Diario de León

El Órbigo se vuelca para frenar el ‘bicho’ sin pecar

La participación en el cribado de Atención Primaria desborda todas las expectativas en una jornada gélida a pesar de que el lució el sol

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«Venga, que aún llegas a misa. ¿Te ayudo?», pregunta una joven a la mujer mayor que baja los escalones del patio del pabellón deportivo de Benavides. «Hoy no es pecado», contesta la señora, que se siente más segura con sus muletas para culminar el descenso.

Ayer la cita dominical más importante no estaba en la iglesia. Las colas abrazaban el recinto deportivo desde las ocho y cuarto de la mañana. La llamada de la Gerencia de Atención Primaria para detener la escalada del virus en la zona de salud Ribera del Órbigo fue el toque de campanas al que respondieron, 4.416 personas. El frío se aguantó bien. Y el palo en la nariz, se soportó con estoicismo. Para Sonia, una niña de cuatro años de Hospital de Órbigo, no era la primera vez. «Ya se lo hicieron en el cole, que estuvieron en cuarentena», comenta su madre. Avelina González, que usa muletas para caminar porque le falta una pierna y se desplazó con su hermana Julia desde Quintanilla del Monte. Llegaban desde San Feliz, Armellada, Celadilla, Veguellina...

«La gente está muy asustada», comentó el alcalde de Hospital de Órbigo, Enrique Busto, que movilizó a 34 personas voluntarias de Protección Civil para apoyar el dispositivo junto con los agentes de la Guardia Civil. «En noviembre fue una zona complicada y la gente quiere colaborar», subrayó el edil. La alcaldesa de Benavides de Órbigo, Esperanza Marcos, señaló que había solicitado el cribado «porque no salimos del naranja» en el mapa de indicadores de riesgo. Marisa acude con su madre, en silla de ruedas, desde Villamor de Órbigo. «Venimos por ver si tenemos la enfermedad, para no contagiar, y por colaborar un poco a ver si lo podemos erradicar», comenta. La cola da la vuelta al pabellón municipal hacia la carretera de Antoñanes. La agilidad con que corre contribuye a que la media hora de espera y los dos grados sean más llevadera.

En lugar de genuflexión, hay que echarse un poco hacia atrás para que el palito entre bien por la nariz. Marta Arias Santiago, estudiante de 3º de ESO, acude «para ir más segura al colegio», afirma. «Esto parece la guerra», afirma un hombre de 39 años. Parece asustado.

Una voluntaria de Protección Civil suministra gel para las manos y una hoja informativa antes de cruzar la puerta del pabellón. «Si da positivo le llamamos en 15 minutos», les dice. Otro voluntario da el paso al pabellón. En el interior, encauzan la cola hacia los 12 puestos que toman muestras en las cuatro tiendas montadas por el Ejército del Aire.

Personal voluntario de enfermería, de administración e informática y tcaes forman los equipos. Mónica, enfermera de Crémenes y residente en Cistierna no dudó en acudir ayer. «Este barco es de todos», asegura. La responsable de enfermería de Ribera de Órbigo, Ana Isabel Orejas, se suma por primera vez: «Hemos sido, junto con La Bañeza, uno de los puntos negros de mortalidad en España», apunta. El miedo de la gente y ver enfermar a los compañeros ha marcado al personal sanitario en la zona. «Hemos pasado unos meses durísimos, la pandemia golpeó severamente a nuestra zona y al centro de salud y en esta tercera ola, que ya esperábamos, son necesarios los cribados para evitar la propagación», comenta la coordinadora médica de la zona básica de salud, Isabel Dávila.

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