Diario de León
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Ursula von der Leyen, anónima ministra de Defensa alemana, pronunció ante el Parlamento Europeo un discurso plenamente ajustado a los fundamento ideológicos del presidente de Francia. Su programa consistió en ir más allá en la lucha contra el cambio climático para llegar a la descarbonización de la economía europea en 2050; en una mayor solidaridad interna conseguida mediante mecanismos como un seguro de paro comunitario, y en una serie de pasos más firmes en la lucha contra la violencia machista. El mensaje fue también grato a los socialdemócratas, y de hecho Von del Leyen fue arropada por Borrell en aquella histórica sesión.  

El resto de la cúpula comunitaria tiene también el sello de Macron: la llegada de Christine Lagarde al BCE no necesita explicación. Igualmente, el nombramiento de la búlgara Kristalina Georgieva como directora gerente del FMI. Y el presidente del Consejo, el belga francófono Louis Michel, está integrado en el grupo parlamentario liberal encabezado por En Marche, el partido político del jefe del Estado francés. Junto a este desequilibrado eje francoalemán, España juega un papel relevante de tercera potencia europea, que Sánchez ha cultivado con acierto y que explica la designación de Borrell como nuevo Alto Representante de Política Exterior. El dibujo estratégico está claro, y parece evidente que bajo la batuta de Macron avanzará la integración europea, sin las rémoras y las reservas que la prudencia de Merkel interponía en el camino. En 2018, tras asumir la presidencia de la República, los medios reseñaron que «su visión presidencial está completamente determinada por la reactivación del proyecto europeo». Más ambigua y confusa es su posición política: elTerra Nova realizó una encuesta en octubre de 2018 que ponía de manifiesto que el 31% de los miembros o simpatizantes de En Marche son liberal-progresistas y el 23% progresistas-igualitarios. Hoy, la segunda fuerza de Francia, primera de la oposición, es la extrema derecha de Le Pen. ¿Resucitará una derecha tradicional sobre las ruinas de los antiguos UDF y RPR, o el más moderno UMP de Sarkozy? ¿Volverá a emerger un nuevo PS como el que llevó a la ruina Hollande? Macron es hoy el líder, pero el futuro de la política francesa está totalmente en blanco.

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