Diario de León
León

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Estoy hasta las narices de tanto cursi que martillea a los demás con los presuntos derechos de los animales, sobre todo porque me parece un poco fascista pasarse el día dando por saco con los toros, los gatos o las alimañas cuando el único sufrimiento real es el humano. Vamos a dejarnos de pamplinas y majaderías. Creo que cuanto más humanizas a un animal, más deshumanizas a los hombres, y así nos va. Esto del animalismo es muy propio del nuevo pijerío, una clase de petimetres que van de progresistas y que prefieren manifestarse por la vida de un perro antes que por la de un misionero. Es la versión contemporánea del dedo y la luna. Bien mirado, hay que entenderles. Hay demasiada gente en el planeta y, sin embargo, la población de toros de lidia y gatos disminuye de manera radical. Los niños dan igual. Total, los hay a miles de millones, que en realidad el hombre no es más que un virus que está acabando con el planeta, a los que hay que defender es a los buitres leonados y tal...

Lo malo es que hemos entrado en un bucle en el que parece que todas las opiniones son respetables. Cuanto más absurda es una idea, más protección encuentra, la espiral crece y se engulle la sensatez hasta que parece que los idiotas no lo son. He llegado a oir hablar de los derechos civiles de los animales. ¿Qué es lo próximo? ¿que voten? ¿que tengan derecho a la sanidad o a la educación?

Supongo que muchos de los que se autodefinen como animalistas prefieren defender a las tortugas porque no les gusta verse reflejados en muchos de sus semejantes. Los sentimientos más fáciles son siempre los más peligrosos y la razón está de capa caída. Es complicado enfrentarse a la humanidad como concepto porque para ello hay que sumergirse en nuestro interior y gestionar los demonios que vamos encontrando. Pero denunciar el turismo de cacería animal mientras se ignora a los pedófilos del sexual, por ejemplo, no es más que un ejemplo de que nos estamos suicidando como especie.

¿Es más importante un león que los niños de Zimbabue? ¿De verdad? ¿Es normal que se genere una campaña mundial porque alguien dispara a una fiera mientras miles de personas se hacinan en campos de refugiados huyendo de la guerra? Me tranquiliza pensar que es sólo que esta panda de cursis grita más que el resto y que, al final, no es más que una fiesta de imbéciles con internet para celebrarlo.

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