Diario de León

Ana Cuervo Pollán | Activista de Flora Tristán y doctoranda en Filosofía

«La ley trans legitima los estereotipos sexistas»

Ana Cuervo Pollán en Veguellina de Órbigo, donde reside. FERNANDO OTERO

Ana Cuervo Pollán en Veguellina de Órbigo, donde reside. FERNANDO OTERO

León

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Ana Cuervo Pollán, doctoranda en Filosofía y activista de la asociación feminista leonesa Flora Tristán, aborda la postura de esta asociación en relación con el proyecto de ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans que enfrenta a una parte del feminismo y a los socios de Gobierno. PSOE y Unidas Podemos retomaron ayer las negociaciones.

—¿A qué se debe la confrontación del feminismo con la ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans?

—En todas las sociedades conocidas, de todo tiempo y lugar –también las presentes– ha imperado el dominio de los hombres, como grupo, sobre el conjunto de las mujeres. Es lo que se conoce como patriarcado. El feminismo no niega la condición dimórfica de la especie (que hay dos sexos). Lo que impugnan son los estereotipos sociales (es decir, el género) que se han impuesto a cada sexo y que permiten que los hombres obtengan privilegios y las mujeres sean subordinadas. El feminismo quiere abolir los géneros; la ley “trans” reconocerlos como identidad y defenderlos como categoría legítima. Esto choca frontalmente con el objetivo del feminismo: abolir los géneros en tanto que resultados de los roles socialmente impuestos por el patriarcado.

—La exigencia del PSOE de pedir un testimonio para acreditar la identidad de las personas trans es uno de los aspectos que encalla el proyecto. ¿Es esta una solución?

—Es importante distinguir entre transgenerismo y transexualidad y no aceptar el prefijo “trans” desnudo con el que deliberadamente se pretende confundir. Las personas transexuales tienen sus derechos perfectamente reconocidos por la ley de 2007. El transgenerismo es otra cosa. Reconocer el género como identidad es dotar de legitimidad jurídica a los géneros, es decir, a los estereotipos sexistas que la sociedad nos impone por ser hombres o ser mujeres. Decir que me identifico con mi género, en mi caso, que mi sexo es mujer, hembra de la especie humana, seria decir que acepto el rol de la feminidad, es decir, un rol sumiso y pasivo que me impone el patriarcado. Y decir que no me identifico con mi género, sino con el masculino, sería suponer que deseo ejercer poder y violencia contra las mujeres por el hecho de serlo. Ambos sexos nos tenemos que liberar de los géneros, no acreditarlos con un testimonio.

Dos sexos
«Sin perjuicio de reconocer una minoría intersexual, la especie humana, salvo anomalía, es dimórfica»

—¿Cómo proponen que se defina la identidad de las personas transexuales?

—Las personas transexuales tienen acreditada una disforia de género. Es decir, son personas que, sin las adecuaciones corporales necesarias para “transitar” al sexo contrario padecen un sufrimiento psíquico que les impide desarrollarse plenamente. Certificar esa condición no es tratarlas como enfermas, ni mucho menos. Para cualquier trámite administrativo se exigen justificantes. Este es sólo un caso más. Más allá de que habría que buscar las causas de ese padecimiento en el patriarcado y lograr una sociedad lo suficientemente libre, abierta y plural, sin corsés ni estereotipos para que nadie sienta que sin modificarse no puede vivir con libertad y plenitud, las personas transexuales no son las que provocan problemas al feminismo, en absoluto. El problema está en reconocer el género como identidad: que yo, Ana, pueda presentarme en el registro civil y sin la más mínima acreditación sostenga que soy un hombre a todos los efectos y que nada ni nadie me lo pueda discutir, aunque no sea transexual ni prevea el más mínimo tránsito ni pueda acreditar la más mínima estabilidad en esa identidad es un insulto para las personas transexuales e injusto con la sociedad en general.

