Diario de León

Otras vidas

«Ojalá tuviéramos lo que aquí sobra»

Manos Unidas inicia la campaña ‘Quién más sufre el maltrato al planeta no eres tú’, presentada ayer en León para concienciar de las consecuencias del cambio climático en los países empobrecidos. Los leoneses donan 300.000 euros anuales para distintos proyectos de la oenegé. El campesino de la República Dominicana, Manuel Antonio Pérez, explica en León cómo afecta el cambio climático a los habitantes de su país.

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Manuel Antonio Pérez es campesino en la República Dominicana. Un ‘misionero laico’ como se define, para distinguir su labor de los religiosos desplazados en comunidades de países subdesarrollados. En realidad es un trabajador que arrima el hombro por su tierra y su comunidad. Tras el brillo de los complejos turísticos de su país situados en Punta Cana, Puerto Plata o Bávaro, que reciben 6,6 millones de turistas anuales, se esconde una cara B, la de los habitantes de que viven de espaldas a los oropeles de los grandes hoteles y son «una realidad divorciada». «El dinero que se maneja en esos complejos turísticos no llega al pueblo, excepto por el empleo, todo se lo quedan los accionistas que están en España, Francia y Estados Unidos, principalmente».

Manuel Antonio está en León para presentar una nueva campaña de la oenegé católica Manos Unidas. Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú , es el lema de una nueva misión, concienciar sobre las repercusiones del cambio climático y la sobreexplotación de recursos en las personas más empobrecidas.

Los leoneses aportan cada año una media de 300.000 euros a distintos proyectos gestionados por Manos Unidas. Lo recaudado en 2019 se destinó al empleo de mujeres y jóvenes en Camerún; mejoras de la alimentación en una escuela rural en Angola; promoción del acceso a la escuela rural de educación primaria en la India; mejora de las capacidades socioeconómicas de mujeres en la zona rural en Sierra Leona y la construcción de una red para llevar al agua a cinco comunidades en el área de Calichero en Zambia. Para este año ya han seleccionado tres proyectos, entre los que destaca el que lidera un leonés en Guatemala para los asentamientos urbanos de personas emigradas tras el terremoto.

"La agroecología ayuda a recuperar la tierra y es buena para el medioambiente"

Durante su estancia en León, Manuel Antonio Pérez se dirigirá a 1.500 niños y niñas de distintos colegios para explicarles que en la República Dominicana no está garantizado que los niños puedan ir a la escuela, que puedan curarse las enfermedades en los hospitales y que para beber agua potable tienen que hacer un trayecto diario de 7 kilómetros mientras los campesinos y sus familias viven con el miedo a las plagas que acaban con las cosechas. «Les digo que ojalá allí tuviéramos lo que aquí sobra».

El clima ha dejado de seguir patrones conocidos y los pueblos se enfrentan a sequías, inundaciones y contaminación hasta hace unos años inexistentes. «En la región de Enriquillo, próxima a Haití, han desaparecido ríos, las personas empiezan a padecer enfermedades que antes no eran comunes y la plagas de las plantaciones tampoco son las que eran. Las sequías y las inundaciones fuera de época y los tornados acaban con todo». Unas pérdidas que soportan unos 5.000 campesinos de la zona, una «descapitalización» a la que se enfrentan «sin ayudas del gobierno».

«Tenemos que concienciar de que las consecuencias del cambio climático son una realidad» que afecta especialmente a los más pobres con hambre, desempleo, apagones de electricidad diarios, malos servicios hospitalarios, comunidades campesinas con casas de mala calidad...» Todo por la sobreexplotación de los recursos «el saqueo y la destrucción del territorio donde vivimos».

Manos Unidas apoya proyectos de agroecología, formación y capacitación en igualdad. «El planeta no es un recurso infinito. El beneficio de unos es la miseria y el hambre de otros».

El 85% de las personas empobrecidas viven en zonas rurales que dependen de los ecosistemas

Los proyectos de agroecología están salvando a los pueblos. «Se distribuyeron 300 quintales de frijoles a los campesinos y tenían que devolver una cantidad más para crear un banco de semillas. Se les enseñó a cultivar el suelo, las técnicas agrarias y a fabricar insecticidas naturales. Ese banco de semillas sirve para prestar a otros agricultores que a su ves tienen que devolver, así crece un proyecto que funciona desde hace dos años. «Con estos proyectos sembramos agua porque con las plantaciones se forman bosques, la lluvia cae en las hojas, el agua se va filtrando y se capta C02. Hacemos un trabajo para mejorar la casa común, la Tierra, y la vida de los campesinos que, a su vez, se conciencian de que se pueden lograr los recursos sociales».

La campaña que ha trasladado a España al campesino dominicano tiene un doble flujo de concienciación. «El esfuerzo que todos hacen aquí para donar dinero, los pensionistas, a los que no les sobra, los maestros, las familias... todo ese dinero que se dona con mucho esfuerzo llega allí para poner en marcha proyectos y eso es una gran responsabilidad. Hay que gestionarlo muy bien. La gente que está allí, en República Dominicana, tiene que saber que ese dinero se dona con mucho sacrificio para cambiar la dignidad y la vida de otros países».

Cáritas y Manos Unidas apoyan en República Dominicana proyectos limítrofes con Haití «para que los habitantes no emigren, que se queden y puedan cambiar su estilo de vida».

El 85% de las personas empobrecidas viven en zonas rurales que dependen de los ecosistemas enfermos», segura Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas, organización que el año pasado dedicó dos millones de euros a programas específicos para el medio ambiente. «Una de las consecuencias es que más de 60.000 personas mueren por el efecto del cambio climático el año pasado, y unos siete millones emigraron motivados por fenómenos extremos».

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