Diario de León

Teléfono de la Esperanza

Más de 8.000 leoneses quieren que les escuchen

Ocho mil voces llegaron al Teléfono de la Esperanza durante el año 2020, el de la pandemia. Soledad, miedo, inseguridad, impotencia, ansiedad, estrés e ideas suicidas. La organización, que cumple este año medio siglo de escucha en España, pide un Plan Nacional de Prevención del Suicidio

Mercedes Martínez, en el Jardín del Cid con el teléfono como medio para la escucha. FERNANDO OTERO

Mercedes Martínez, en el Jardín del Cid con el teléfono como medio para la escucha. FERNANDO OTERO

León

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«Mucha gente escucha no con la intención de comprender, sino con la intención de contestar». La frase del empresario, escritor y conferenciante Stephen Covey sirve en esta ocasión para pone en valor la escucha, un arte que pierde fuerza en una sociedad que camina a mil por hora. Las redes sociales, los programas de tertulia en los diferentes formatos de comunicación, reuniones familiares y laborales se llenan a menudo de ruido en el que los argumentos no consiguen hacerse un hueco entre los golpes de efecto y el espectáculo. El éxito del Teléfono de la Esperanza en su medio siglo de existencia en España está precisamente en la escucha activa. «No juzgamos, escuchamos de forma activa, con empatía, y damos cariño». La presidenta de esta organización en León, Mercedes Martínez, cree que «la comunicación en las redes sociales está para el chismorreo, pero cuando las personas buscan a alguien que escuche, respete el anonimato y no juzgue llaman donde hay seriedad y cariño, por eso recurren el Teléfono de la Esperanza».

Durante el año 2020, con la llegada de un virus que sorprendió por su dureza y que obligó a un confinamiento estricto durante tres meses y restricciones sanitarias de relaciones y de movilidad que se prolongan aún sin una línea en el horizonte que marque el fin, las personas voluntarias de León escucharon a más de 8.000 voces, un 40% más que el año anterior. 4.450 personas marcaron el número por propia iniciativa y otras 3.626 son mayores que viven en soledad y a los que llaman los voluntarios del teléfono periodicamente. 120 de esas llamadas las hicieron personas que expresaron la intención de suicidarse. Cuando estas llamadas se producen, los profesionales voluntarios que atienden el teléfono se ponen en alerta. El suicidio, un problema de calado social, sigue siendo un tabú. Desde las asociaciones de personas con enfermedad mental, y desde las que trabajan en la escucha, como el Teléfono de la Esperanza, llevan años insistiendo en la necesidad de la puesta en marcha de un Plan Nacional de Prevención del Suicidio. El objetivo es destapar, sacar a la luz la verdadera dimensión de un problema que mientras permanezca oculto carecerá de estrategias sanitarias y sociales para su abordaje. En el año 2018 se suicidaron en León 34 personas (27 hombres y 7 mujeres) y en toda la comunidad autónoma acabaron con su vida 213, una cifra que asciende a 3.539 en toda España, según el Instituto Nacional de Estadística. Pero en ese cómputo no se recogen los intentos de suicidio frustrados o los que se camuflan en otros conceptos y que son atendidos en los servicios de Traumatología. «Hay más muertes por suicidios que por accidentes de tráfico», destaca Mercedes Martínez.

Suicidios
El Teléfono de la Esperanza pide que se apruebe un Plan Nacional de Prevención del Suicidio

Aunque en España el Teléfono se inauguró en Sevilla hace 50 años por el Hermano de San Juan de Dios Serafín Madrid Soriano, esta organización cumplirá quince años en León en el mes de octubre. El Teléfono es, desde entonces, un soporte para las personas que sufren y que necesitan una escucha anónima. Después de varias crisis vitales y económicas, la pandemia ha supuesto una prueba de fuego para las 28 personas voluntarias que atienden en León este servicio. Soledad, miedo, inseguridad, impotencia, ansiedad, estrés, duelo e ideas e intentos suicidas son los principales problemas tratados en este último año. Para dar respuesta a las nuevas necesidades sociales y mentales de los usuarios, la organización prepara talleres específicos adaptados para afrontar la posible avalancha de solicitudes de atención que se esperan en los próximos meses. «La gente está pasando por crisis muy agudas, hay mucha depresión, personas que no saben qué va a ser de sus vidas, sobre todo la gente mayor».

En el XXIX Curso de Actualización en Psiquiatría, celebrado a principios de marzo en Vitoria, los expertos incidieron en la necesidad de mantener rutinas, un estilo de vida saludable, buenas medidas de higiene del sueño y ejercicio para evitar la fatiga pandémica. Un equipo participantes en este congreso presentó un estudio en el que se constata que la pandemia ha originado un aumento del 30 % en el consumo de psicofármacos. «De esta pandemia saldremos muy tocados».

La pandemia obligó a cerrar la sede. Los voluntarios atienden el teléfono desde sus casas y el equipo de psiquiatras que colabora con la entidad ofrece sesiones de urgencia cuando una de las voces que lanza su llamada de socorro necesita más que una escucha. «La gente nos pide que abramos, lo necesita, quiere abrazos, contacto físico, besos, piden poder hablar y encontrarse con gente físicamente, no sólo por teléfono». Mercedes Martínez espera poder abrir las puertas de la sede después de Semana Santa. «Con el avance de la campaña de vacunación espero que podamos volver poco a poco a cierta normalidad. Tenemos muchas ganas de reiniciar todos los talleres».

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