Diario de León

Una pionera en tiempos de guerra

Fue la primera leonesa en ingresar en la facultad de Medicina. Asistió a las clases de Santiago Ramón y Cajal y José Negrín. Obtuvo el carnet número 4 del colegio de Odontólogos de León, montó su propia clínica y cuando su marido fue encarcelado por republicano se hizo cargo de sus pacientes. Fue vicepresidenta de un consejo de administración cuando las mujeres no podían tener cuenta corriente en un banco. Fue una precursora en vanguardia.

Retrato de Pilar Viñuela poco antes de casarse. ARCHIVO FAMILIAR

Retrato de Pilar Viñuela poco antes de casarse. ARCHIVO FAMILIAR

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cristina fanjul | león

Fue una pionera, de las de verdad, de las que abrieron el camino sobre el que después otras pudieron caminar. Fue una mujer única. Y lo fue por muchas razones. Para empezar, porque eligió una profesión reservada a los hombres y, además, porque lo hizo sin aspavientos, azuzada por el viento de la necesidad y la tragedia que llegó con la guerra. Se llamaba Pilar Viñuela Tascón. Nació en León en 1907. Si viviera, estaría a punto de atravesar el rubicón de los 110 años. Sin embargo, apenas pudo llegar a los 70. Sobrina de Vicente Tascón, el propietario de una de las empresas más importantes de la provincia, la fábrica de chocolates Viuda de Casimiro Díez, Pilar se convertiría —debido a la enfermedad de su tío— en la presidenta de facto de la industria a partir de los años cincuenta. La sociedad fundada en 1921, cuya sede se encontraba en Padre Isla con proyecto de Isidoro Sainz Ezquerra, logró sobrevivir a la posguerra gracias en gran parte a su empuje y determinación. Fue ella la que, a pesar de las tribulaciones que vivió a partir de 1936, logró sortear la escasez y el racionamiento de la guerra para que la actividad industrial no se detuviera.

Primera consulta que Pilar Viñuela tuvo en el edificio Roldán. Debajo, el título de odóntóloga expedido en el año 1930. ARCHIVO FAMILIAR Y ARCHIVO DE LA FUNDACIÓN ORTEGA MARAÑÓN.

Aunque nacida en León, su vida transcurrió siempre en Aviados. De allí era su madre y allí sigue en pie la casa familiar. Atraída por el espíritu liberal e ilustrado de la Institución Libre de Enseñanza, tanto ella como sus dos hermanas se trasladaron a Madrid para realizar sus estudios universitarios. Pilar comenzó muy temprano a dar muestras de que iba a contracorriente y, a pesar de las recomendaciones familiares y las convenciones sociales que le recomendaban realizar carreras acordes a su condición —como Filosofía y Letras o Derecho—, decide estudiar Odontología, para lo que se matricula en la facultad de Medicina. Era la única mujer en un lugar de hombres. En las clases prácticas de anatomía, sus compañeros trataban de protegerla de la repulsión de los cadáveres abiertos. Sin embargo, ella demuestra que no está allí por azar y sus calificaciones estarán siempre entre las mejores del aula. Durante estos dos primeros años, Pilar Viñuela Tascón tendrá la oportunidad de asistir a las clases de profesores tan prestigiosos como Juan Negrín. Durante aquellos años, residirá además, junto a varias compañeras de León, en la calle Fortuny, sede de la Residencia de Señoritas que dirige María de Maetzu. Allí pasa cinco años, desde 1925 a 1930, año en el que logra el título de odontóloga a los 23 años. Será una de las primeras mujeres españolas en conseguir el título universitario de esta especialidad médica, puesto que no fue hasta 1914 cuando se publica la Real Orden por la que se crea la Escuela de Odontología en la Facultad de Medicina de Madrid y se dictan disposiciones sobre enseñanza, profesorado, exámenes y matrículas.

Resulta complicado precisar cuántas mujeres ingresaron en la Escuela en aquellos años puesto que en los anuarios de la universidad no se diferencia entre hombres y mujeres al recoger datos de matriculación. Sin embargo, resulta clarificador comprobar que en el carnet expedido a Pilar Viñuela por el Colegio de Odontólogos de León, ella tiene el número cuatro. Es decir, no sólo fue una de las primeras mujeres españolas en lograr el título de Odontólogo expedido por Alfonso XIII en 1930, sino que fue el cuarto profesional en conseguir el título en la provincia.

