Diario de León

LA 5.ª ESQUINA

Buenos y malos de la historia

Publicado por
JESÚS Á. COUREL
León

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Hace unos días, en el escaparate de la librería Granja de Ponferrada, descubrí un libro que me llamó la atención, no sólo por la contundencia de su título: Buenos y malos de la historia, sino por que lo firmaba Horacio D. Guerra, curioso aventurero en el que acaban muchas conversaciones por estas tierras, en especial cuando el vino las lleva hacia los rincones de la épica berciana. Horacio, entre otros méritos, resulta ser hijo de Antonio Díaz Guerra, prócer local con busto en la plaza Mayor de Cacabelos por ser el fundador de las bodegas Guerra y primer difusor de los vinos del Bierzo. En la breve introducción del libro, cuenta Horacio Guerra que su padre (además de hacer buen vino) compraba todas las biografías que llegaban por aquel entonces a las librerías de Ponferrada y que una vez leídas, le explicaba si el personaje objeto de la semblanza era bueno o malo. En la selección que nos ofrece en el libro, su recopilador deja a nuestro criterio la elección de buenos y malos, supongo que ajeno a querer transformar el mundo y menos a interpretarlo. En esta selección hay personajes históricos, que van desde Homero a Millán Astray y de Boabdil a Zapata, en una miscelánea abigarrada que nos recuerda que a los hombres nos sobra talento, aunque a veces no sepamos emplearlo. Gracias a esta curiosa obra no descubriremos el eslabón perdido de Darwin —ni dato nuevo sobre Churchill—, pero si un curioso suceso relacionado con Las Médulas. Resulta que el famoso director de cine Sergio Leone (autor de La muerte tenía un precio o Érase una vez en América ), estuvo allí en los años sesenta —de la mano de su amigo Horacio Guerra—, quizá buscando escenarios para un spaghetti western, especialidad del director italiano.

Quien sabe en que se habrían convertido Las Médulas si Sergio Leone las hubiera llevado al cinemascope, como escenario de un imponente duelo al sol en el mirador de Orellán. Aunque Horacio reparta buena tinta y mala saña, los personajes de las películas de Leone apuntan (y disparan) a que el bien y el mal son relativos. Incluso que también hay feos. Con las balas silbando bajo el ardiente sol de Almería, Lee Van Cleef o Clint Eastwood, nos muestran en estas películas que el mundo no es como lo vemos —con fervor romántico por la posesión absoluta de la verdad—, sino como éste es. El mundo exterior no se modi­fica por lo que las personas pensemos de él, sino que sigue su propio curso, aunque cada uno lo interprete de diversas maneras. Nuestras ideas no pueden ser tan insulsas como para decir que fulano o mengano son, simplemente, buenos o malos… Había que hacer algo.

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