Diario de León

El huracán Ventura arrasó en El Parque

Cuatro orejas y rabo cortó el rejoneador, que salió a hombros en la última de feria acompañado por Hermoso de Mendoza, Fermín Bohórquez y el mayoral de la ganadería de Luis Terrón

Diego Ventura encandiló al público leonés con su toreo vibrante, espectacular y sus enormes ganas.

Diego Ventura encandiló al público leonés con su toreo vibrante, espectacular y sus enormes ganas.

León

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Triunfal fin de feria. Los rejones pusieron broche de oro al ciclo de San Juan en León, que se ha saldado con éxito en lo artístico, y también en lo que a público y participación se refiere. Pese a la caída del cartel del tirón de José Tomás, la plaza del Parque ha registrado cada una de las tardes programadas una entrada notable. También ayer, con más de la mitad de los tendidos cubiertos. Miles de espectadores cada día, y no todas las ferias pueden presumir de ello este año.

Los aficionados que ayer acudieron al Parque aplaudieron a rabiar al huracán Diego Ventura, que triunfó a lo grande en León. Con enorme mérito, porque tuvo un lote a priori poco propicio; pero no se achicó el rejoneador, puso de su parte todo y más y se llevó cuatro orejas y un rabo, exigidas con enorme fuerza. Brillante estuvo también Pablo Hermoso de Mendoza, que ya fue recibido con una cariñosa ovación al iniciar el paseíllo. Falló estrepitosamente con los aceros en su segundo, después de una meritoria actuación, pero ya había asegurado la puerta grande en su primer toro. No fue en el primero, sino en su segundo, espoleado por el éxito de sus compañeros, cuando Fermín Bohórquez salió dispuesto a no ser el único en abandonar el ruedo a pie. Contó con la colaboración de un gran toro.

Buen encierro en general de Luis Terrón Díaz, que sustituía al anunciado inicialmente de Castilblanco. El mayoral acompañó a hombros por la puerta grande a los tres rejoneadores, y la plaza echó el cerrojazo entre los ecos de los olés. Será hasta San Froilán.

Con muy buen sabor de boca salió el público después de contemplar una enorme actuación de Diego Ventura, que corroboró en León lo que viene dejando claro en cada plaza que actúa, y que le ha abierto repetidamente la puerta grande de Las Ventas y del Príncipe: es capaz de conjugar la pureza en la ejecución de las suertes con la espectacularidad en los adornos y los cites, los alardes de doma con las exigencias de la lidia, la monta vibrante con la eficacia y el dominio.

Al que cerró festejo ayer lo paró doblándose en un palmo de terreno con Chocolate, para encelarlo después al hilo de las tablas, cambiando el viaje en terrenos comprometidos. Fue un toro muy parado, aquerenciado y que salía de tablas tras mucho porfiar, con algún arreón. Tanto se lo dejó llegar que resultó la montura tropezada, pero insistió el torero hasta clavar en los medios con exposición en las batidas. Animó el cotarro con piruetas en la cara del toro, antes de sacar a Morante, para delirio del respetable.

Uno de los caballos más populares del momento, y motivos no le sobran. Desde la cara del toro se fue andando para atrás hasta arrancar y clavar con espectacularidad en el centro del ruedo. Después, una y otra pasada lanzando mordiscos a la testuz del toro. Un caballo tremendamente expresivo.

Remató faena con Califa, con el que clavó rosas y se volcó hasta lo imposible sobre la testuz del astado. Con el público en pie, dejó cortas a dos manos y repitió el alarde hasta tocar con su frente la del toro. Dejó un rejonazo certero y rápido, se descaró a pie con el toro y el público premió con la petición unánime del rabo el milagro de una faena a un toro que en principio pareció imposible que la tuviera.

También se inventó Ventura la faena al primero, que se desentendió del jinete a las primeras de cambio y que no accedió a embestir ni tras los rejones de castigo. No se rindió el torero, que respondió a la falta de celo del de Terrón con exposición y empeño. Los que le puso Nazarí, que porfió hasta dejar prendido en su grupa al astado. Clavó al estribo, galopó a dos pistas y se adornó con elevadas antes de dejar los palos arriba.

Encandiló con el balanceo con el que se adornó Ginés, con el que clavó con decisión y acierto al cuarteo. Y levantó al público de sus asientos con Califa, enroscándose al toro apoyado en su testuz, dando una y otra vuelta hasta perder la cuenta. Mató con acierto y se llevó dos orejas.

También tuvo una actuación brillante Pablo Hermoso de Mendoza, que es recibido en El Parque con enorme cariño. A su primero le paró con Curro, muleteando con la grupa antes de clavar los rejones de castigo a un toro que acudió con fijeza, aunque acabó parándose pronto.

Lució sobre todo con Chenel, con el que galopó de costado, quebró y cambió el viaje con pasadas por dentro. Llevó el navarro al toro prendido en su montura con suavidad y temple, clavó en el centro del ruedo batiendo al pitón contrario y arriesgó en cambios muy cerrado en tablas.

Con Pata Negra fue muy ovacionado dejándose llegar tras provocar la embestida del toro, y realizando piruetas en su cara. Remató con las cortas a lomos de Pirata, y pinchó antes de dejar un rejón entero de efecto fulminante que le valió las dos orejas.

En el que hizo cuarto Hermoso de Mendoza lució a Silvetti, que fue ovacionado al citar al toro con la mano y clavar con dominio dando el pecho. Una de las estrellas de la magnífica cuadra del navarro, brilló también toreando con la grupa.

También a gran altura estuvo Ícaro, descarándose valiente con el astado, dejándose llegar mucho y citando de cara o con la grupa; retando al toro en distancias cortísimas. Repitó con Pirata las cortas y el teléfono, pero falló estrepitosamente con los aceros cuando el público preparaba ya sus pañuelos para reclamar más triunfos. Tuvo que conformarse con una cariñosa ovación que recibió en los medios.

También en triunfo. Por su parte Fermín Bohórquez salió a recibir a su segundo espoleado por la puerta grande que ya tenían asegurada a esas alturas sus dos compañeros de cartel. Tuvo en el de Terrón un gran colaborador, y supo aprovecharlo. Recibió con Rubia, a la que siguió el toro con celo y brío tras dejar el rejón de castigo.

Fue muy ovacionado Libanés, espectacular en las elevadas citando al toro, o en los adornos con cambios de pie que fueron muy ovacionados. Clavó con limpieza y dominio, puso muchas ganas, y lucó a Sinfonía en os pares a dos manos. Le siguió el toro fijo en los caballos y alegre en las arrancadas, y el jerezano anduvo a gusto y animado, sin renunciar a su concepto clásico y fiel a su rejoneo. Un rejón de muerte bajo dejó al toro clavado en el sitio, y le abrió también la puerta grande. El propio rejoneador (también ganadero) salió al tercio para aplaudir al toro en el arrastre.

En su primero paró templado con Rubia, y colocó banderillas con Bohemio al cuarteo; algunas tras repetida preparación. Se lució sin embargo con el espectacular Melero, con el que colocó pares a dos manos que tuvieron mayor eco entre el público. También con las cortas fue ovacionado. Dejó medio rejón de muerte abajo, que provocó derrame y fue de efecto rápido. Saludó una ovación desde el tercio.

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