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El libro de las cien salsas más consultado

El tratado escrito por Rose Mademoiselle, editado por Saturnino Calleja, está impreso entre 1896 y 1915, salió a la venta por 50 céntimos y consta de 157 páginas

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«En un vaso de agua hirviendo se exprime el zumo de un limón; se añade sal, pimienta, perejil picado y una cucharada de manteca. Cinco minutos después de ponerlo al fuego, se retira y se sirve. Acompaña a los asados». Esta es la receta de la salsa al limón, ejemplo práctico de una de las cien que aparecen en el libro Cien fórmulas para preparar salsas , la segunda obra más consultada en la Biblioteca Digital Hispánica (BDH) desde que fue creada en 2008, por encima del Cantar de mio Cid o de Don Quijote de la Mancha , y sólo superado por El Beato de Liébana.

Escrito por Rose Mademoiselle, fue editado por Saturnino Calleja. A la venta por el módico precio de 50 céntimos, la obra tiene un tamaño de apenas 12 centímetros y consta de 157 páginas. El ejemplar, encuadernado en cartoné con lindas cubiertas al cromo, tiene una colorida portada con el logo del editor en la parte posterior, aunque en el interior del tomo apenas encontramos un par de ilustraciones. Fue impreso entre 1896 y 1915.

El principal objetivo de la obra es defender la utilidad de las salsas, ya sea con la compañía de la carne, las legumbres o el pescado. «Ningún país posee en tan alto grado como el nuestro el arte de variar los condimentos de las salsas, que dan a los platos de nuestra cocina un sabor particularmente delicado», puede leerse en una introducción repleta de anécdotas.

La más destacada es la referida por Brillat-Savarin. Este llegó muerto a una venta situada en medio del campo, donde solo quedaba como manjar un guiso que ya estaba dispuesto para un inglés. Savarin pidió que «le dejaran tomar un poco de la salsa de aquel asado, a la cual añadiría unos cuentos huevos». El posadero aceptó, lo que aprovechó Savarin para tomar una sabrosa y suculenta cena, mientras que el guisado del pobre inglés quedó completamente seco y desabrido.

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