Diario de León

Accidentes o negligencias en la A-6 y otros caminos

Publicado por
Pedro Díaz Fernández, Agente Medioambiental
León

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Sufrir en el Bierzo un «accidente sin precedentes en la ingeniería civil española», tal y como lo definen los periódicos de ámbito nacional, puede incluso resultarnos útil para trasladar un mensaje de auxilio. En España no existe un territorio cohesionado ni esa solidaridad entre regiones que la constitución dice garantizar. Tampoco es cierto que la digitalización permita llevar el desarrollo a cualquier parte. Desde un punto de vista económico, los territorios pueden dividirse según el clúster o concentración de empresas que alberga. Si en algunas zonas de España se vive gracias a desarrollos industriales punteros a nivel mundial, los bercianos pertenecemos a uno de esos territorios olvidados. Por eso afirmo que con el hundimiento de la A-6, podemos denunciar el grave problema de comunicaciones que padecemos en una de esas Españas del siglo XIX o, según la agenda política, lugares en ninguna parte.

Actualmente, se investigan las causas del «accidente» del viaducto en la autovía A-6. El tramo en el que se encuentra, paradójicamente, fue señalado como un ejemplo a seguir de la ingeniería y galardonado con el importante premio Puente de Alcántara a la construcción civil de mayor importancia cultural, tecnológica, estética, funcional y social. Los nervios de muchos responsables están a flor de piel y, para acallar cualquier crítica, se está recurriendo a las peticiones de prudencia: «dejemos trabajar a los expertos para determinar la causa del desplome». Si yo vertiese aquí cualquier opinión sobre el porqué de lo ocurrido, se me trataría como a alguien que no tiene ni idea de lo que escribe o un difamador. Es cierto, no tengo ni información ni conocimientos para opinar sobre la causa del derrumbe más allá de meras conjeturas. Pero lo que es incuestionable es que hemos abonado millones de euros por una estructura garantizada como mínimo por un siglo y no veinte años. No tengo mucha confianza en las investigaciones de nuestros organismos públicos y sospecho que nunca se determinará nada y se dejará pasar el tiempo con un «dejemos que trabajen los expertos». Nos han entregado un viaducto que se hunde en poco tiempo y, salvo que se encuentre un fallo en el terreno u otra causa externa, imprevisible y determinante, todo apunta a que existe un problema estructural. Por cierto, no estaría mal que se conociese la calidad y cantidad de los materiales utilizados y así descartar cualquier tipo de lucro ilícito gracias a la reducción de costes. Un viaducto que se hunde es como un cuchillo que no corta, por bonito que sea no puede seguir defendiéndose como un hito de la ingeniería ni el tramo en el que se encuentra merece el premio Puente de Alcántara, salvo que se demuestre esa causa impredecible y externa a su construcción. No me sirven las explicaciones de algunos expertos de que pudo deberse a la sal que se hecha en la carretera, las inclemencias del tiempo o un pequeño temblor imperceptible de fuerza 2,2. Se trata de dinero público, pero imagínense que el constructor de tu casa, por ejemplo, colocase menos losas de las necesarias y un perito determinase que es una techumbre muy luminosa y digna de un premio, pero que hay goteras porque llueve.

Ahora sigamos con el resto de las principales carreteras de la comarca. Tenemos la N-120 que comunica el sur de Galicia y que a nadie se le escapa que parece un camino y no la principal vía de comunicación del más importante clúster industrial de la zona: el sector pizarrero. Además, no me digan que no es una falta de respeto que tarden hasta un año en arreglar un puente en la Barosa o, si tomamos previamente la N-536, dejen hasta año y medio el tráfico estrangulado con un solo carril, entre Priaranza y Santalla, para arreglar un socavón debido a problemas de drenaje. Vamos, que nuestros turistas se acordarán de nosotros, pero no tanto por Las Médulas, como por su acceso.

También podemos escribir sobre las comunicaciones con Asturias. La vía rápida CL-631 presenta unos problemas de seguridad vial que ya han provocado, y provocan, multitud de accidentes. Existe un tramo entre Fresnedo y Cubillos del Sil en los que en alguna ocasión se han visto hasta 6 manchas de sangre debido a animales atropellados. Durante mucho tiempo, se responsabilizó de estos a los cotos de caza y hoy los daños corren a cargo del conductor del vehículo, salvo que se prueben cacerías cercanas debido a las cuales el animal pudo irrumpir en la calzada. Mientras se siga desviando la atención de los verdaderos responsables a terceros, nunca se solventarán las graves negligencias de esta carretera. Estamos hablando de una vía rápida que debería garantizarte poder circular hasta a 120 km/h y no debemos conformarnos con que se limiten a señalar la posible presencia de animales salvajes en la calzada. Todo el vallado perimetral debe estar correctamente sellado y enterrado y, en el caso de que un animal se cuele en la carretera, tiene que contar con una salida. Quien haya recorrido la Autovía de la Ruta de la Plata habrá comprobado que puede resultar tan sencillo como una serie de pequeñas plataformas de troncos en el margen interno del vallado que permita saltar a los animales hacia el exterior. Si esta solución de libro, no les parece correcta, que busquen otra, pero que solucionen el problema que están causando debido a una valla llena de agujeros y sin enterrar, donde al colarse los animales por debajo, dan vueltas y vueltas dentro de la calzada hasta provocar, en muchos casos, graves accidentes.

Ya por último, trataré sobre la carretera que desde la CL-631, a la altura de Fresnedo, permite al valle de Fabero comunicarse con Ponferrada. Se trata de un ramal nuevo que me dijeron que se trazó con la antigua técnica «carga de burra». Es un procedimiento poco usado actualmente para buscar las curvas de nivel y la forma más sencilla de llegar de un punto a otro sin utilizar aparatos topográficos. Solía usarse en zonas de montaña. Se cargaba a una burra con unas alforjas llenas de piedras y se le obligaba a subir a base de palos monte arriba, de tal modo que el animalito buscaba el ascenso más fácil para no sucumbir al martirio y, de paso, trazaba el mejor camino a construir. Dudo de que eso que me contaron sea verdad, salvo que se tratara de una burra de noria y la soltaran dando tumbos por un profundo mareo de tanta vuelta como daba al cabo del día. Tal vez no tenga gracia la broma y menos en Fabero, pero menos gracia tiene pagar con dinero público una carretera nueva (aunque no lo parezca por la cantidad de hundimientos, derrumbes de taludes y parches sobre el firme) con tantas curvas como la que se utiliza en el rally de Riego de Ambrós.

Estas son nuestras vías principales, imagínense las otras. El hecho de vivir rodeados de montañas dificulta tanto las infraestructuras que, tal vez, el Bierzo no estará perfectamente comunicado hasta que los coches vuelen y estas dejen de ser necesarias. Mientras tanto, que no nos tomen por tontos.

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