Diario de León

Enrique García, el abuelo gimnasta

El leonés que estira la edad en La Granja

Con la flexibilidad de un niño y el tesón de un adulto, Enrique García, de 94 años, es uno de los personajes más conocidos del parque de La Granja. Cada día acude en bicicleta a realizar su tabla de gimnasia matutina.

El nonagenario demuestra su flexibilidad y fuerza. FERNANDO OTERO

El nonagenario demuestra su flexibilidad y fuerza. FERNANDO OTERO

León

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Ayer se celebró el Día Mundial de las Personas Mayores, una fecha elegida por la ONU para poner el foco sobre las personas en el otoño de su vida. La pandemia ha visibilizado los padecimientos y el sacrificio de las generaciones de más edad.

Enrique García inició su habitual jornada de actividad ajeno a la conmemoración, con la misma ilusión y ganas de salir a la calle que cada día. Ni siquiera la pandemia logró interrumpir su rutina diaria de ejercicio físico. Durante el confinamiento tuvo que conformarse con hacer la gimnasia en una esterilla extendida en el salón y entre 10 y 12 kilómetros diarios en la bicicleta estática hasta que pudo volver al parque.

Enrique García hace estiramientos con las gomas sobre la barra del campo de fútbol. FERNANDO OTERO

Desde hace más de 20 años, García, jubilado de la construcción, acude cada mañana al Parque de La Granja en su bicicleta desde el barrio de La Palomera, donde reside. A sus 94 años, el ejercicio es vital para él. «El día que no vengo me falta algo», dice este hombre para quien el secreto de la vejez es «cuidarse y tener ánimo». En el parque de La Granja «me conocen hasta los perros», afirma con humor.

Enrique García es un ejemplo de envejecimiento activo entre los muchos que abundan en la ciudad y en una provincia que cuenta con más de 125.000 personas mayores de 65 años, el 27% de la población leonesa en la actualidad.

Cada mañana se levanta a las siete o siete y media y una hora después está camino del parque en su bicicleta. «Hago ejercicio, desayuno y a las ocho y media ya estoy aquí, me guío por el reloj de la farmacia», apostilla.

Entre los dos campos de fútbol de La Granja se emplea a fondo durante hora y media. Flexiones, estiramientos y hasta volteretas sobre la barra que rodea el campo. Empezó la rutina cuando tenía unos 70 años y no ha parado desde entonces. «Si lo dejo, a esta edad, se apoltrona uno», afirma. El ejercicio físico de su vida cotidiana era la construcción, en una época en la que «casi todo se hacía a mano, no como ahora». Pero no practicaba deporte alguno, salvo el fútbol, de niño con las zapatillas en la plaza del pueblo donde nació, en Valverde de la Virgen.

El nonagenario demuestra su flexibilidad y fuerza. FERNANDO OTERO

«A los 63 años me jubilé, tuve una operación de cabeza y cuando me dieron el alta y el doctor Mostaza me dijo: ‘Enrique de esto no te vas a morir, puedes bailar, saltar... ‘y empecé a andar mucho a los Pinos», cuenta. Luego se aficionó a hacer ejercicios en el gerogimnasio de La Granja, pero ya no se siente con la fuerza necesaria y utiliza sus propias gomas de estiramientos en diferentes modalidades. «Me colgaba en los aparatos, hacía filigranas pero ya no se puede», dice a pesar de su destreza en la barra del campo de fútbol.

En el parque no ve a mucha gente de su edad y menos haciendo ejercicio. Los ‘jóvenes’ con los que se cruza le saludan y cuando termina la tabla diaria echa un rato de conversación con un amigo. Luego regresa a casa tranquilo en una bicicleta de adolescente.

Receta de salud

«La buena vida es saber cuidarse: comer bien y hacer ejercicio»

Una vez en casa, tampoco le faltan ocupaciones. Su esposa «desgraciadamente» está enferma y Enrique se ocupa de la compra y la cocina. «La comida se me da bien porque tengo voluntad y ganas de comer. Mi mujer era buena cocinera y aunque yo no lo hacía lo llevo viendo muchos años».

El resto del día se entretiene con todo el deporte que sale en la televisión —tenis, fútbol, baloncesto, todo le gusta— y películas del oeste, sus preferidas. «La política te aburre porque no sabes cómo tomar las cosas. Ponen a uno de mal humor , no hay más que odio. Si las cosas fueran como tenían que ser, también gusta porque hay que saber de todo», aclara.

Así que solo pide a los que se dedican a la tarea de gobernar o hacer oposición que «se porten bien y lo hagan lo mejor posible. Que no se tiren los trastes unos a otros», insiste.

No es hombre de bares. Lo fue para un vino o una cerveza, pero «lo menos 30 o 40 años que no los piso». En diciembre cumplirá 95 años y tiene claro que «la vida sana es salir de casa y hacer ejercicio. Tomar el aire es salud. Cuando te haces mayor, como te quedes parado estás perdido».

«Aquí hay un parque, hay verde y no veo a mucha gente mayor. Prefieren ir al centro a sentarse en un banco», comenta con resignación. No va con Enrique este estilo de vida. Su receta para la buena vida «es saber cuidarse: comer bien y hacer ejercicio. No comer y beber y sentarse y apoltronarse».

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