Diario de León

SOCIEDAD

«Mi madre nos salvó de la ablación a mí y a la generación futura»

Mutilación genital femenina. Hayat Traspas Ismali presentó ayer en las jornadas sobre Mujeres Inmigrantes de Isadora Duncan la asociación ‘Save a girl, save a generation’ de la que es cofundadora

Hayat Traspas.

Hayat Traspas.

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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Cuenta Hayat que la asociación Save a girl, save a generation, creada para erradicar la mutilación genital femenina, nació «extraoficialmente» el día en que su madre dio a luz a una niña. Cuenta que su madre lloró amargamente pensando que el destino de su criatura podría ser el mismo que el suyo. Casarse a la fuerza muy joven, incluso menor de edad.

Enseguida reaccionó. «Se prometió que iba a intentar salvarme» y «pensó que si me salvaba a mí salvaría a toda una generación». De hecho así es. No solo Hayat, sino también muchas de sus primas y amistades se han librado de la mutilación genital femenina gracias a la determinación de su madre. «Ahora soy madre y tengo dos hijas. Mi madre nos salvó de la ablación a mí y a la generación futura».

La asociación Save a girl, save a generation nació oficialmente en 2007 en Madrid para dar voz a un problema «que parece lejano pero que es muy cercano», apostilla Hayat. La mutilación genital femenina afecta, por ejemplo, al 90% de las niñas en países como Guinea Konakry. Las menores que llegan a España en pateras procedentes de este país han sido sometidas a esta práctica que para sus familias es lo «mejor que pueden hacer por ellas» para que no se las excluya de la comunidad, como apuntó la profesora Isabel Lázaro, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Comillas.

Hayat Traspas Ismali señaló qAyer explicó la experiencia de su madre y los objetivos de la asociación dentro de las XI Jornadas de Mujeres e Inmigración que organiza la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan, que prosiguen hoy en el Musac con el tema de la trata de mujeres y menores no acompañados.

La asociación Save a girl, save a generation está integrada por mujeres que fueron mutiladas en la infancia, con excepción de Hayat. La labor de divulgación y sensibilización ya está surtiendo efecto. En un mundo globalizado, apostilla Hayat, hay que abrir los ojos a la sociedad, y particularmente a las mujeres, a este problema. «Mucha gente se ha preguntado por qué no ha sabido antes de ello y ninguna le puede pasar desapercibido este problema. Saberlo supone estar más alerta», precisa

Han realizado talleres con población inmigrante con los que tratar de crear un clima de confianza a través de actividades como informática y clases de español para, poco a poco, introducir la problemática de la mutilación genital femenina.

El grupo de liderazgo de mujeres, tanto las que han pasado por la MGF como Hayat, «decidimos abrirnos y les contamos nuestras experiencias, entonces es cuando ellas pueden contar las suyas», señala. «Las cosas han cambiado en el mundo porque una persona ha sido valiente para hablar y compartiendo la experiencia que has sufrido animas a otra mujer a que comparta lo suyo», añade. En este sentido señala que «las cifras importan mucho y cuando no son grandes a nadie le importa el problema, como ocurre con las enfermedades raras». Por eso hace hincapié en la importancia de visibilizar estas experiencias relacionadas con la MGF.

En este espacio de confianza han visto cómo «algunas mujeres incluso confiesan que la mutilación está bien. Son víctimas victimarias», puntualiza. «Piensan que es lo mejor para sus hijas. Allí la comunidad es muy importante y decir que no es quedarse fuera», añade.

Por ello, uno de los proyectos de Save a girl, save a generation es abrir una casa de acogida en Nairobi el próximo año. Actualmente están recaudando fondos a través de una exposición en la que participan numerosos artistas y también con conciertos —han contado con el apoyo de grupos como Vestusta Morla— y otras actividades solidarias.

«Hay que hacer esa labor de concienciación de la comunidad allí. Mi madre pudo salvarme de la mutilación porque fue muy valiente y puso distancia de kilómetros. Aunque ama y adora a su madre y a su familia no me dejó viajar sola a Kenia hasta que cumplí 20 años. Pero mucha gente no ha tenido la suerte de poder escapar de la comunidad y de la familia», relató Hayat.

Estar allí y trabajar en red es el camino que han decidido tomar para convencer a las familias, sobre todo a las madres, de que «no mutilar está bien y se puede prosperar. Las chicas pueden regresar a sus pueblos y ser ellas el motor de cambio», añadió.

Save a girl, save a generation también cuenta con algunas socias leonesas.

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