Diario de León

«El modelo capitalista depredador amenaza como nunca la Amazonía»

Un equipo itinerante de la Red Eclesial Panamazónica y del Consejo Indigenista Misionero, vinculado a la Compañía de Jesús, visita León para concienciar y visibilizar la explotación económica del pulmón vegetal del mundo que pone en peligro la vida indígena y el ecosistema.

Fernando López, Arizete Miranda y Raimunda Paixao, ayer en una actividad en el Colegio Jesuitas de León. MIGUEL F. B.

Fernando López, Arizete Miranda y Raimunda Paixao, ayer en una actividad en el Colegio Jesuitas de León. MIGUEL F. B.

León

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La Amazonía da cobijo al 50% de las especies conocidas «y eso a pesar de los 1.500 años de explotación y violación». Una ‘madre’ que se desangra por la «explotación», «violencia», «negocio», «represión» y «asesinatos» provocados por «un sistema capitalista» que ha «exprimido la Amazonía con una lógica violenta». Fernando López sj, Arizete Miranda y Raimunda Paixao, son miembros del Equipo Itinerante de la Red Eclesial Panamazónica (Repam) y del Consejo Indigenista Misionero (Cimi) que visitan León de la mano de Entreculturas, la oenegé de la Compañía de Jesús.

El equipo trabaja parar llegar asistir a las poblaciones indígenas que permanecen en las zonas más recónditas de la selva donde no llegan las instituciones. «Nuestro trabajo consiste en escuchar la realidad local y ver cómo encontrar respuestas a esas necesidades, bien a través de las instituciones o con las presencias insertas en la zona». La red nació en 1998 con la colaboración en red de 16 instituciones diferentes procedentes de ocho países diferentes. «Más de la mitad de esta red son mujeres, más de la mitad des personal laico y más de la mitad son procedentes de la Amazonía», explica Fernando López, el único español (La Palma) de los tres miembros que conciencian en León del riesgo que supone para el planeta que este pulmón del mundo pierda superficie y riqueza natural. «El equipo se instala en las fronteras impuestas por los estados, que dividen a las familias, un montón de pueblos divididos por fronteras». Son exploradores que buscan tribus humanas en zonas donde nadie antes ha llegado y de la que todavía nadie tiene constancia. Pero además, colaboran con las poblaciones que llevan cientos de años luchando por frenar el expolio de la tierra. «Gracias a esta lucha se consiguieron constituciones que lograron marcos jurídicos que ahora se ignoran porque estamos en una fase tremenda de represión de los gobiernos». Fernando López explica que la red itinerante vive en comunidades mixtas en un centro base que se desplaza por ríos y superficie forestal. «Las comunidades nos reciben, llevamos nuestras hamacas en la mochila y las colgamos de cualquier árbol». Poco a poco, se ganan la confianza de los nativos con el único objetivo de presentar propuestas a los gobiernos para frenar los procesos de explotación «salvajes» que destruye la riqueza natural de la tierra, empobrece a la población indígena, impone la violencia y fomenta los enfrentamientos locales. «La Amazonía es muy grande, los gobiernos están creando proyectos de leyes para facilitar la explotación de los recursos. En los últimos 25 años se ha acelerado el proceso de extracción de madera. Entienden la selva como un negocio y establecen grandes corredores para sacar la pasta a base de destruirlo todo», destacan.

La presión del modelo avanza. «Los gobiernos venden la Amazonía sin tener en cuenta la lógica de los pueblos».

Fernando, Arizete y Raimunda aseguran que «nunca antes estuvo tan amenazada la Amazonía en base a un modelo capitalista depredador».

