Diario de León

La jornada maratoniana de los ‘pecerreros’

Una PCR cada 50 segundos. Cuatro profesionales de enfermería, con el apoyo de auxiliares y militares, toman una media diaria de mil muestras para PCR en el área de salud de León. Son la base de la lucha para detectar contagios de Covid-19.

León

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Los ‘pecerreros’, como se autodenominan coloquialmente las personas que toman las muestras para las PCR, comienzan la jornada a las ocho de la mañana. En la sede de la Gerencia de Atención Primaria de León, en Eras de Renueva, recogen los listados para la toma de muestras biológicas que determinarán los contagios del día. Un vehículo del ejército —hoy tocó del Aire— traslada al equipo hasta el aparcamiento de Clarés, al lado del campo de fútbol Reino de León, donde la cola de vehículos crece minuto a minuto. Y la impaciencia también.

Bajo una carpa instalada por el Ayuntamiento de León hace pocas semanas, Luis, Teresa y Francisco Javier preparan las mesas y todos los materiales necesarios para iniciar una jornada maratoniana marcada por la rutina, la resistencia, la colaboración y la rapidez para que el engranaje del equipo funcione.

Luis Ferreira de Jesús, enfermero, Teresa Santos, Técnico de cuidados auxiliares de enfermería, y Francisco Javier Campesino, suboficial del Ejército del Aire, comparten una jornada maratoniana más. El primero en cruzar la carpa con el coche llegó a las siete y media de la mañana para salir corriendo. Todo el mundo tiene prisa. «Quite la mascarilla, por favor; abra la boca grande. Mañana o pasado le llaman por teléfono con el resultado». José Luis repite esta frase cerca de medio de millar de veces hasta que, a las cuatro y media de la tarde, toma las dos últimas muestras a dos ancianas en una residencia de La Virgen del Camino.

Labor de criba

Cada semana dos mil personas quedan confinadas por los positivos de Covid-19

Con el bastoncillo saca restos biológicos de la garganta y de la nariz —cuando son personas adultas, a los niños sólo de la garganta— y luego lo introduce en un tubito con una solución líquida. Inmediatamente pide el ‘papel’. Todo el mundo ha de llevar el documento del médico de Primaria. José Luis comenta que ya no pide el volante porque, con los nervios, la gente a veces se quedaba perpleja y «agarrada al volante del coche», como pensando en arrancarlo.

Las caras que se ven desfilar en las ocho horas largas de intenso trabajo dan reflejan emociones, actitudes, miedos y agradecimiento, mucha gratitud. Una mujer marchando llorando, un hombre avisa: «Tened cuidado, que yo soy positivo», un niño se resiste, llora, «no quiero, no me gusta», protesta. «No tengas miedo», es la frase que muchos papás y mamás pronuncian como un mantra mágico. Alguna familia, son muchas las que acuden en grupo, lleva preparado el premio. «Mira, es un astronauta de la Nasa», dice una madre. Y no hace falta echarle mucha imaginación para creerlo.

En Sahagún han conseguido poner a raya al virus. GAITERO

José Luis Ferreira se enfunda cada mañana en un buzo blanco de plástico, con gafas, doble mascarilla y guantes. Un uniforme de trabajo incómodo que acelera la transpiración cuando hace calor y no quita el frío cuando bajan las temperaturas. «Cuando empezamos en el CHF a veces tenía que parar y ponerme una manta unos minutos.

La gente viene en coche, pero nosotros estamos a la intemperie», comenta. «Aquello fue supervivencia», comentan Ferreira empezó con las PCR el 28 de febrero con un curso de formación. «Al principio íbamos a las casas, hacíamos unas 15-20 al día, después vino la avalancha». Desde entonces no ha dejado de tomar muestras para las PCR. De las más de 80.000 que se han hecho en León hasta la fecha, unos cuantos miles las han sacado sus manos.

La pericia y el perfeccionamiento de la cadena del equipo Covid han logrado reducir a 50 segundos la media por toma de muestra, con todo el papeleo y el movimiento de material que supone.

Un día cualquiera

Desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, desde León hasta Mansilla y Sahagún

Mientras el enfermero extrae la materia biológica necesaria para saber si una persona está o no contagiada de Covid-19, la auxiliar y el militar que hace hoy guardia-Covid preparan los envases. Una veintena de tubos en una bolsa y varias bolsas en una caja que especifica el lugar de donde proceden. Clarés. Es el nombre que llega con las cajas procedentes del campo de fútbol. «Es un proceso que hemos desarrollado poco a poco, antes venían sin los volantes y había que hacerlos a mano» para que tubo y datos casaran en el laboratorio.

