Diario de León

Consecuencias de la pandemia

«Paso vergüenza, frío, hambre y la soledad me mata»

Paco Alba pide en la calle desde hace tres meses. Tras una vida sin carencias, el paro al que le arrastra la pandemia le obliga a colocarse en una céntrica acera de León para sumar un puñado de euros a los 430 que recibe de ayuda. En tres meses de la segunda ola se han acercado a Cáritas 334 persona que nunca necesitaron ayuda antes.

Paco Alba, de 63 años, pide en Ordoño desde hace tres meses tras quedarse en paro en enero y no encontrar empleo en la hostelería, situación que empeora en pandemia. MARCIANO PÉREZ

Paco Alba, de 63 años, pide en Ordoño desde hace tres meses tras quedarse en paro en enero y no encontrar empleo en la hostelería, situación que empeora en pandemia. MARCIANO PÉREZ

León

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Paco Alba tiene 63 años y pide en la calle desde hace tres meses. Después de 48 años de trabajo en la hostelería se quedó en paro en enero. Sobrevive con los 430 euros de subsidio para mayores de 55 años. «Trabajé en la hostelería en varias cafeterías como La Venatoria y la Casa de Asturias. Cuando me separé de mi mujer me fui a Vigo y en enero de este año perdí el empleo, me dieron un mes de vacaciones, cuatro meses de paro, volví a León y con la pandemia ya no he vuelto a encontrar trabajo».

Las circunstancias de Paco son las que llevan a la pobreza cada vez a más leoneses. Los ahorros se acaban, las ayudas no llegan y la crisis sanitaria y económica ha dejado sin trabajo sólo en octubre a 834 personas en León, una lista en la que ya hay 32.000 personas en la provincia. «Las ayudas dejan fuera a los colectivos más vulnerables», explica María Jesús Álvarez, gerente de Cáritas de León. Sólo en los tres primeros meses de la segunda ola de la pandemia, de agosto octubre, Cáritas ha atendido a 2.089 personas. Lo llamativo es que 334 no habían acudido nunca antes a pedir ayuda a la institución. «Hay otro perfil que necesita de nuevo ayuda, a los que ya tuvimos que dar apoyos en la crisis de 2008 y que vuelven a Cáritas después de cinco o seis años de una vida normalizada». De todos los programas que tiene Cáritas, el asistencial es el que más presión tiene ahora mismo. «Llegan muchos autónomos, trabajadores por cuenta ajena sin actividad o con actividad reducida, como los feriantes, que no tienen ingresos desde hace varios meses, y personas que trabajan en hostelería, mercadillos o empleos sumergidos, como la limpieza. También inmigrantes a los que se les ha denegado la petición de asilo y no tienen ningún recurso». El mayor desembolso de ayudas que sale de Cáritas es para sufragar las facturas de la vivienda. «El empleo doméstico es uno de los más afectados, las familias no se atreven a contratar por la pandemia y el miedo a los contagios».

Suicidios
Las llamadas al Teléfono de la Esperanza crecen un 40%, la mitad por ansiedad e ideas suicidas

Paco acude todos los días al comedor de la Asociación Leonesa de Caridad. Por un euro al día desayuna, come y cena. En la cola coincide todos los días con un centenar de personas que necesitan recurrir a este servicio para no pasar hambre. «Me da mucha vergüenza pedir. Paso hambre y frío y me siento muy solo. Estoy todo el día solo. Yo no me relaciono con el resto de las personas que están en la calle, no las conozco. Hay personas que ya están acostumbradas, que se encuentran bien en la calle, pero yo no».

Paco pasa frío porque la ayuda de 430 euros le alcanza para poco más que para dormir en la habitación de un hostal por la que paga 350 euros al mes, pero le empuja a colocar un cartel en la acera y pedir ayuda en la calle para comer, tomarse un café o comprar cualquier otra cosa que necesite. «Una amiga me trae todas las semanas un paquete de mascarillas y gel hidroalcoholico. Me paso el día en la acera, en la misma posición y paso frío. En el hostal ni limpian la habitación ni lavan las sábanas, La ropa la lavo yo en la bañera. Sólo fui una vez al servicio que tiene Cruz Roja para ducharme y lavar la ropa».

