Diario de León
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Álvaro Soto
León

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Para el 10% de los pacientes, la covid-19 no acaba cuando se cumplen los 14 días en los que transcurren los periodos de incubación, luego fiebre y tos y finalmente, mejora. Este enorme grupo de enfermos, que en España puede rondar ya las 600.000 personas y continúa creciendo, de forma paralela a la del número de contagios, sigue sufriendo doce semanas después del contagio alguno de los más de 200 síntomas que los profesionales sanitarios han encontrado para diagnosticar un nuevo mal que se ha dado en llamar la covid persistente. Las sociedades científicas, primero, y el Ministerio de Sanidad, desde mediados de enero, han comenzado a poner el foco en los enfermos que padecen un coronavirus de larga duración.

Sanidad incluyó el 15 de enero la covid persistente en su Información Científica-Técnica sobre coronavirus, la guía que sirve de base a los profesionales para tratar la enfermedad y para conocer sus novedades. En el documento, el departamento de Carolina Darias (entonces todavía con Salvador Illa al frente) reconoce que la covid persistente «está teniendo un gran impacto sanitario y social en la pandemia». El texto del ministerio admite que, por ahora, su origen es desconocido, pero se hace eco de comunidad científica, que sopesa tres teorías: «La persistencia del virus en reservorios como el epitelio del intestino delgado desde donde continuaría activo, por la presencia de una respuesta inmune aberrante desregulada por exceso y el daño producido por el efecto de la autoinmunidad».

El doctor Francisco Mera, del centro de salud de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), ha puesto en marcha el primer ensayo clínico en España de un fármaco contra la covid persistente, bautizado como ‘Esperanza covid’.

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