Diario de León
León

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Recientemente se dio la noticia: la Eurocámara pide a los Gobiernos que garanticen el derecho al aborto, con el voto en contra del Partido popular y Vox.

En alguna de las muchas tertulias que emiten las televisiones, se debatió ese acuerdo y me llamó la atención lo mal, que los contertulios, dominan, usan, el idioma, pues se identifican, las palabras aborto e infanticidio.

Me gustaría hacerles llegar a los contertulios que participan en los programas de debate, lo importante que es utilizar un lenguaje preciso, pues compruebo con demasiada frecuencia que se usan palabras, con significado que lleva a la confusión de quien las oye.

Últimamente se está identificando «infanticidio=aborto»; el aborto, es un medio de defensa de la hembra, (vaca, oveja, rata, etcétera, y mujer), cuando por razones naturales, lo más frecuente por brucelosis, muere el feto, sin haber completado su desarrollo; la naturaleza provoca la expulsión del feto, es decir un aborto, para salvar a la madre, que de no ser así, también moriría.

Lo que actualmente está legislado como «interrupción voluntaria del embarazo», ¡interrupción voluntaria de la preñez!, es una licencia para matar, sin responsabilidad ante la justicia.

De verdad los catedráticos de genética, al menos los europeos, ¿realmente no tienen nada que objetar?

¿Por qué afirmo que es una licencia para matar a un ser humano? Lo voy a explicar:

Prácticamente, en todas las especies, hay dos fases, de la vida: la fase aploide y la diploide; en algunas especies, tanto en el reino vegetal, como en el animal, como en el caso de las abejas todos los individuos, menos los zánganos, son hembras aploides; en los mamíferos los individuos somos diploides y la fase aploide se reduce al óvulo y al espermatozoide, por lo tanto, desde el momento en que un óvulo es fecundado, tenemos un individuo diploide, tan diploide y, en el caso del los humanos, tan varón o hembra, como cuando ya es mayor de edad, por lo tanto si ese individuo, no nacido aún, es eliminado, de forma no natural, no se puede calificar como un aborto y quien le elimina es un homicida, con la colaboración necesaria, de los legisladores, con el agravante de que algunas constituciones, como la española, garantizan el derecho a la vida, de donde se deduce que la ley, de despenalización del «aborto=infanticidio», es además de inconstitucional, un homicidio.

Se trata de un infanticidio del que son responsables los legisladores que han aprobado esa ley, los médicos que hacen el crimen, las mujeres que quieren deshacerse de sus hijos y las personas que presionan a las embarazadas, para obligarlas a hacerlo.  

En ninguna especie de mamíferos las hembras abandonan a los fetos, que por motivos naturales son abortados y nacen muertos, los limpian y tratan de que se muevan, los humanos los despedazan, los incineran y en definitiva, los tiran a la basura.

En los muchos años que me he dedicado a la ganadería, no he conocido a ningún ganadero, que practicara la «interrupción de la preñez», de sus vacas, ovejas, cabras, etcétera, pues ello supondría una pérdida muy importante, pues los terneros, corderos, cabritos, etcétera, valen dinero; supongo que es mucho más valioso un niño, que muchos terneros; al contrario, para evitar los abortos naturales, vacunábamos precisamente, para que no abortaran, a las hembras de reemplazo.

Los catedráticos de genética, al menos los europeos, ¿realmente no tienen nada que objetar?

Yo pensaba que sólo en España, para dedicarse a la política, basta con tener diez y ocho años y cuanto más analfabeto mejor, pero compruebo que en muchos países de la Unión Europea, también los borregos, o lo que sería peor, los criminales, llegan a los parlamentos legislativos.

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