Diario de León

Crisis por el coronavirus

Iscar y Pedrajas abren con alivio

Los dos municipios vallisoletanos terminan el aislamiento al finalizar las dos semanas de cuarentena Los vecinos inician la nueva normalidad con precaución

Dos vecinos de Íscar pasean por las afueras tras finalizar el confinamiento. NACHO GALLEGO

Dos vecinos de Íscar pasean por las afueras tras finalizar el confinamiento. NACHO GALLEGO

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Las puertas de los municipios vallisoletanos de Íscar y Pedrajas de San Esteban vuelven a estar abiertas para sus cerca de 10.000 habitantes y para los ciudadanos que quieran visitarlos.

Ya no hay controles de la Guardia Civil en las entradas porque no es necesario al haber finalizado las dos semanas de aislamiento provocadas por un brote de Covid-19 que se originó entre los trabajadores de un matadero de aves.

«Alivio» es la palabra que usa un grupo de vecinos en Pedrajas para definir la sensación de este domingo, aunque reconocen que no tienen pensado salir de su pueblo. Dicen que no lo necesitan por ahora, aunque celebran no tener la «sensación de estar preso sin haber hecho nada».

El alivio va unido a la precaución que evidencian las calles sin apenas movimiento de vecinos pedrajeros. «Todo sigue igual, aunque te pones contenta al saber que no hay más enfermos», explica una mujer, barra de pan en una mano y su nieta en la otra. «¡Que se entere la gente que aquí estamos sanos!», sentencia.

Por las calles de Íscar se atisba una mezcla de ánimo y responsabilidad. El positivismo por salir del desconfinamiento va unido al cumplimiento estricto de las medidas sanitarias para que no vuelva a suceder. Se ve poco movimiento en el pueblo, algunas mesas ocupadas en las terrazas y más de un paseo en una mañana templada, donde el tema de conversación al cruzarse a un vecino no es otro que el mismo de las semanas pasadas.

Los protagonistas de la mañana han sido los seis jóvenes que tomaron su Primera Comunión en la Iglesia de Santa María de los Mártires. Una ceremonia con hidrogel antes de pisar el templo, con distancia de seguridad frente al altar y con mascarillas a juego con los trajes y vestidos de los pequeños, que no olvidarán este día.

Sin aglomeraciones

Ante la afluencia desmedida que suelen tener las primeras comuniones, el párroco de Íscar, Juan Carlos Plaza, las ha oficiado en varias jornadas para evitar aglomeraciones. Hoy han sido seis niños, ayer fueron cinco, y durante los próximos fines de semana hasta bien entrado septiembre seguirán los más de 40 que comulgan por primera vez en sus vidas este año marcado por el Covid.

El párroco finaliza una mañana ajetreada, con dos misas antes de la propia de las comuniones, en las que se ha respetado al máximo el aforo y el resto de medidas: se usan la mitad de bancos, se elimina la procesión por el pasillo de la Iglesia propia de la ceremonia, y se mantiene la distancia de seguridad entre feligreses.

Por lo demás, hay vecinos que han aprovechado la primera jornada tras el confinamiento para salir de su pueblo, y otros que lo harán los próximos días, como un joven que visitará Valladolid esta semana.

«He quedado con mis amigos de allí, tampoco tengo prisa porque solo han sido dos semanas y tuve que esperar mucho más en el estado de alarma».

Por contra, hay otros que vuelven al pueblo después de conocer el confinamiento fuera de sus fronteras municipales. Ellos, aunque no han estado confinados, han sufrido los prejuicios asociados estos días al nombre de Íscar tras el revuelo mediático de la localidad.

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