Diario de León

Una rápida desescalada precipitó la segunda ola

La falta de PCR, de rastreadores y de concienciación durante el verano arruinó el esfuerzo colectivo de marzo y abril

Publicado por
ÁLVARO SOTO
León

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Hubo un día no tan lejano, hace sólo cinco meses, que el Ministerio de Sanidad registró sólo 48 nuevos contagios por covid-19 y ningún fallecido. Fue el 15 de junio, cuando comenzaba la última semana del primer estado de alarma, que había sido decretado justo tres meses antes. Ahora, cuando los positivos superan una jornada sí y otra también los 25.000 y el número de muertos se ha disparado por encima de los 300 cada 24 horas, aquellas cifras de mitad de junio parecen ciencia ficción. La segunda ola del coronavirus lo ha arrasado todo y aunque ha afectado a todos los países, a algunos incluso más que a España, cunde la sensación de que las cosas se podían haber hecho mejor.

«Hay un momento clave: el fin del primer estado de alarma y el comienzo de la desescalada, que se fue acelerando en lugares que no hacían PCR o que no habían contratado rastreadores. Con más PCR y más rastreadores, podríamos haber controlado mejor los primeros brotes», explica el epidemiólogo Pedro Gullón. «Esos brotes de julio parecía que se iban a controlar, pero no se consiguió y ahora vemos las consecuencias. Habíamos hecho lo más difícil y cuando por fin volvíamos a ver la luz, fallamos», lamenta Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiología en la Universidad CEU San Pablo.

La tendencia positiva de España después del primer golpe, lograda durante un confinamiento estricto en marzo y abril y un viaje a la «nueva normalidad» a través de fases estructuradas, se fue yendo al traste durante el verano, y la discusión política y la falta de unidad han contribuido a empeorar las cosas. «Cada semana tenemos la ‘medida de moda’. Primero fue el toque de queda, luego el confinamiento perimetral, más tarde el confinamiento domiciliario...

El Consejo Interterritorial de Salud aprueba una serie de recomendaciones, pero luego las comunidades autónomas tienen las competencias para desarrollarlas y no las ponen en práctica de modo estricto», señala Gullón, que, aun así, pide que se vea la situación española con cierta perspectiva. «Vemos que el empeoramiento ha ocurrido en todos los países, la comparativa internacional no nos deja tan mal».

A juicio de Nistal, el repunte de otoño también se explica por factores ambientales, como la bajada de temperaturas y el aumento de la humedad. «En este tiempo, quedamos más en lugares cerrados y con concentración de personas, mientras que en verano hay más horas de sol y estamos en la calle», cuenta; «de hecho, no es casualidad que se hable de seis meses para que mejore la situación. Los coronavirus estacionales llegan hasta abril». Pero la falta de medidas cuando las cosas estaban bien aparece como la principal causa. «No se controló el número de casos subyacentes y muchos de esos casos son los que ahora han explotado».

La pandemia es una curva de subidas y bajadas muy difícil de predecir, y probablemente, así lo seguirá siendo hasta que el conjunto de la población no se inmunice gracias a una vacuna.

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