Diario de León

Efectos de la pandemia

Las neuropatías por covid llegan a la Unidad del Dolor

Un 26% menos de consultas. El cierre de la Unidad del Dolor durante tres meses de la primera ola, en la que se vieron sólo los casos urgentes, redujo un 26% las consultas en este servicio en 2020, con 3.007 atenciones. A la unidad llegan ahora pacientes con neuropatías causadas por microtrombosis por coronavirus.

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La reorganización del Hospital de León con el inicio de la pandemia colocó a los anestesistas en primera línea de la atención de pacientes con covid. La Unidad del Dolor se cerró durante marzo y abril. Los profesionales de este servicio se trasladaron a las UCI para atender al creciente número de ingresos de enfermos críticos y, aunque con menor impacto, en la segunda y la tercera ola, la atención del resto de pacientes quedó relegada. «Se cerraron todas las consultas, incluyendo la Unidad del Dolor. Entre otras razones, porque los médicos que trabajamos en ella, al ser especialistas en anestesiología, tuvimos que trasladarnos a la atención de los pacientes covid más graves, los que ingresaban en las camas de UCI extendidas y que ocupaban las camas que el servicio de Anestesia utiliza habitualmente para los postoperatorios, y en los quirófanos que cesaron su actividad para acoger a los pacientes críticos conectados a un respirador», explica Alicia Alonso Cardaño, médico anestesista experta en tratamiento del dolor de la Unidad del Dolor del Caule, coordinadora del Grupo de Trabajo de Manejo de Opioides de la Sociedad Española del Dolor y miembro del Grupo de Trabajo de Neuroestimulación de la Sociedad Multidisciplinar del Dolor Semdor. «Siempre se atendieron las situaciones urgentes de la Unidad de Dolor, como el rellenado de bombas intratecales implantadas», asegura.

Además del cierre de la consulta se suspendieron técnicas que estaban pendientes de realizarse «porque no sabíamos cuándo y cómo se reanudaría la actividad». Pese al cierre de casi tres meses «lo cierto es que nuestras consultas fueron de las primeras en reanudarse en el mes de mayo, y hemos tratado de hacer encajar todas las piezas del complicado puzzle con las citas que resultaron suspendidas y las que tendrían que haber sido citadas en ese tiempo», explica Alonso.

Aunque la caída de la primera ola anticipaba la recuperación de las consultas y tratamientos «el ritmo se ha visto ligeramente enlentecido de nuevo con la segunda ola, y muy especialmente con la tercera, al tener que incorporar de nuevo al equipo covid a un anestesista de la Unidad del Dolor».

Contagios
«Pacientes y sanitarios debemos comprender los riesgos y adaptar nuestro comportamiento»

Los primeros pacientes atendidos tras reanudarse algunas consultas fueron «aquellos más graves, neuralgias o con riesgo de pérdida de una extremidad debido a una algodistrofia, por ejemplo». En el año de la pandemia se realizaron en el Hospital de León 3.007 consultas, de las que 640 fueron pacientes que acudieron por primera vez, lo que supone un 26% menos de consultas comparadas con el año anterior. También se atendieron a 432 pacientes ingresados en el Hospital que necesitaron algún tratamiento por parte de los especialistas de la unidad. «Hemos podido contar con la telemedicina, una herramienta muy valiosa que fue recomendada por las autoridades médicas nacionales e internacionales. A través de llamadas telefónicas hemos podido contactar con los pacientes, conocer su estado, revisar y pedir pruebas diagnósticas y control de sus tratamientos, citando para vista presencial aquellos casos de especial complejidad», afirma la especialista del Complejo Asistencial Universitario de León (Caule). «El covid-19 se transmite de forma extremadamente fácil, y afortunadamente la mayoría de los pacientes comprendieron que era vital evitar los contagios sin acudir a la consulta. La telemedicina realizada vía telefónica (aún no disponemos de la función de vídeo incorporado) nos ha permitido también el control de ciertos pacientes en tratamiento con analgésicos opioides». Como coordinadora nacional del Grupo de Trabajo de Opioides de la Sociedad Española del Dolor «en nuestra unidad trabajamos para evitar riesgos derivados de su uso incontrolado, también con las nuevas herramientas telemáticas».

La pandemia deja un rastro no sólo en los pacientes atendidos sino en los especialistas que estuvieron y están al frente de la atención de los pacientes más críticos. «Desde un punto de vista personal, diría que las primeras semanas de pandemia fueron muy duras también para los anestesistas. En primer lugar por la incertidumbre de no saber a qué nos enfrentábamos, nunca habíamos vivido una situación de colapso asistencial de esas características. Supuso hacer turnos fuera de la actividad que es habitual (la quirúrgica y la atención al paciente postoperado crítico y no crítico) para atender a los pacientes covid más graves. Si bien es cierto que por la formación de nuestra especialidad disponemos de esas capacidades, lo hicimos sin disponer de los recursos adecuados para ello».

Las siguientes olas encontraron a los especialistas más preparados y organizados. «La prueba es que, después de la reapertura de las consultas tras la primera ola, la Unidad de Dolor no ha vuelto a cerrarse y se continúan realizando consultas y técnicas» a las que se incorporan pacientes infectados con el virus. «Algunos pacientes que han superado la infección presentan síntomas persistentes en forma de dolor músculo-esquelético, fatiga crónica y alteraciones del sueño. Esto ha abierto un nuevo campo de investigación en este sentido. Un estudio realizado en 300 personas que resultaron positivos para el test de covid-19, muestra que 1 de cada 5 pacientes con edades entre 18 y 34 años sin enfermedades previas, no se han recuperado completamente a las 3 semanas. Todo ello ha dado lugar al llamado long covid o covid prologado». A la Unidad del Dolor del Caule llegan ahora pacientes con neuropatías residuales como consecuencia de microtrombosis asociadas a formas graves de covid.

El fin de la pandemia está lejano. «Hasta que no se encuentre un tratamiento eficaz para la infección son las vacunas las que podrán proporcionar cierta normalidad a nuestras vidas, siempre que se hicieran de forma masiva y en poco tiempo para evitar las mutaciones. Pacientes y sanitarios debemos comprender los riesgos de exposición y adaptar nuestro comportamiento para evitarlos».

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