Diario de León

Marta Domínguez | Psicóloga del Teléfono de la Esperanza

«Que la gente nos llame, que no pasen las crisis solos»

Publicado por
Ana Gaitero / Carmen Tapia
León

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Cuando suena el Teléfono de la Esperanza y dice «me quiero morir», la persona que escucha tiene que valorar en poco tiempo la escala de la gravedad de la situación a la que se enfrenta. Una serie de preguntas le van acercando a la vivencia del otro lado del auricular.

«Después de preguntar qué le pasa, hay que valorar una serie de datos como si esa persona cuenta con apoyo familiar, está o no sola, cambios en la voz... », explica Marta Domínguez, psicóloga del Teléfono de la Esperanza. Hay señales que encienden las alarmas para marcar el 112 . «Que te llame un policía y te diga que tiene el arma reglamentaria en la mano o un adolescente que te cuenta que sus padres se han ido a pasar el fin de semana y se va a tomar unas pastillas...», pueden ser señales inequívocas. «Hablar es terapéutico y aquí se hace escucha», Prevenir el suicidio es una de las misiones del Teléfono de la Esperanza, una asociación con medio siglo de andadura en España y que en León fundó Mercedes García. El año pasado el teléfono sonó ocho mil veces. Hace un mes, la voz de una madre desesperada llegó al 987 87 60 06. Marta no estaba al otro lado del teléfono, pero ha conocido a la mujer por la que su madre clamó ayuda como paciente dos semanas después.

«Tenemos una chica que ha intentado suicidarse. ¿Tienes un hueco?». Marta Domínguez puso la cita en su agenda para esa misma semana. Un caso así no puede esperar un mes, el tiempo que le prescriben en Salud Mental. Es el primer caso de intento de suicidio que aborda esta psicóloga recién llegada al Teléfono de la Esperanza.

«¿Te arrepientes de estar viva?». Fue la primera pregunta que Marta Domínguez cuando se vio cara a cara con C. G. P. en la consulta de la asociación. A partir del «no» que le dio por respuesta empezó un trabajo que consiste en ayudar a su pacientes a «ver el abanico que tienen todos los problemas», explica. Si la persona hubiera sido otra y la respuesta diferente el trabajo también habría sido distinto. No hay recetas mágicas para ayudar a superar un intento de suicidio y prevenir que la persona no recaiga. «No existe una pauta concreta, trabajamos con personas... La ventaja que tengo con C.G.P. es que todo lo que le digo lo va interiorizando», apunta. La tristeza que sucede a un episodio como el que ha vivido su paciente cumple una «función adaptativa para replegar alas y centrarse en lo que puede hacer en esta nueva etapa».

Su misión, recuerda, es proporcionarle herramientas para gestionar el día a día y emprender el camino de aceptación de sí misma como primer paso para descargar la mochila «de piedras y convertirlas en plumas que le den alas para vivir». La aceptación, el amor y la comprensión son la base de la vida.

Marta Domínguez, que también tiene formación y experiencia profesional como maestra, está convencida de la importancia de la educación emocional para afrontar la vida. «Tendría que estar en los colegios», apostilla. Es defensora de la responsabilidad individual ante los problemas y no esperar que la sociedad cambie y lanza un mensaje a las personas que estén en crisis: «Que nos llamen, que no pasen las crisis solos, cuando no ves algo a lo mejor hay alguien que tiene más luz».

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