Diario de León

DESENTERRAR LA MEMORIA DE LAS ZANJAS

La Pasionaria que fusilaron en León

La ARMH exhuma a la maestra de Cirujales. Genara Fernández García, la maestra de Cirujales fusilada en Puente Castro en 1941 por tirar unos pasquines antifranquistas en San Marcelo, sufrió un peregrinaje carcelario antes de ser pasada por las armas. Hoy la ARMH inicia la exhumación en el cementerio de León

Genara Fernández García, fusilada en León el 4 de abril de 1941, en la foto con su padre, Higinio, y su madre, Quiteria. El retrato lo sostiene la familia de esta maestra de Cirujales, conocida como La Pasionaria, que fue condenada a muerte por rebelión.

Genara Fernández García, fusilada en León el 4 de abril de 1941, en la foto con su padre, Higinio, y su madre, Quiteria. El retrato lo sostiene la familia de esta maestra de Cirujales, conocida como La Pasionaria, que fue condenada a muerte por rebelión.

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ana gaitero | león
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Cuentan en Cirujales que cuando Genara Fernández García estaba delante del pelotón de fusilamiento, en el campo de tiro de Puente Castro, gritó: «¡Viva Rusia!». Luego sonó la ráfaga mortal y su cuerpo cayó al suelo. Amanacecía, en León, el 4 de abril de 1941. Poco después, el cadáver era conducido al camposanto y fue enterrada al día siguiente.

No se sabe quién pagó el alquiler de la tumba de la Pasionaria de Omaña, pero en el libro de enterramientos del Cementerio de León figura la inhumación de esta mujer en el cuartel A, manzana B número 6 del cementerio ‘civil’ de León. En la causa del fallecimiento se anotó la consabida «parálisis cardiaca» sobrevenía a las personas con unos tiros encima.

Hoy, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), inicia la exhumación de Genara a petición de la familia y con dinero de un sindicato noruego, con la idea de recuperar los restos para trasladarlos al pueblo de Cirujales después de practicar las pruebas de ADN.

«Nos alegra saber que por fin se va a proceder a la exhumación de nuestra tía abuela, porque consideramos esta acción como un reconocimiento a la lucha de esta maestra rural contra el régimen dictatorial que sufrió el país y esperamos que todo su esfuerzo no sea olvidado para que no se repita una situación similar en nuestra futura historia», comentan sus sobrinas Ana y Bea Fernández del Pozo.

La familia lleva meses pendiente de la petición que había hecho la ARMH a Serfunle para exhumar los restos. La memoria de su tía permanecía viva en el retrato que conservan en la casa del pueblo, entre Quiteria, la madre de Genara, e Higinio, su padre. Sabían que había sido fusilada, pero el silencio férreo que se impuso durante el franquismo puso una cortina sobre los hechos.

Evelio Fernández, uno de los sobrinos de aquella mujer tachada de «agitadora» y «revolucionaria» en el expediente del consejo de guerra que la condenó a la «última pena», recuerda que fue un vecino quien le contó lo del grito de ¡Viva Rusia! frente al pelotón de fusilamiento.

Había sido condenada por un delito de rebelión militar en consejo de guerra. La mandaron al paredón por unos pasquines, dos paquetes sin desatar, que aparecieron la noche del 16 al 17 de diciembre de 1939 frente a la puerta de la iglesia de San Marcelo y en un banco de la plaza.

Una de aquellas hojas volanderas que nunca volaron por León decía: «Camaradas, amantes de la libertad, del progreso, de la justicia y de la paz: estrechemos fuertemente los lazos de fraternidad entre todos los oprimidos del mundo, y así seremos invencibles. Ellos no podrán terminar la guerra que comenzaron para dejarnos el terreno preparado para la emancipación de la umanidad (sic). Viva el proletariado libre y unido. Viva la España popular»...

Aquellos panfletos, hasta 312 contaron en la comisaría, tenían el «decidido propósito de desprestigiar el movimiento nacional, perturbar el orden público y sembrar el descontento en las clases trabajadoras», dijo el tribunal.

Genara habría recibido aquellos paquetes en el cine Mary, donde trabajaba como taquillera para ganarse la vida pues desde octubre de 1936 estaba apartada del Magisterio. En el camino a casa, pues vivía en la calle Fernández Cadórniga, depositó los paquetes sin siquiera abrirlos.

Al día siguiente fue detenida. Empezó un calvario de año y medio que culminaría con su ejecución el 4 de abril de 1941. Tras dos días en comisaría fue entregada a la prisión provincial de León. Por motivos que no se han esclarecido, fue tachada de «mujer peligrosa» y trasladada al penal de Santa Cruz de Tenerife en octubre de 1940. Así figura en una anotación al margen de la orden de traslado que emitió el Gobierno Civil de la provincia de León el 7 de octubre de 1940 «por haberlo asi dispuesto el excelentísimo Director General de Prisiones en Telegrama de 4 de los corrientes. Por Dios, por España y por su revolución nacional sindicalista».

Tan solo cuatro meses después retornaban a la presa a la península, esta vez para permanecer en la prisión de Valladolid hasta el 26 de marzo, fecha en la que fue trasladada a León para la inminente ejecución. El de 2 abril, el general gobernador militar enviaba al director de la prisión de León esta misiva: «Sírvase entregar a la detenida en ese establecimiento Genara Fernández García, al oficial encargado del piquete de ejecución, a fin de que la citada condenada a la última pena, sea pasada por las armas en el Campo de Tiro de Puente Castro, a las seis horas y 30 minutos del próximo día cuatro de los corrientes, fijándose en dos horas la estancia de la reo en capilla. Dios guarde a usted muchos años, León 2 de abril de 1941. El General Gobernador Militar».

A continuación, en el mismo papel, figura la anotación siguiente: «Me hice cargo del reo a quien se refiere la presente orden. El oficial encargado del piquete». La firma es ilegible, como tampoco se puede pronunciar el nombre de quien todos en el pueblo creen que fue la persona que acusó a Genara para que fuera apartada del magisterio. «Murió de viejo y vivió muchos años», recuerdan en la familia.

Genara Fernández García había nacido el 12 de febrero de 1903 en Cirujales. Estudió Magisterio en León y tras ejercer como maestra en Orallo, Laciana, consiguió el destino en su pueblo. La escuela, que hoy ya no existe, estaba a pocos pasos de su casa. Dicen en la familia que con el sueldo de Genara —de 4.000 pesetas en 1934 — se «hizo la mayor parte de la casa» que han heredado.

En 1936 ya había terminado la escuela cuando los golpistas se rebelaron contra el Gobierno de la República. Según la versión de Genara en el juicio ella había ido a Asturias a pasar unos días cuando estalló la guerra. La sentencia que la condenó a muerte sostiene que huyó al frente asturiano al tomar la comarca las tropas nacionales y que trabajó para los servicios de inspección educativa de la zona republicana. En octubre fue apartada del magisterio.

En el borrador del expediente de depuración, que se guarda en el archivo del IES Padre Isla, se le acusa de pertener a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza, de ser vocal del Comité de Izquierdas y del Frente Popular, así como de permitir un mitin comunista en la escuela, de hacer propaganda antipatriótica y de tener mala conducta «profesional y moral». «Está huida, se supone con los rojos», concluye el informe. En su confesión, Genara señala que ella sólo quería recuperar su trabajo.

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