martes. 03.10.2023

La vida ha cambiado en 50 años de forma radical. Y la vejez ya no es lo que era. La esperanza de vida ha aumentado diez años en León en este medio siglo —de 73,31 en 1975 a 83,51 años de media en 2021— y el tamaño de la población mayor también se ha multiplicado. Han mudado hasta las palabras. En 1973 se llamaba «ancianos» a personas que se podían valer por sí mismas. Hoy la juventud se prolonga sin edad fija dependiendo del estado de cada persona.

La residencia ‘cincuentona’ de Armunia se adapta a los nuevos tiempos. Fue inaugurada en junio de 1973 como un servicio del Ministerio de Trabajo para pensionistas y celebra sus bodas de oro en el Estado autonómico, de la mano de la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta.

Ayer fue el día grande de este cumpleaños, con un homenaje a todas las personas que han pasado por el centro, tanto residentes como trabajadores y jefes, con la vista puesta en el futuro y los cambios que se afrontan «tanto a nivel de infraestructura como en la atención a las personas», apuntó el gerente de Servicios Sociales de León, Juan Antonio Orozco.

El geriátrico nació como un hotel para mayores que en su mayoría se valían por sí mismos. Ingresaban muchos matrimonios y se dio el caso de alguna persona dependiente que fue trasladada a otro centro porque no cumplía el perfil. No podían ser una carga. «Había tan solo un auxiliar de enfermería para 200 residentes, cuando hoy en día hay 45 auxiliares de enfermería y 9 enfermeros para 90 residentes», apunta la directora, Eugenia Vélez Sánchez.

«Ahora el perfil de demandantes de atención residencial es de personas con grado de dependencia 3, con muchísimas necesidades de atención directa y que ya no pueden valerse por sí mismas en sus hogares», añade. La residencia se ha ido reformando a lo largo de este tiempo y actualmente afronta una transformación que cambiará su aspecto por dentro y también por fuera.

La planta segunda es la primera en estrenar el modelo de unidades de convivencia. Cuenta con cuatro, de las que dos están en uso y otras dos están a punto de la mudanza de otras 32 personas —16 en cada unidad—. Cada unidad cuenta con su propia cocina, saloncito y mobiliario más acorde con la idea de hogar. Las obras se han convertido en parte de la vida cotidiana de los residentes que las ‘controlan’ para ver cómo avanzan y se han acostumbrado a convivir con el personal. «La jefa de obra ya conoce a casi todo el mundo por su nombre», comenta la directora.

El concepto de residencia como institución de grandes estancias, comedores, salones, etc. transita a un ambiente más hogareño. Estos cambios de diseño atienden a la implantación del modelo nórdico de atención centrado en la persona, que detener en cuenta los deseos, gustos y permitir a cada residente gestionar las decisiones de su vida cotidiana en la medida de sus posibilidades.

Elegir cómo vestirse, las horas de acostarse y levantarse, cómo decorar su habitación, dormir siesta o no... «Se trata de hacer la residencia más hogar, pequeños hogares en los que la persona pueda vivir lo más parecido posible a la vida fuera de la residencia».

Este modelo de atención centrada en la persona es susceptible de aplicar incluso a personas que tienen sus capacidades mentales limitadas. «Prácticamente todas las personas, por mucho grado de dependencia que tengan, tiene posibilidades de expresar incluso con un gesto que un color, una comida o un vestido no les gusta; el estado de ánimo también es un indicador», afirma Eugenia Vélez.

Se trata de dejar atrás el modelo «un poco alienante» que primaba hasta ahora: las personas se adaptaban a la institución y perdían un poco de su libertad personal. La residencia de Armunia está en plena reforma de las plantas 3ª y 4ª para implantar el modelo de unidades de convivencia. Cuando la obra termine, a finales de 2023 o principios de 2024, el centro contará con capacidad para 156 plazas.

El siguiente paso será derribar toda la planta baja para remodelar el centro de día, «que ha quedado un poco obsoleto en la parte de cocina, administración, enfermería y medicina».

La plantilla, que asciende a 160 trabajadoras y trabajadores y 30 que trabajan durante tres meses para cubrir vacaciones, se ampliará a medida que se abran las nuevas unidades. De momento, la nueva RPT de personal laboral de la Junta ha dotado a la residencia de Armunia con 9 auxiliares de enfermería más, un puesto más de enfermería, otro de fisioterapia y uno más de mantenimiento. «Con esta ampliación podemos afrontar la mudanza a la segunda planta», precisa la directora.

El personal también tiene que adaptarse a los nuevos tiempos. «Desde cocina, a mantenimiento y limpìeza, auxiliares, etcétera... todos tenemos que tener una cierta formación en apreciar esos pequeños puntos de sensibilidad de las personas mayores que nos hagan detectar cómo mejorar su vida y atender a sus necesidades de acuerdo a su libertad individual. Ahora la calidad de vida ya no es solo que tenga cubiertas sus necesidades físicas y de cuidados, sino ir más allá y que la persona tenga una vida plena», concluye.

Al ser un centro público y ubicado en la capital, la demanda de entrada es muy alta y hay una gran lista de espera. A Felipe Casares, que acaba de cumplir los 101 años, le costó tres años llegar a la residencia de Armunia. Natural de Soto de Valdeón, en Picos de Europa, pasó varios años en una residencia de Páramo del Sil antes de poder ingresar en este centro hace poco más de un año. Su sobrina Nori, la familia más cercana. le visita casi todos los días a veces incluso mañana y tarde y está pendiente de sus cuidados.

La residencia de Armunia cambiará también por fuera. Actualmente está en estudio un proyecto de eficiencia energética que cubrirá la fachada con una envolvente térmica y se valora la instalación de placas fotovoltaicas para una mayor autonomía energética del edificio.

El amplio jardín, de cuyos cuidados se ocupa la empresa inclusiva Soltra, es uno de los grandes valores de la residencia que no ha sucumbido al paso del tiempo. Al contrario. Es un espacio de paseo, respiro y fiesta que acoge bailes vermú todos los viernes, las celebraciones de fin de curso de todos los centros de día de la Junta en León o las bodas de oro que ayer sellaron con música, misa, una paella y una gran rifa. El buen tiempo, a pesar de la maldición del revoltoso Mariano, regresó en una mañana en la que jarreó a gusto de septiembre. La directora agradeció a sus antecesores la dedicación para llegar hasta el momento actual, a las puertas de ver realizada la larga transformación del centro, y la colaboración de Asprona que prestó las mesas y el Ayuntamiento de León, que puso las sillas. Estilita Arias, incansable animadora de Armunia, que junto con el entonces párroco don Elías conectó el centro con el pueblo y con las generaciones más jóvenes con veladas musicales y de teatro acudió a la celebración al igual los salesianos que de la parroquia de San Antonio de Padua y muchas familias.

Pequeños hogares para mayores en el ‘hotel’ de Armunia
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