Diario de León

Las enfermeras mártires de Somiedo

La búsqueda

A última hora del día 27 de octubre se susurra por las calles de la ciudad de Astorga un acontecimiento que nadie se atreve a verbalizar en alto, pero poco a poco ese murmullo va tomando forma de noticia, noticia que finalmente es confirmada en voz alta por las autoridades.

Carta de Manuel García Prieto a Pilar. FONDO UNZUETA GULLÓN

Carta de Manuel García Prieto a Pilar. FONDO UNZUETA GULLÓN

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Mercedes Unzeta Gullón | Astorga
León

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El destacamento militar de Somiedo ha sido atacado de madrugada por los ‘rojos’. No se sabe nada más. Cunde la alarma en el ánimo de los astorganos y un gran estremecimiento sacude el espíritu confiado de las familias de Pilar, Olga y Octavia.

El Pensamiento Astorgano publica: «Al filo del mediodía de una soleada mañana otoñal hirió nuestros oídos la tremenda noticia : ¡Se las han llevado los rojos! Y la horripilante noticia corrió de boca en boca por todos los ámbitos de la ciudad, produciendo estupor y lágrimas.»

¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido de ellas? La ansiedad por saber más les consume. Hablan de que se las han llevado prisioneras ¿Dónde? ¿Cómo? No les puede haber pasado nada malo, eran enfermeras de la Cruz Roja.

Las familias se ponen rápidamente en movimiento. Inician una búsqueda desesperada. Un primo de Pilín, que vive en Lugo establece enseguida una fluida comunicación con su tía, Doña Pilar Yturriaga, para organizar cuanto antes un sistema de búsqueda del paradero de las jóvenes. Lo primero que se le ocurre es distribuir una nota en todos los hospitales de sangre —hay instalados más de cinco— y a todas las enfermeras de la Cruz Roja de la zona recabando información, porque afirma que llegan muchos evadidos de la parte de Asturias. La nota reza así: «Se desea saber a la mayor brevedad posible si en el sanatorio u hospital donde Ud. presta sus servicios profesionales hay algún herido o enfermo que proceda de Asturias y haya estado situado muy próximo a Pola, Mieres o Somiedo para obtener datos sobre unas enfermeras de la Cruz Roja desaparecidas». También pide a su tía que le describa el físico de las amigas si son rubias o morenas, delgadas o gruesas, altas o bajas, pues llegan muchas personas en mal estado y sin documentación, por si se las puede reconocer.

San Sebastián 5 de noviembre. Carta de Manuel García-Prieto, Marqués de Alhucemas. «Mi querida Pilar. Acabo de recibir la carta de Chema (hermano de Pilín) que nos ha producido el disgusto hondísimo que os podéis figurar…… bien sabes nuestro cariño a la angelical Pilín…. Inmediatamente me he puesto al habla con José Mª Lignés a fin de que vea enseguida a la marquesa de Valdeiglesias, con una carta de María (Montero Rios, su mujer) al Conde de Vallellano rogándole se ocupe con urgencia y el mayor interés del caso de Pilín y sus compañeras… Dios protegerá a Pilín que tanto lo merece y la sacará con bien del duro trance en que por bondad, altruismo y caridad se ve metida…..»

El conde de Vallellano había sido nombrado por la Junta de Defensa Nacional, al inicio de la sublevación, con el apoyo de su amigo el General Mola, como presidente de la Cruz Roja. Pero claro, era considerado como tal tan sólo en los territorios en los que los sublevados habían ganado, mientras que existía un presidente de la C.R. oficial, el Dr. Aurelio Romero Lozano, nombrado por el todavía Gobierno legítimo de la Nación de José Giral. Este desdoblamiento de autoridad en los distintos territorios implicaba dificultades e interferencias en el funcionamiento de la labor y gestión humanitaria y su reconocimiento en los estamentos internacionales. El Delegado Internacional de esta Institución, CICR, Marcel Junod, se encontró con muchas dificultades para establecer acuerdos, sobre todo en el tema de intercambio de rehenes, con las dos representaciones españolas de la Cruz Roja.

Burgos 6 de noviembre, marquesa de Valdeiglesias. «Mi querida María, recibo tu carta que me produce gran pena y me hago cargo de vuestra inquietud y dolor. He hablado con Vallellano el cual me encarga te diga que ya había hecho gestiones muy apremiantes, por tratarse de unas enfermeras de la Cruz Roja, cerca del Comité Internacional de Ginebra y con los Delegados que aquí han llegado…. . para todo son dificultades grandes. Pero puedes estar segura que haremos cuanto podamos por una causa que tanto nos afecta, no tan sólo como amigas, sino como representantes de la Cruz Roja...

