Diario de León

La sinfonía de las escuelas del Porma

La experimentación sonora llega al colegio rural con la Fundación Cerezales.

El alumnado de Santibáñez del Porma ensaya con los tubos de plástico los sonidos que acompañan a un cuento futurista de Hara Alonso. JESÚS F. SALVADORES

El alumnado de Santibáñez del Porma ensaya con los tubos de plástico los sonidos que acompañan a un cuento futurista de Hara Alonso. JESÚS F. SALVADORES

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ana gaitero | león

Un día salieron a recoger sonidos del campo. Y en una grabadora guardaron las voces de los pájaros, el viento, el agua... Otro día aprendieron a fabricar el sonido de una nave espacial y trajeron de casa transistores y cachivaches que, en la era digital, casi parecen antediluvianos.

El alumnado del Colegio Rural Agrupado (CRA) Ribera del Porma ha compuesto una sinfonía muy especial, Los sonidos de la escuela rural, que hoy se estrena en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. El concierto cuenta con el acompañamiento orquestal de Juventudes Musicales de León, una agrupación que cumple sus veinte años de existencia.

Los sonidos de la escuela rural. De la escucha activa a la creación colectiva es un proyecto para estimular el aprendizaje y la experimentación que se desarrolla desde octubre bajo la batuta del músico y pedagogo Luis Martínez Campo en colaboración con la pianista y compositora Hara Alonso.

Desde la perspectiva local, los niños y las niñas experimentan vivencialmente la creación sonora y colectiva, combinada con otras disciplinas artísticas como el teatro y la literatura. Para las criaturas, Luis es el profesor de Claves, puesto que el proyecto fue seleccionado en la convocatoria que lleva este nombre en la Fundación Daniel & Nina Carasso. Se desarrolla a lo largo de tres años en horario lectivo y cuenta también con la participación de las familias y el profesorado.

De hecho, esta tarde, las familias son las invitadas exclusivas y privilegiadas del concierto el que pondrá en escena la sinfonía sonora creada en estos pequeños núcleos rurales, pero sin fronteras para la imaginación. En la escuela de Santibáñez del Porma ensayaban ayer los últimos toques del cuento Papaguena 2150, una de las cuatro creaciones que Hara Alonso, ha traído para el taller de inmersión de dos semanas previo al concierto.

En la historia, en la que los niños y las niñas van a clase en una nave espacial y las madres y los padres pueden elegir hasta el color de pelo de sus descendientes, destaca la presencia de Papaguena, medio niña y medio medio pájaro, que quiere aprender a volar.

Los niños y las niñas han construido el «futurismo» para ambientar esta historia con radios, microchips, robots... Con unos tubos de plástico hacen percusión y con sus bocas simulan el aterrizaje de la aeronave.

Las otras historias que ha escritora la polifacética artista leonesa que desarrolla su carrera desde Suecia son El carpintero que escuchaba a los árboles, Búscame otro sitio y La gota peregrina. Las cuatro narraciones han sido musicalizadas para el concierto de hoy. Dos niños narran el cuento y el resto ejecuta los sonidos con elementos tan cotidianos como bolsas, cantimploras, silbatos y su propia voz.

Las escuelas de Vegas del Condado, Santa Olaja de la Ribera, Villaturiel y Santibañez del Porma están involucradas en este proyecto en el que el paisaje sonoro, la oralidad y la grabación sonora se han incorporado este curso a las enseñanzas de asignaturas troncales como son las matemáticas, la lengua y las ciencias naturales y sociales. El trabajo se engarza en torno a tres preguntas clave: «¿Cómo sonamos nosotros? ¿Cómo suena nuestro entorno? ¿Cómo suena el mundo?»

Escuchar y crear. Sentir y pensar. Expresar. Los escolares anotan en sus cuadernos de escucha los sonidos que más les gustan, Han descubierto que los sonidos se pueden narrar: «Narrar sonidos consiste en que una persona cuenta una historia y otra hace sonidos», explican en uno de los podcast que guarda su blog. En la experimentación del sonido han indagado en cosas tan cotidianas como a qué suena un juego o cómo suena el lugar donde viven y las personas con las que conviven.

Han realizado muchos paseos sonoros. Y han aprendido que a veces sólo hay que «pararse y escuchar». La escucha activa y la interdisciplinariedad son dos de las señas de identidad de este proyecto pionero que pone en valor la educación en las áreas rurales, cada vez más minoritaria por la despoblación.

Intentaron contestar a la pregunta de cómo sonamos nosotros y a la vez han reflexionado en torno a los conceptos de sonido, ruido y silencio. «También hemos experimentado con algunos parámetros del sonido (intensidad, duración y altura) sin olvidarnos de nuestra pregunta, sonando desde la voz y el cuerpo», explican en el blog.

El equipo que forman Luis Martínez, Hara Alonso y Juventudes Musicales se completa con las aportaciones de Nadia Teixeira, responsable del área de educación y programas de la FCAYC, María José Pavía, maestra especialista en Pedagogía Terapéutica y tutora del aula de Santa Olaja del Porma, Isabel Alonso, maestra de Primaria de la seccióm Bilingüe y directora del CRA Ribera del Porma y Jaime Martínez, presidente de la Ampa de este colegio rural agrupado.

Para Luis Martínez todo empezó «en una tarde de invierno y una conversación con Hara Alonso» que le habló de un proyecto que se traía entre manos y que tenía vinculación con la Fundación Cerezales. Todo sonaba muy bien y quiere seguir sonando.

Más de 66 alumnos y alumnas están involucrados en este proyecto duradero que busca «demostrar la utilidad de la música en contextos y lugares diferentes y asentar la figura del músico en residencia en el contexto educativo (músico educador, arteducador)». En este proyecto innovador, el Porma suena.

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