Las mujeres
«El movimiento de las mujeres se hace fuerte, ya no se callan y buscan su identidad»

Las máquinas de las empresas de llegan para extraer los recursos, «las armas con las que imponen» sus políticas y el deterioro del territorio aísla cada vez más a los «grupos humanos» que sobreviven en zonas recónditas «sin querer mantener ningún contacto con nadie de Occidente». Para Fernando López, las experiencias vividas «en la gran penetración en la Amazonía en los siglos XIX y XX con las extracción del caucho» en las guerras mundiales «en las que no participaron pero que fueron utilizados como proveedores de materia prima para el material bélico», supuso un trauma ecológico y económico en la zona tras la cual se produjo un aislamiento mayor de la población. «Los países del Amazonía no participaron en las guerras, pero a los pobres de la zona se les llamó los soldados del caucho porque trabajaban diariamente para abastecer de este material a los países beligerantes». Esta expolio hizo huir a los indígenas «que no quieren contacto con ningún humano», una empresa que puede ser peligrosa tanto para las tribus invisibles y desconocidas como para los misioneros que se acerquen a la zona. «Han aprendido que todos los blancos son asesinos y violadores» por lo que las expediciones que van en busca de señales de su existencia «no establecemos contacto con ellos». El trabajo de las expediciones es tomar fotografías, recoger muestras de restos de campamentos, antiguas aldeas o avistamientos de grupos humanos. «Toda esa información se documenta y se realiza un informe que se presenta al gobierno». Desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro gobierna en Brasil, las expediciones itinerantes se suspendieron. «Ha sacado a todos, todo está muy militarizado para que las tierras indígenas se puedan explorar legalmente», denuncian.

Arizete Miranta, Raimunda Paixao (con un bastón ritual en la mano) y Fernando López. RAMIRO

Arizete Miranta, Raimunda Paixao (con un bastón ritual en la mano) y Fernando López. RAMIRO

Bolsonaro es un defensor de la explotación económica de la Amazonía, lo que provoca un desastre ambiental «sin precedentes» que puede complicarse más si el congreso aprobar medidas que debilitan la preservación del medioambiente.

Bolsonaro, que aspira a ser reelegido en octubre, siempre ha tenido un discurso antiecologista para defender la explotación de los recursos naturales del ecosistema, incluso en las reservas indígenas. Los datos oficiales muestran que, entre agosto de 2020 y julio de 2021, la Amazonía brasileña perdió 13.235 kilómetros cuadrados de vegetación, la mayor área degradada para un período de doce meses registrada en los últimos quince años. «Bolsonaro es un explotador de tierras, paró todo ese trabajo que exigía al gobierno que marcara el territorio donde encontrábamos población indígena para que no entraran allí las empresas. Destruyó al equipo Funay, que protegía a los pueblos y ahora entran expediciones cazando indígenas. Hemos informado a las Naciones Unidas por la violación de los derechos humanos. Estas poblaciones se tienen que retirara cada vez más a zonas de difícil acceso. Tenemos que visibilizar esta realidad y concienciar al resto del mundo de que hay que cuidar la tierra, la madre».

Arizete Miranda, del Consejo Indigenista Misionero (Cimi), asegura que estas poblaciones que huyen a zonas cada vez más inaccesibles «pierden sus tradiciones, desaparecen los animales y tienen que ir a buscar comida a otras aldeas, por lo que también se genera conflicto entre ellos».

La pandemia del coronavirus ha supuesto otra fuente de muerte y destrucción. «Con la entrada de las mafias han podido dejar el virus y no sabemos la repercusión que ha podido tener en esas aldeas aisladas. ¿Cuántos muertos ha podido provocar la pandemia en la Amazonía? Nunca lo sabremos, ni en los pueblos ya contactados ni mucho menos en los sobreaislados», aclara Fernando López.

«Tenemos la espiritualidad para tomar conciencia política de pertenecer a un universo en el que todos nos necesitamos». Raimunda Paixao defiende el territorio como «parte de nuestro cuerpo. Todo está conectado en esta casa común y formamos parte de una gran alianza».

Arizete Miranda destaca el fortalecimiento del movimiento de las mujeres. «El movimiento de las mujeres indígenas se va fortaleciendo. Este año se ha organizado la segunda marcha de mujeres indígenas en defensa de la tierra, que además sana a las personas. Las mujeres están viviendo un cambio, ahora son más fuertes, ya no se callan y buscan su identidad. La madre tierra no se toca, no se explota. Los indígenas defendemos a nuestra madre porque la selva es nuestro mercado, nos abastece de los alimentos, lo da todo y hay que cuidarla».

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