El humor con que desempeñan la tarea no quita ni un ápice de seriedad al trabajo. «He cogido este trabajo como si fuera un problema mío, una lucha entre el virus y yo», apostilla. Asegura que «en aquellos dos primeros meses hubiera trabajado gratis». Las caras de la gente, a pesar de l que está cayendo, ya no tienen nada que ver con el miedo que mostraban en marzo y abril, cuando casi el 50% de las PCR que se hacían daban positivo.

Algunos adolescentes acompañados por un adulto se ríen, entre la vergüenza y la despreocupación. «A estos ya les tomé la muestra para otra prueba, ahora vienen a ver si ya no lo tienen», comenta el enfermero. «Vamos a ver si nos dice que ya estamos libres», señala una pareja con gesto de angustia.

Aunque parezca que trabaja de forma automática a José Luis no se le escapa una frase y no hay una respuesta sin sentido: «¿Si me da negativo puedo ir a trabajar», pregunta un paciente. «Tiene que hacer lo que le diga el médico», responde mientras con la mano indica al siguiente coche que pase.

Muchos menores y familias enteras para la toma de muestras de PCR en el campo de fútbol. FERNANDO OTERO

Algunas personas llegan a pie. Sobre todo mujeres. Hay quien llega en taxi hasta el campo de fútbol. A las diez y media de la mañana pasa una mujer que lleva hora y media de espera. La cola parece interminable. Da vueltas sobre el aparcamiento. A las once, las primeras muestras salen hacia el hospital.

Entre prueba y prueba el enfermero aprovecha para llamar por teléfono a su jefa para pedir material y al laboratorio de Microbiología para avisar de que llegarán las muestras en breve. Ni un trago de agua —Juan, de Protección Civil, se acerca todas las mañanas con el avituallamiento— hasta que finaliza la labor en el campo de fútbol. «No puedo ir al servicio...», señala.

«Tenemos una consulta mañana en Madrid con mi mujer», comenta otro paciente. «Lo que quiere es el resultado», señala el enfermero. «Pero nosotros no podemos dar preferencia a nadie», apostilla. «¡Gracias!», a pesar de todo, es la palabra que más se oye. Los últimos siete coches y una familia que espera a pie y todo listo para ir a Mansilla de las Mulas. Pero llaman de Sahagún, que tienen mucha gente y se cambia el orden. Más de setenta personas esperan en unos jardines a las afueras de la villa. Algunas tienen que volver al centro de salud a por el volante correcto. Un hombre mayor tiene qu ir a casa porque lo traía en el móvil y precisamente aquí es uno de los pocos sitios donde el papel es imprescindible. «Tengo un catarro desde hace año y medio y la médica me ha mandado», dice un hombre que viene desde un pueblo cercano.

Mulas, el agente de Protección Civil y de Bomberos, se encarga de regular el tráfico y mantener la tranquilidad. Desde que empezó la pandemia no ha dejado un día de hacer labores Covid. Pasadas las tres de la tarde el equipo aterriza en Mansilla de la Mulas. La cola espera impaciente. Al cabo de un rato la Guardia Civil dice sorprendida: «Va muy rápido». Un zumo con leche del y el equipo Covid, a las cuatro de la tarde, pone rumbo a La Virgen del Camino. Dos últimas pruebas en una residencia. Hay que esperar fuera. Sólo entra el enfermero. En este impás Teresa confiesa que estuvo dos meses de baja. Que se contagió y aunque no fue grave, «se pasa mal y quedan secuelas...». Finalizada la toma de muestras todavía hay que dejar el material en el campo de fútbol y entregar las muestras en el hospital. Pasan de las cinco de la tarde cuando terminan la maratoniana jornada que se repite de lunes a sábado. «Esto es una labor que hace la Atención Primaria. Gracias a esto el Hospital no está saturado», recalca Ferreira.

Una vez que las muestras llegan al laboratorio del hospital, del Pecuario, y a partir de la semana que viene de la Universidad de León, el tiempo es oro y, sobre todo, salud. Unas dos mil personas son confinadas a la semana por los resultados de las PCR. «Por cada positivo hay tres o cuatro contactos estrechos por lo menos», subraya el gerente de Atención Primaria, José Pedro Fernández.

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