Residencia de señoritas

De su paso por la institución de la ILE tan sólo se conserva la carta que su tío Vicente escribe en 1929 a María de Maetzu. En ella —conservada en el archivo de la Residencia de Señoritas de la Fundación Ortega Marañon— Vicente Tascón solicita a la directora de la residencia la posibilidad de que su sobrina Pilar permanezca hasta el mes de junio en la Casa. Durante su estancia en la Residencia, Pilar Viñuela convivió con la vanguardia de las mujeres que marcarían la historia de España, como Delhy Tejero, Josefina Carabias, María Zambrano o Maruja Mallo. La estudiante leonesa tuvo la ocasión de formar parte de organismos como el Lyceum Club Femenino y la Asociación Universitaria Femenina y, aunque María de Maetzu dijera aquello de que no quería un «club de sufragistas», la dialéctica entre Victoria Kent y Clara Campoamor también se desarrolló en los salones de Fortuny.

Fue precisamente dos años antes de que se lograra el sufragio universal que Pilar Viñuela finaliza sus estudios universitarios y al año siguiente obtiene el título que le acredita como odontóloga. Dos años después contrae matrimonio con uno de sus compañeros de carrera, pero lejos de emular a la mayoría de las mujeres de la época, ella comienza a ejercer su profesión. Ni siquiera la abandonará al tener hijos. Su primera consulta estará en el actual edificio Roldán, en la plaza de la Libertad. Llama la atención que en los anuncios publicados en prensa aparece el nombre de su marido, pero no el suyo. Y, sin embargo, ambos ejercían la práctica médica. A pesar de que se había proclamado la II República, la fuerza de las cosas seguía haciendo que fuera más prudente que una mujer no anunciara su profesión médica en la prensa. Su independencia queda demostrada en el año 1935 cuando acude invitada por Alfonso XIII a la boda de su hijo don Juan con doña María de las Mercedes en Roma. Se trató de un acto de total independencia porque su marido militaba de manera radical y comprometida en la causa de la República.

Guerra y cárcel

En 1936, con el comienzo de la guerra civil, el marido de Pilar Viñuela es detenido acusado de pertenecer a Izquierda Republicana. El apresamiento se produjo al día siguiente del golpe de Estado y Pilar se queda sola con tres hijos. Lejos de acobardarse con la tragedia, se hará cargo de los pacientes de su marido, trabajando sin descanso para lograr que en una época marcada por la desconfianza hacia la capacidad profesional de las mujeres, los enfermos confíen en ella. Su marido pasará ocho años en la cárcel. Primero en San Marcos y a continuación en el castillo de León. Durante todo ese tiempo, ella tendrá que continuar con el ejercicio profesional al tiempo que con las gestiones que evitarán finalmente el fusilamiento de su esposo.

A partir de los años cincuenta, su labor profesional también tuvo que conjugarse con la empresarial. A la muerte de Vicente Tascón, presidente de la empresa Viuda de Casimiro Díez, Pilar tuvo que hacerse cargo de la fábrica. Sin embargo, la dirección de facto de la sociedad había comenzado muchos años antes debido a la enfermedad de su tío. Fue la responsable de la empresa en una época en la que las mujeres necesitaban el permiso del marido para abrir una cuenta, pedir un préstamo bancario o firmar un contrato laboral. Una vez más, se saltó las convenciones sociales. Al morir, en 1976, dejó la herencia de un modelo de mujer profesional e independiente, una mujer a la vanguardia de la defensa de sus propios derechos que tardaría casi un siglo en repetirse.

Arriba, carta de su tío, Vicente Tascón, a María de Maetzu acerca de su estancia en la Residencia de Señoritas. A la derecha, invitación a la boda en Roma. de don Juan con doña María de las Mercedes. ARCHIVO FAMILIAR Y ARCHIVO DE LA FUNDACIÓN ORTEGA MARAÑÓN.

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