid-19 (una de las 424 fallecidas en hospitales) según los datos que aporta la Junta de Castilla y León en su portal de transparencia. Tenía 84 años, casi 85, y se encontraba «bastante bien». El matrimonio, oriundo de las aldeas gallegas de Cacharela y Aramio (Santiago de Compostela) emigró a las minas leonesas a finales de los años 50. Se establecieron en Vega de Gordón, primero, hasta que consiguieron vivienda en Santa Lucía, que le ahorraron al hombre los cinco kilómetros a pie para llegar al tajo cada jornada.

Criaron a dos hijos, Eugenia y José Manuel y les dieron estudios. Poco antes de jubilarse se trasladan a León. A Manuel le gustaba pasear, leer el periódico y encontrarse con los muchos conocidos de Santa Lucía que hay en la capital. Estaba bien de salud. Pocas semanas antes de que el Covid-19 le atrapara los dos pulmones hicieron su último viaje juntos a Benidorm con el Imserso. Lo que vino después fue mucho miedo y dolor.

Sara Doce agradeció el homenaje tributado ayer en Segovia a su marido y a todas las víctimas. «Me ha gustado mucho. Ha sido muy sencillo», señaló. A Manuel le despedirán en familia el próximo sábado en la misa funeral que, después de tantos meses, celebran por su alma.

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