Diario de León

Dos colegios que rompen barreras

El recreo más inclusivo de León

Los lunes son una fiesta en Aspace. El día más 'duro' de la semana es el más divertido desde que comparten patio y juegos con los chicos y chicas del CRA Maestro Emilio Alonso de Lorenzana. 

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A Adrián le gustan mucho los lunes porque vuelve al cole de educación especial La Luz de Aspace. El primer día de la semana, que se hace tan cuesta arriba después del descanso, le gusta mucho más desde que, a media mañana, a él y a otros compañeros les ponen los abrigos y, acompañados por sus maestras, suben al transporte escolar adaptado para ir a alguno de los centros del CRA Maestro Emilio Alonso.

Ayer llovía y tocó jugar en el pabellón cubierto de la escuela de Lorenzana. Adrián, Muna, Juan y Nicolás llegaron empapados de ilusión. Allí les esperaba el alumnado de quinto de Primaria. El bocadillo y el examen tuvieron que esperar a la trepidante media hora de recreo.

Era la primera vez, pero enseguida se hicieron con los mandos de las tres sillas de ruedas para hacer partícipes a sus compañeros de Aspace de los juegos. Claudia y Clara hicieron de ‘muletas’ Muna para que corriera con seguridad por el pabellón.

«Inclusión educativa significa incorporar a todos los alumnos en la comunidad educativa, independientemente de su condición, raza, género o religión», recuerda la directora del colegio La Luz de Aspace, Pilar Pérez Pérez. Esto significa que el alumnado trabaje y disfrute «lo mismo independientemente de sus características físicas, psíquicas, psicológicas, sociales y/o culturales».

La Convención Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce el derecho a la educación inclusiva. En Aspace, aunque defienden la pervivencia de su centro de educación especial, empiezan a romper barreras con el programa de patios inclusivos que han puesto en marcha de forma pionera en la provincia de León con la complicidad del CRA Maestro Emilio Alonso.

Cada lunes, un grupo de niños y niñas del colegio de educación especial de Aspace se traslada a una de las seis escuelas que componen este colegio rural agrupado: Lorenzana, Pobladura del Bernesga, Sariegos, Azadinos, Cuadros y Carbajal de la Legua.

La experiencia comenzó en diciembre y se prolongará durante todo el curso, que el CRA dedica este año precisamente a las olimpiadas como tema de interés común. Juegos olímpicos y paralímpicos, precisa la directora, Encarna Rodríguez Fernández.

«Asistí a una charla sobre patios inclusivos y me puse en contacto con la directora del CRA más cercano», explica Pilar Pérez. «La propuesta era realizar la experiencia en la escuela de Carbajal y en el CRA planteamos que participaran todas las escuelas, porque tenemos un proyecto educativo común», explica Encarna Rodríguez.

La idea de que la inclusión debe traspasar los muros de las aulas y extenderse a todas las actividades escolares planea sobre esta iniciativa. «A través del juego nuestro alumnado sueña y aprende, con juegos populares o adaptados protagonizados por niños y niñas como ellos», explica Pilar Pérez.

Ayer lo pusieron en práctica en Lorenzana con la implicación del tutor de 5º y 6º , César Villanueva. «Que los niños conozcan la realidad de la vida es imprescindible para la inclusión. Yo tengo una máxima, que también sirve para esto: No se puede querer lo que no se conoce...».

Si Adrián lleva una sonrisa de oreja desde que sale del colegio, porque comprende a dónde va, a Muna le salta la alegría en los movimientos, en los ojos, en manos y boca. Y cuando las pelotas de colores hacen acto de aparición en el juego Muna también quiere participar. Lo expresa con su lenguaje gestual a una de las maestras del colegio de educación especial que les acompaña.

A los niños y niñas de Lorenzana no les tienen que teorizar por qué «los juegos pueden convertirse en una herramienta maravillosa para hablarles de inclusión, de necesidades diferentes, de superación…». Ayer lo pusieron en práctica sin sentir que hacían algo extraordinario. «Bueno, sí, cuesta un poco pero va fenomenal», decía uno de los alumnos sobre el esfuerzo para llevar la silla de ruedas.

Que estos recreos «invitan a convivir la integración e inclusión de manera lúdica, con amor y naturalidad», como apunta Pilar Pérez, se vio ayer en la media hora que disfrutaron en común los escolares de La Luz y los del CRA Maestro Emilio Alonso. «Son experiencias maravillosas para ellos y también para los nuestros», apostilla el maestro. Este centro cuenta con 325 chicas y chicos en las seis escuelas. En Lorenzana son 68. Y también cuentan con alumnado con necesidades educativas especiales.

Al finalizar el recreo quisieron hacerse una foto de familia de recuerdo. MARCIANO PÉREZ

Una niña con discapacidad auditiva y un niño con un síndrome que le ocasiona problemas motóricos. Todos y todas hacen de todo. Hasta ir a la piscina y esquiar. La ayuda de profesionales especializados lo hace posible.

A Adrián no le gusta que termine el recreo. Se enfurruña porque querría seguir jugando. Pero es la hora de volver a las aulas. Unos a hacer el examen en Lorenzana y otros a San Cayetano.

Todavía hay un momento para la despedida. Los chicos y chicas de Lorenzana acompañan a sus compañeros hasta el pie del microbús adaptado y no solo ven sino que experimentan cómo funciona la plataforma que eleva las sillas hasta el interior del vehículo. Sin duda ha sido una mañana divertida y de aprendizaje. Incluso sugieren mejoras en el sistema. Y el profesor les invita a que estudien para idear algo mejor.

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