Lugo 12 de noviembre (del 36). El sobrino Aquilino cuenta a su tía Pilar (la madre de (Pilín) en su carta que ha contactado con el amigo de un amigo de Mieres «Todos los médicos y enfermeras —así dijo— que caen en poder de los rojos por allí, todos los llevan a Mieres portándose bien con ellos para que traten bien a su vez a los rojos. El Comité de allí es moderado… después de oír cuanto me dijo creo en la posibilidad de que Pilín esté allí

El tiempo pasaba y la angustia crecía en la familia. La inquietud de la madre era espantosa

Lugo 20 de noviembre, Aquilino escribe a Guillermo (hermano de Pilín) que un médico se ha informado de que en Belmonte tenían prisioneras a tres enfermeras de la Cruz Roja. «Particípaselo sin perder tiempo a tío Manolo a San Sebastián (Manuel García-Prieto) para que insista cerca de Vallellano. No pierdas minutos. Allí están, tienen que ser ellas», le apremia.

Lugo 5 de diciembre, A. «… hablo con D. Evaristo de Vicente importador de bacalao de Vigo a quien allí llaman el «Rey del Bacalao» tiene un hijo alférez en el Batallón nº38 en Villablino y otro en Grado. Se da el caso de que hace pocos días estuvo con su hijo Bernardo que es el que está en Villablino. Conoce y hablan de las enfermeras. Dice que están bien, que piden un millón de pesetas por cada una, que las tratan bien para obtener dicha cantidad… yo le escribo ahora sin pérdida de tiempo. Si me contesta os daré detalles de cuánto me diga»

Lugo 14 de diciembre. A. «El jefe militar de Salas cree no procede que nadie de la familia vaya por ahora hacia Belmonte. Primero localizarlas y luego vendría el plan a seguir ya que como dice él, y dice bien, cuanto más interés vean ‘por la prensa’ los rojos más difícil es conseguir el rescate … de nuevo escribo a Grado y Salas… »

Astorga 6 de enero del 37. Doña Pilar Yturriaga. «Excmo Señor General Millán Astray. Me tomo la libertad de molestarle para pedirle un favor que creo no me desatenderá, pues he leído su alocución que Ud. dirige a todos los que trabajan en favor de la Patria y como esto es precisamente eso, no me abandonará. Pidieron para el frente de Somiedo…… nos han dicho que están en Belmonte….Ud comprenderá nuestra situación sin noticias de nuestras hijas es espantoso y sin saber qué hacer para poderlas traer hágase cargo de ello y le pido de todo corazón nos atienda…..»

El tiempo pasaba y la angustia crecía en la familia. La inquietud y la ansiedad de la madre ante la incertidumbre del paradero de su hija era espantosa.

San Sebastián 7 de enero del 37, Doña Maria Montero Rios, (A Pilar Yturriaga) «Queridísima Pilaruca, retrasando el escribirte en la espera siempre de ponerte el telegrama comunicándote la feliz nueva con la que no hay noche que no piense y pidamos nos lo conceda Dios…..Hablamos con el Delegado Mr. Courvoisier el que no nos dio muchas esperanzas de llegar a ellas….

Lugo 9 de enero del 37, A. »Mi querida Pilar… Entiendo que hay que esperar que se inicien las operaciones por Grado y sobre Belmonte que ya se suspendieron por dos veces, y por las confidencias que yo recibí parece que es por donde estaban las chicas…»

San Sebastián 11 de enero del 37, María Montero Ríos, «Queridísima Pilaruca….. el amigo de Burgos… nos dice que hay que escribir una carta directamente a Ginebra sobre el asunto. Hemos seguido el consejo… Quiera Dios que se nos termine pronto esta angustia constante, esta preocupación de cada instante, este sufrimiento por estas pobres niñas…»

Burgos 20 de enero del 37, Conde de Vallellano. «Mi querido amigo (Guilllermo) Hablé el otro día con el señor Pourtalés…. No he de ocultarle que las impresiones que tienen hoy por hoy son nada satisfactorias, ya que tanto a su hermana como a sus compañeras las tienen como desaparecidas…. Hablé el otro día con su madre por teléfono, pero naturalmente … dejándole siempre abierta la puerta a la esperanza … Y le suministré palabras esperanzadoras según sus propios deseos e instrucciones».

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