¡Apaga la luz, Mary Luz!

APAGA la luz, cierra la puerta y no se te ocurra dar posada al peregrino, por si acaso. El año 8 ha terminado y lo mejor que nos pudiera pasar es que no nos quedaran ni fuerzas, ni ganas de recordarle. Fue un tiempo para el engaño aunque también para la esperanza, porque la esperanza es lo último que se pierde. Y precisamente en este tiempo de expectación y derribo se nos anuncia, seriamente, fríamente que en vista de lo oscuro que se va a poner el percal, lo más indicado es apagar la luz. Nos anuncian la subida de las tarifas de la bombilla y tal vez también de los focos de la escena, por lo cual se nos impondrá la acción de vivir la farsa a oscuras. Pero seguiremos viviendo, con pan y sin pan, resistiremos de nuevo como en los malos tiempos, cuando andábamos con nuestra cartilla de Racionamiento bajo el brazo y fumando hojas de acacia forestal. Los técnicos aseguran que el hecho de que la tarifa del foco se produzca no quieren decirse que se nos disuelvan en el aire y en el agua todas las ilusiones de las que hemos vivido, más o menos, sino sencillamente que la oscuridad funcionará como un fenómeno contrario nuevo que servirá para tentarnos la ropa antes de dar un paso. Pese a esta densa y alarmante oscuridad, a la que nos condenan las autoridades del voltio, nosotros, o sea los andantes de candil, seguiremos escuchando misas y discursos en los cuales se nos promete la paz y la pura felicidad a la que estamos llamados. Lo que supone una nueva operación política de sacrificio. Cuando el gran poeta fue llamado para rendir cuentas y se convenció de que su último fin estaba ya a punto de cumplirse, se movió agitado y con voz de auténtico moribundo dejó escapar una postrera demanda dirigida a su dios particular: «Señor, Señor, luz, necesito luz para morir, ya que no la tuve para vivir». Y efectivamente se nos propone una ráfaga de luz doméstica a precio de foco de Palacio. Y para reducir la intensidad de nuestra ira, los propagandistas de la ficción, dan otro paso al frente, despliegan el cuaderno de engañar a los niños con los Reyes Magos y anuncian el aumento del ceneque y de la leche. A oscuras. Porque si pagamos las tarifas que se anuncian y los impuestos que los organismos necesitan para pagar las remuneraciones debidas a los Alcaldes, pedáneos o de Palencia; concejalillos de percales de ocasión o de extravíos de algún objetivo partidista, digo, quiero decir que si estamos dispuestos a cumplir con nuestro deber de contribuyentes fieles y dóciles, el tiempo se nos convertirá en un tifón del cual no nos será fácil como dice Solbes salir. Conservemos para el próximo ejercicio del 9 las energías que nos serán reclamadas para seguir con vida. Y esperemos de quien sea, que tanto nos dan Melchor, Gaspar y Baltasar, que Fernández, Carrasco o Zapatero resulten a la larga y a la corta, tan generosos y sinceros que nos parezca que al fin hemos conseguido dominar a los elementos, como aquel Felipe II que casi se ahoga. ¡Apaga la luz, Mary Luz, apaga la luz, / que ya no podemos vivir con tanto resplandor! Y es que, cuando quiero estar seguro de mí mismo, voy al peluquero...