El día en la calle pasa lento, a la inversa que las ideas por su cabeza, que buscan en el origen de esta nueva vida tras años sin problemas de dinero ni carencias. «Me parece imposible la situación por la que estoy pasando. Llevo trabajando desde los 16 años. Tengo una vida laboral que no tiene ningún político de este país, que no miran para nosotros, los que lo estamos pasando mal con esta situación». El día en la calle comienza a las nueve de a mañana y acaba a las siete de la tarde, cuando el frío arrecia. «El otro día me retiré con cuatro euros. Eso me da para pagar la comida y tomar un café, que cuesta 1,40 euros».

Este hombre de 63 años dice que pasa vergüenza en la calle. «Siempre me coloco en el mismo lugar en Ordoño. En León me conoce mucha gente. Ya soy muy mayor para aguantar esto. Soy incapaz de robar. A veces pienso que es mejor quitarme de en medio. Tengo que soportar comentarios de la gente que pasa a mi lado y dice que si estoy así es porque algo habré hecho. Y no me queda más remedio que agachar la cabeza. Pienso mucho en la vida que llevaba antes. Dejé a mi mujer y mis hijos con los que no tengo relación. ¿Sabes acaso lo que es aguantar la soledad?. Te mata poco a poco. Echo de menos a los amigos también, muchos se han alejado cuando me han visto en la calle. Antes, cuando tenía dinero, no faltaban para tomar un café o una cerveza. Es inhumano. Hay gente que me da ánimos, pero no puedo más».

Las caras del virus

El coronavirus tiene muchas aristas. Las consecuencias para la salud es su primera carta de presentación, pero la pobreza y la debacle económica que ya se nota en algunos sectores llegará con más crudeza en pocos meses. El Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) alertó este viernes sobre las repercusiones de la pandemia a largo plazo en la vida de toda una generación de menores y ha pedido a Ecuador que evite daños irreversibles en múltiples ámbitos.

«Hemos notado un aumento de peticiones de familias que necesitan comprar pañales y mascarillas», destaca Josefina Herrero, directora de la Obra Social Calor y Café. «Los expertos dicen que lo peor del aumento de la pobreza se notará dentro de unos meses». Calor y Café da servicio de las personas sin techo en León, un recurso adaptado a la pandemia. «En el centro de día Concepción Arenal recibimos todos los días a 12 personas, por las restricciones de aforo, pero repartimos el café en la calle las 11,30 y las 18.00 horas al resto de usuarios, cuyo perfil no ha variado».

Salud mental

Los expertos alertan del aumento de suicidios durante los meses de pandemia. «En esta segunda ola del virus se han incrementado un 40% las llamadas diarias del Teléfono de la Esperanza en León», asegura su presidenta, Mercedes Martínez. La oenegé recibe más de cuarenta llamadas diarias y en la mitad de ellas hay voces de peticiones de auxilio por ansiedad y desesperación. «Detrás de esas llamadas está la intención de un suicidio porque no encuentran salida a la soledad y la ansiedad por la situación. En una de esas llamadas estuve más de dos horas convenciendo a la persona para que no acabara con su vida porque lo tenía todo preparado. Después he sido yo la que la ha llamado más veces para comprobar cómo estaba. Afortunadamente me dio que le había ayudado mucho nuestra conversación».

La crisis del coronavirus ha cambiado radicalmente la vida de las familias.. En el caso de las monoparentales el impacto ha sido doble, ya que a los mismos retos del todas las familias se suma la inexistencia de un marco legal que las reconozca y facilite una verdadera política familiar. «Esta crisis sanitaria y económica deja ver que hay dos clases de familias: las privilegiadas y las que son cada vez más pobres», asegura María García, presidenta de la fundación. «En León crece la pobreza y las desigualdades. A las mujeres solas con hijos a cargo se les excluye de las ayudas del Ingreso Mínimo Vital porque no se las reconoce como familia monoparental si sus ex parejas les pasan una ayuda aunque sea de 75 euros y no se la pasen durante meses. Hay que esperar seis meses de impago para denunciar y muchos hombres ejercen violencia económica porque pagan un mes y con eso ya impiden que las mujeres puedan pedir becas de comedor o ayudas».

En ocho meses de pandemia, desde marzo hasta octubre, el Ayuntamiento de León ha concedido 1.468 ayudas de emergencia social de las 1.895 solicitadas y tramitadas, que ascienden a 780.000 euros.

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