Diario de León

La otra vida de Genarín

Los archivos iluminan a Genaro. La vida de Genarín, desde su nacimiento en Izagre el 19 de septiembre de 1861 hasta su trágica muerte en la carretera de los Cubos la mañana de Viernes Santo de 1929, es reconstruida en un minucioso rastreo por archivos eclesiales y civiles, hemerotecas y entrevistas familiares. .

Documentos que marcan dos hitos en la vida de Genaro: la partida de matrimonio y el acta municipal con la plaza en el Fielato de Puente Castro. En el medio, su firma de puño y letra.

Documentos que marcan dos hitos en la vida de Genaro: la partida de matrimonio y el acta municipal con la plaza en el Fielato de Puente Castro. En el medio, su firma de puño y letra.

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ana gaitero | león

El mítico Genarín, a quien miles de personas rinden homenaje en la procesión pagana de la madrugada del Jueves Santo de León, fue mucho más que el santo borrachín que cantan sus cofrades. Hospiciano, empleado del fielato, tipógrafo y jornalero, el hombre de carne y hueso, el ciudadano común que aflora en los archivos, nacido en Izagre de «padres desconocidos» se casó con una moza cepedana con la que tuvo cinco hijos, dos de ellos gemelos. Enviudó a los 55 años y al año siguiente pierde a uno de los chicos pequeños. Pero aún patearía las calles y tabernas leonesas hasta los 68 años cuando fue atropellado por el camión de la limpieza. Genaro sabía escribir y por tanto también leer.

Julián Robles, Javier Fernández-Llamazares y Javier Benéitez rescatan al ciudadano común con las pesquisas que han llevado a cabo en los archivos civiles y eclesiales, periódicos y en entrevistas con sus descendientes Genaro, Inmaculada y Gemma.

Si Francisco Pérez Herrero y sus compañeros de coplas y correrías nocturnas alimentaron la leyenda y Julio Llamazares la convirtió en 1984 en un libro de culto titulado El entierro de Genarín , en breve contará con biografía, como los grandes personajes de la historia, gracias a las investigaciones realizadas en los últimos años por estos tres leoneses curiosos.

«El 19 de septiembre de 1861 Victoriano Pérez, vecino del pueblo de Izagre, se halló con una criatura a la puerta de su casa y la mostró al alcalde constitucional del ayuntamiento, quien enseguida, temeroso de la fugacidad de la vida, pasó un recado de atención al Señor Cura Párroco de este lugar, don Vicente Arredondo Castañón, para que la bautizase». Aquel mismo día el cura le dio las aguas bautismales y le puso el nombre de Genaro, tal y como consta en el libro de partidas de sacramentales de Izagre. Así comienza la atribulada historia de Genaro Blanco Expósito, elevado a los altares paganos de León y protagonista de una procesión-manifestación que pone la nota de irreverencia y contestación a la Semana Santa de la capital.

La criatura de «padres desconocidos», como anotaron en el hospicio, donde ingresó al día siguiente de su nacimiento oficial, terminó sus días a la edad de 68 años víctima de un accidente de tráfico, del que se hicieron eco varios rotativos, entre ellos el Diario de León. El hallazgo de la esquela en La Democracia , con toda la relación de parientes, permitió iluminar con más tiento la otra vida de Genarín que saldrá a la luz con el título El 147 de 1861 .

A los niños y niñas que ingresaban en la inclusa se les ponía un número antes de darles apellidos. Y a Genaro le tocó el 147 de aquel año en que Benito Juárez conquista la ciudad de México, Narciso Monturiol realiza las pruebas fallidas del submarino Ictineo 1 en Alicante y son coetáneos suyos personajes como Rabindranath Tagore y Luis Menéndez Pidal.

