Diario de León

El placer y el poder de ‘Mis recuerdos’

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ana gaitero | león

«Yo soy pantalonera. Cosía pantalones. Los sastres los cortan y nosotras los hacemos», recuerda Puri en el taller ‘Mis recuerdos’, una de las iniciativas del centro Alzhéimer León. Se evocan las reminiscencias de la vida de las personas a través de fotografías con la ayuda de una terapeuta.

Ayer tocaba la tienda. Una imagen de un colmado de los de antes, con ordenadas y repletas estanterías, es el punto de partida para tirar del hilo de la memoria. A Gabriela Presa le viene como anillo al dedo para recordar sus tiempos en la panadería que tuvo con su marido en La Corredora. «¡La panadera!», cuenta que gritaba al llegar con su carro al cuartel de la Guardia Civil. «La que tenía dinero, pagaba y la que no tenía decía ‘para mañana te lo pago’, esas eran las que más», recalca.

Para Gerardo, que fue albañil y dice que levantó las 200 casas que hay en su pueblo, Altobar de la Encomienda, el recuerdo de la tiendina es «un cuarto como una habitación en el que había de todo, con una báscula muy antigua con pesas».

Honorina Suárez dice que nunca fue a la compra porque era «hija de militar y teníamos chica en casa». «Soy de Trubia, pero a los cinco añines me llevaron a Coruña y de allí a León, donde conocí a un francés, nos casamos y nos fuimos a vivir a París. Tengo dos hijos franceses y una española», relata de corrido. «Pero como León no hay nada», recalca, tras rememorar sus años de costurera en la capital francesa: «Cosía para gente bien, pero eran las que peor pagaban. Hacía el traje para la mujer de un obrero y llevaba el traje y me pagaban. Pero con estas tenía que dar una vueltas...»

Eugenio dice que en su pueblo, Villaseca de la Sobarriba, «no había tienda, veníamos a León» y Gerardo añade que de las cinco que llegó a haber en el suyo ya no queda ninguna, ni tampoco la escuela que construyó con sus manos por 51.000 pesetas. «Mi padre hizo una escuela y yo hice otra», comenta.

Los recuerdos, explica Flor de Juan, «ayudan a mantener la identidad como personas, al estado de ánimo y la autoestima», apunta. La capacidad de recordar les otorga empoderamiento y satisfacción. Los más antiguos son los más fáciles de rememorar. Algunos los repiten... La terapeuta les conduce con imágenes.

Un brillo especial aparece en sus rostros cuando los cuentan. Sobre todo después de saber que la visita no era de políticos.

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