—¿Qué tiene que ver la teoría queer con ello? 

—La teoría queer surge en la década de los 90 del siglo XX en los ámbitos académicos universitarios más elitistas y burgueses de Estados Unidos. Es una teoría que reacciona, que se opone, tanto al movimiento feminista como al movimiento homosexual que reivindicaba los derechos civiles que aún no habían logrado. Queer significa ‘raro’, ‘torcido’, ‘abyecto’. Es una ‘reapropiación’ del insulto con en que en los países angloparlantes se hacía referencia a los hombres homosexuales. Lo que defiende esta teoría es que el género es una construcción social. Eso ya lo dijo el feminismo mucho antes y con una precisión terminológica muchísimo más rica. Pero la teoría queer añade que el sexo, que seamos hombres y mujeres, machos o hembras de la especie humana, también lo es. Es, en consecuencia, una teoría acientífica que niega los postulados de la biología más elemental. Sin perjuicio de reconocer una minoría intersexual, lo cierto es que la especie humana, salvo anomalía, es dimórfica. Tanto es así que de esa existencia objetiva de dos sexos diferenciados biológicamente depende nuestra propia perpetuación. La teoría queer duda de la existencia de los sexos, pero, sin embargo, no impugna los géneros: lo que deberían ser estereotipos a abolir los reivindica como identidad legítima y libremente asumida.

—Dicen que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales no están inscritos en la biología. ¿Qué parte de esto comparte el feminismo?

—No tengo nada claro que las preferencias amoroso-sexuales sean innatas ni que no estén en absoluto influidas socialmente, pero eso no quiere decir que no sean, por deseo y convicción, perfectamente estables y todas ellas (heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad) legítimas. La teoría queer, pese a presentarse como sinónimo de liberación homosexual es homófoba en cuanto que no reconoce la constancia y la libertad de describirse como homosexual o como lesbiana. A juicio de Butler, ser homosexual es tan reaccionario como ser heterosexual. Para la teoría queer tanto el género como el sexo como las orientaciones sexuales son fluidas, construidas e inestables. Niega así la realidad material y concreta de personas y colectivos, especialmente de los más olvidados y despreciados históricamente.

Crítica
«Esta ley no resuelve absolutamente ninguna situación injusta que sufran las personas trans»

—¿Qué implica la autodeterminación del género?

—Supone legitimar los estereotipos sexistas, esos que el feminismo se ha empeñado en desenmascarar por ser injustos y artificiales, para reconocerlos como fundamento de identidad, personal y jurídica. Reconocer el género como identidad es reconocer el derecho a identificarse en uno de esos dos grupos. Tener derecho a identificarse con el grupo o estereotipo contrario al que se te ha impuesto según tu sexo no es progresista ni revolucionario. Lo progresista, y lo que el feminismo lleva pretendiendo tres siglos es abolir los géneros y que hombres y mujeres seamos libres e iguales.

—Diversas organizaciones, entre ellas Flora Tristán, han enviado al Ministerio de Igualdad propuestas sobre esta polémica ley. ¿Qué le piden?

—Esta ley no resuelve absolutamente ninguna situación injusta que padezcan, como desgraciadamente padecen, las personas transexuales. Si no se puede hablar de la existencia de dos sexos y de las relaciones que se han establecido entre ellos no se puede impugnar el sexismo. Algunos ejemplos, los espacios segregados por sexo en baños, vestuarios, cárceles dejarán de ser infranqueables pues para transitar de un espacio a otro sólo hay que asegurar ser del sexo conveniente. Cuestionarlo, denunciar que un hombre que se dice mujer invada los aseos de mujeres será delito. Lo que se le pide a la ministra Montero es que retire una ley que ni mejora la vida de las personas transexuales pero que, sin embargo, desmonta de principio a fin los principios y la capacidad de transformación feministas.

—Personas con vagina, personas menstruantes... ¿Qué hay detrás de esta nueva terminología?

