Diario de León

Salud

El niño que pone menús en braille

Francisco Manuel Benítez tiene 11 años, es invidente y hace accesibles las cartas

Publicado por
Javier Guillenea
León

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Francisco Manuel Benítez padece Amourosis congénita de Leber, una rara enfermedad que afecta a su visión. Tiene once años, conserva un 2% de la vista y ha vivido el tiempo suficiente para darse cuenta no solo de sus limitaciones sino también de que puede hacerles frente. Por eso ha sembrado de cartas los bares y restaurantes de Sanlúcar, Barbate, Cádiz, Los Badalejos, El Palmar, Medina y Puerto Real, la localidad donde vive.

Las escribe en casa con su máquina Perkins y las reparte en los establecimientos para que los camareros se las muestren a sus clientes. No son unas cartas cualquiera. En ellas el menú está en braille, el sistema de lectoescritura para invidentes.

Estaba harto de que sus padres tuvieran que leerle en voz alta los platos cada vez que acudía a un restaurante. Quería hacerlo él, deseaba tener el control de la situación, ganar un espacio de independencia por pequeño que fuera, pero no sabía cómo. Hasta que una vez un camarero de Cádiz le puso en la mano una carta en braille que había preparado la ONCE. Por primera vez pudo leer él mismo el menú. Fue un día especial.

Elegir sin traducción

Más de 100 restaurantes de Cádiz ya tienen la carta en braille gracias a la iniciativa de este niño

Desde fuera puede parecer un avance inapreciable, pero para Francisco Manuel fue un paso de gigante. En su mente nació una idea que él mismo resumió de la siguiente manera: «Todos tienen derecho a ver qué es lo que quieren comer». Más que una frase es una reivindicación a la que fue dando forma con la ayuda de su madre, Mari Paz Recio, que partía de la base de que «una persona con discapacidad visual no tiene por qué ir a ciegas cuando es capaz de leer con sus manos». Se les ocurrió así que podrían adaptar al braille las cartas y menús de Puerto Real. Mari Paz propuso la idea a los establecimientos conocidos de su barrio y en todos ellos le dijeron que adelante. Ahí comenzó todo.

Francisco Manuel se puso a teclear su máquina. «Empecé a hacer la carta del bar La entrada. Así no hace falta que me las lea mi madre, las leo yo», dijo más tarde, cuando ya había ampliado su radio de acción. Lejos de conformarse con Puerto Real, madre e hijo iniciaron un exitoso periplo por los restaurantes de la provincia de Cádiz para ofrecerles adaptar su carta al braille. A sus propietarios, Francisco Manuel les convencía con un argumento irrefutable. «Si hay en francés e inglés, ¿por qué no en braille?».

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