Diario de León
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«No existe vacuna frente al dolor, el sufrimiento físico, psicológico o moral que pueda, en un momento dado, arrastrarnos a los más oscuros abismos de la desesperación», afirma el catedrático de Filosofía y vicepresidente nacional del Teléfono de la Esperanza, José María Jiménez.

Ni siquiera los «héroes» pueden escapar. «Todos somos vulnerables. Todos estamos expuestos a circunstancias que nos empujan a lo que no podemos dejar de percibir como callejones de imposible salida», abunda.

Por eso la campaña de este año del Teléfono de la Esperanza con motivo del Día Internacional de la Prevención del Suicidio lleva este año como lema: ‘Yo también soy vulnerable’.

«Aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de pretender negarla o tratar de ocultarla es rendirse a una realidad a la que es inútil dar la espalda», apostilla Jiménez. Y también «una forma de reconciliarnos con una fragilidad que nos hace estar abiertos al socorro que los demás nos pueden brindar cuando nos sentimos derrotados por la adversidad y creemos que nuestra vida ha dejado de tener sentido», añade el experto.

Jiménez apuesta por «dar la espalda a la presión social que nos urge a mostrar hacia el exterior una imagen de fortaleza de la que, por nuestra propia condición humana, carecemos». También aboga por no ocultar los problemas y pedir ayuda como herramientas para afrontar situaciones angustiosas o callejones sin salidas.

Reconocer la vulnerabilidad propia ayudará también a detectar la ajena con más facilidad y poder ayudar a personas que «están pasando momentos de especial sufrimiento o en riesgo de caer en las manos de la desesperación», señala Jiménez.

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