—El borrado de las mujeres. Según el generismo queer es ofensivo decir obviedades científicas tales como que sólo las mujeres paren, amamantan o menstrúan.Si el sexo no existe y es mera construcción, ¿por qué las vacunas de Astra Zeneca están teniendo efectos adversos especialmente en las mujeres? ¿Acaso la inyección pregunta primero por la identidad sentida del paciente?

—¿Quién puede tener interés en ese borrado de las mujeres?

—El patriarcado y quienes se benefician de él, que no son pocos. Borremos a las mujeres y veamos qué se puede reivindicar en cuanto a su liberación y la igualdad entre los sexos: nada. ¿Cómo aplicar, por ejemplo, la Ley de Violencia de Género si el género no es una estructura de poder sino una simple identidad individual que, además, se elige a voluntad? ¿ ¿Cómo denunciar que a las mujeres se las prostituye, se las utiliza en pornografía, se les explota reproductivamente, se les paga menos por ser mujeres si qué sea una mujer depende, exclusivamente, de la voluntad individual y ésta ni siquiera puede ser acreditada? A las mujeres se las oprime por su sexo, por haber nacido mujeres en una sociedad patriarcal. Si se niega su realidad, su existencia material, concreta y determinada y ‘ser mujer’ es lo mismo que “decirse mujer”, ¿Cómo se podrán establecer políticas de transformación feminista? Como ya han dicho antes otras compañeras, el generismo es el Caballo de Troya del feminismo.

—¿Cree que una mujer como Irene Montero puede estar interesada en perpetuar el patriarcado?

—Creo que la ministra Montero está convencida de que es feminista y que eso guía su acción en el Gobierno, pero no es así. No ha demostrado formación suficiente, ni gobierna con principios feministas ni ha accedido a escuchar al movimiento feminista, que lleva más de un año indicándole que con sus acciones refuerza el patriarcado. Si es feminista lo disimula francamente bien.

—Paul B. Preciado es considerado como el filósofo de esta teoría iniciada por Judith Butler en los años 60. ¿Hay alguna posibilidad de entendimiento con el feminismo?

—La teoría queer reaccionó contra el feminismo. Butler negó que las mujeres fuesen el sujeto político del feminismo, que el feminismo fuese un movimiento legítimo y que la propia categoría de “mujeres” pudiese ser vindicada y articular un movimiento para su propia liberación. Butler, como los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad, negó la existencia del patriarcado en su obra El género en disputa . Que el feminismo se entienda con el generismo es simplemente absurdo. Sería como extrañarse de que los grupos ecologistas no defendiesen a las constructoras cuando practican la tala indiscriminada de árboles. El generismo viene a reivindicar el género como identidad legítima y digna de ser perpetuada; el feminismo a abolirlo en tanto que causante del desequilibrio de poder entre los sexos y la dominación de las mujeres. ¿Por qué habríamos de ponernos de acuerdo? Cuestión distinta es defender la dignidad y la libertad de las personas transexuales. En eso el feminismo siempre ha estado.

—¿Se pone en cuestión la identidad masculina en esta teoría como se hace con la femenina?

—Muchos hombres identificados como mujeres acosan a las feministas por denunciar la teoría queer. Con los hombres transexuales apenas hay polémicas e incluso nos conviene la colaboración a ambas partes. Y no faltan voces críticas de mujeres transexuales que denuncian la arbitrariedad a la que aboca este proyecto de ley cuando ellas han cumplido escrupulosamente unos protocolos que aseguraban su certidumbre jurídica y la del resto. ¿No podríamos preguntarnos por qué?

—Su tesis doctoral investiga sobre vientres de alquiler, pornografía y prostitución. ¿Qué quiere demostrar?

—Me parece esencial denunciar la explotación y la dominación que sufren las mujeres cuando son prostituidas, utilizadas y humilladas en la pornografía o cosificadas y mercantilizadas en los vientres de alquiler

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