Diario de León

Memoria histórica

«Lo mataron lentamente»

La ARMH exhumó los restos de José Almena Castro. Un sobrino vino de Ciudad Real: «Quiero llevarlo con mi abuela»

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica exhuma un cuerpo en el cementerio de León. F. Otero Perandones.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica exhuma un cuerpo en el cementerio de León. F. Otero Perandones.

León

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Un individuo de sexo masculino, de 20 a 25 años, y de 1,77 metros de estatura en fosa. Las evidencias antropológicas casan con la edad y la descripción física de José Almena Castro, el joven represaliado de Chillón que falleció en la prisión de León el 28 de abril de 1943 posiblemente a causa de tuberculosis aunque oficialmente la muerte le sobrevino por un colapso cardiaco.

«Lo mataron lentamente, entre maltratos y otras cosas», afirmaba ayer Bonifacio Almena Ramos, sobrino de aquel joven pastor que acabó sus días, a los 20 años, en la prisión provincial de León. El muchacho, detenido en 1941 por entregar un fusil a un guerrillero, se había librado de la pena capital a la que fue condenado en consejo de guerra.

La ARMH concluyó ayer la exhumación de sus restos en la segunda intervención que realiza en lo que fue el cementerio civil de León en menos de un año, tras el desenterramiento, en junio pasado, de Genara Fernández, la maestra de Cirujales fusilada en 1941 por tirar propaganda antifranquista.

La antropóloga física Laura González determinó el sexo por el cráneo y la pelvis y la edad por la emergencia del tercer molar —muela del juicio— y las líneas de crecimiento marcadas en los huesos «con bastante claridad». A primera vista no hay señales de la tuberculosis pero será en el laboratorio donde se determine si la enfermedad le dejó huella en los huesos. «Si fue una tubérculosis aguda no da tiempo a que se fije en los huesos», explica González.

En la sepultura número 5 del cuartel A manzana E de este pedazo del cementerio en el que conviven con protestantes co represaliados de la Guerra Civil, musulmanes y otras personas que salían de la norma católica, se desenterró la memoria de aquel joven pastor. Con el esqueleto se hallaron objetos que llevaba consigo, como una maquinilla de afeitar metálica y una alianza de cobre; también una pieza de baquelita de la boca de una pluma, botones de nácar, opalina y porcelana y los cierres del ataúd.

La familia sabía que estaba enterrado en León, pero no dónde. «Mi padre tuvo que hacer tres años de servicio militar y jurar bandera con Franco porque había sido guardia de asalto con la República. Le tocó León y pudo visitarlo», explica el sobrino.

Pocos días antes de conocer la muerte pudo visitarle y le vio enfermo. Los restos del ataúd denotan que no era una simple caja de pino, así que se cree que lo pagaría su hermano. José Almena Castro no tenía afiliación política. «Dicen que entregó un fusil a un guerrillero, pero a mí me han contado que le obligaron», apostilla el sobrino.

Bonifacio Almena se desplazó desde Ciudad Real para asistir a la exhumación. «Soy el más pequeño de siete sobrinos. Si es mi tío es una satisfacción poder llevarlo con mi abuela al pueblo de Gargantiel, en Ciudad Real», señaló. También quiso dar gracias «a la ARMH y a todos sus colaboradores por lo bien que hacen su trabajo».

El psicólogo Raúl de la Fuente, voluntario de la ARMH desde 2006, le acompañó. «El apoyo es muy importante. Es una transmisión de vida, un legado que dejaron las personas no pudieron hacerlo a las generaciones siguientes», explicó.

Junto a José Almena, en la tumba 7, está el asturiano Manuel Quesada Llanos, «pasado por las armas» el 6 de agosto de 1943. La ARMH entregará próximamente los restos de Genara Fernández García a sus familiares que preparan un homenaje en colaboración con administraciones locales de Omaña.

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