Diario de León

Religión católica

LITURGIA DOMINICAL | Bautismo del Señor

Este domingo constituye como una síntesis de todo lo celebrado estos días de Navidad

Una pila bautismal. JESÚS F. SALVADORES

Una pila bautismal. JESÚS F. SALVADORES

Publicado por
Florentino Alonso Alonso
León

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Litúrgicamente, con la fiesta del Bautismo del Señor cerramos el ciclo de la manifestación del Señor (Adviento y Navidad) y nos introducimos en el llamado tiempo Ordinario. En el evangelio (Mt 3,13-17) contemplamos a Cristo, el Señor, el ungido, el elegido y acreditado por Dios para llevar a plenitud su designio de salvación con la fuerza del Espíritu Santo. La escena concentra todo el misterio de Dios manifestado en el Padre que escucha y está con su Hijo en el Espíritu. Jesús es el rostro visible de Dios, su Palabra encarnada, su palabra definitiva sobre la salvación del mundo.

Este domingo constituye como una síntesis de todo lo celebrado estos días de Navidad: la Palabra eterna del Padre se ha encarnado para hacer realidad la salvación prometida por Dios desde antiguo a toda la humanidad, librándonos de las cadenas del pecado y abriéndonos los ojos, con la luz del Espíritu, para ver más allá de nosotros mismos. Jesús comienza su misión acercándose a los pecadores que hacen fila para ser bautizados por el Bautista en señal de conversión y penitencia.

Inicia su ministerio desde la entraña misma de la humanidad pecadora necesitada de su salvación. Al bautizarse, aparece como el Siervo de Yahveh anunciado por Isaías (Is 42,1-4.6.7). Manifiesta humildad para ejercer el ministerio mesiánico y comunión con los últimos que malviven en las fronteras de la sociedad y de la historia, los primeros destinatarios de la Buena Noticia del Reino. Hoy, como ayer, Dios nos sigue diciendo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» para que le reconozcamos y le sigamos.

Por el bautismo, también hemos sido ungidos con la fuerza del Espíritu Santo, que nos capacita para ser testigos del Señor en medio del mundo. Bautizados en agua para morir al pecado y bautizados en fuego al recibir el Espíritu Santo. Ungidos para ser enviados como siervos de Dios para llevar la Buena Noticia de la salvación a todos los últimos y pecadores de este momento de nuestra historia.

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