Con apenas un mes y medio de edad el niño fue rescatado del orfanato de San Cayetano, que tenía su entrada por la actual calle Puerta de la Reina y otra fachada por el actual Correos de San Francisco. El 1 de noviembre de 1861 se hizo cargo del bebé un matrimonio de Palaciosmil, pueblo del ayuntamiento de Quintana del Castillo, en La Cepeda. Tomasa Arias y Pedro Mayo recibían a cambio 18 reales al mes.

Los archivos cuentan también que pocos días antes de cumplir los 15 años, el 4 de septiembre de 1876, el muchacho fue devuelto al orfanato. Durante los veinte años siguientes se produce un vacío documental en la vida de Genaro. Hasta que en 1896 aparece su nombre en un acta municipal que le otorga una plaza en el Fielato de Puente Castro, en el ramo de Consumos.

El vecino Genaro se convertía así en una especie de funcionario de aduanas de la ciudad o empleado de la hacienda pública. Debió de ser una especie de ascenso laboral, especulan los autores de su biografía documentada, pues al año siguiente se casa con María García Pérez, oriunda de Oliegos, pueblo cepedano que desaparecería en la década de los 40 del siglo XX baio las aguas del pantano de Villameca. La boda se celebra el 18 de enero de 1897 en la iglesia de Nuestra Señora del Mercado, barrio en el que se asentó la pareja pues la partida de nacimiento de alguno de sus hijos desvela como domicilio una casa de la cercana calle Hospicio.

Al finalizar la primera década del siglo XX, Genaro y su familia residen en el barrio de Santa Marina. Jacinto y Leonardo tienen 15 años, Antonio cuenta 9 años, Ángel ya cumplió los seis y Emilio los cinco. A la edad de 51 años el ciudadano común figura como jornalero, tras haber perdido su empleo en el fielato, que al parecer fue temporal, y también el de tipógrafo, que su hijo Jacinto ejerció con gran cualificación.

Sin trabajo ni sueldo fijos y con tres pequeños aún que mantener, el hombre de carne y hueso, a quien se atribuyeron en la obra de Llamazares las funciones de mozo de estoque y muñidor electorero de un candidato a diputado —por lo que habría recibido incluso una paliza—, enviuda a la edad de 55 años. El 19 de abril de 1917 muere su esposa María, a los 43 años, lo que implica que el marido le sacaba 12 años de diferencia. La familia residía entonces en la calle Cantarranas y los tres hijos pequeños fueron admitidos temporalmente en el hospicio. Allí muere, el 11 de enero de 1918, el joven Antonio a causa de una meningitis. Sus hermanos fueron recogidos del establecimiento el 25 de mayo de 1921 y el 10 de enero de 1922.

Los biógrafos citan las andanzas de Genaro en los últimos años de su vida relatadas por Julio Llamazares, como que se dedicó a vender periódicos en los arrabales y a la pellejería ambulante, sin casa ni hogar que resguardarse, además de cultivar la afición del vino. Aunque nada mencionan por ahora de su faceta de putero y de su relación con la Moncha, tal vez porque hasta el momento no han encontrado documento alguno que acredite esta otra faceta de su vida.

Incluyen, eso sí, la noticia del accidente publicada en Diario de León el 30 de marzo de 1929 que relata que el camión de la limpieza que se estrelló contra la muralla y aplastó literalmente a Genarín que «caminaba casi pegado a ella». Con esta afirmación echan abajo, basándose en los pliegos del pleito judicial, la versión de que el borrachín se encontraba miccionando sobre el muro romano. Sin duda la otra vida de Genaro dará mucho que hablar en los próximos meses, pero difícilmente acabará con el mito.

De hecho, el libro 147 del 61, que firmarán Julián Robles y Javier Fernández-Llamazares, se publicará coincidiendo con el 90 aniversario de la muerte de Genaro Blanco Expósito. Por cierto, José María Sáez, el conductor del camión, fue condenado a dos años de prisión por un delito de homicidio por imprudencia temeraria y una indemnización de 5.000 pesetas a los hijos, de la que se tiene que hacer cargo, por insolvencia, el dueño del camión, don Marcelino Hidalgo. Como la vida misma.

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