Un libro para cada vecino

Esther de Paz, a sus 84 años, hace gala de tener buen sentido del humor cuando dice que «voy a ser la más pobre del cementerio». «Me lo estoy gastando en los libros», comenta satisfecha con todo lo que ha disfrutado recordando y escribiendo. Ahora quiere compartir Antoñanes, mi pueblo. Aquella infancia feliz con los vecinos de su localidad natal —apenas un centenar— y espera hacerlo en septiembre cuando se recupere de una caída que le ha impedido pasar el verano en Carrizo de la Ribera, como acostumbra. Le gustaría hacerlo coincidiendo con la fiesta de la Victoria, la patrona del pueblo, a la que dedica recuerdos y unas cuantas poesías.